Capítulo 4: Chau segunda oportunidad

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ISABEL

Hacer catarsis con mi madre la noche anterior permitió que pudiera dormir como un bebé y poder levantarme con buena onda. Mi madre tenía razón, hoy era un nuevo día, y eso significaban nuevas oportunidades. 

Por las mañanas trabajo en una librería, lo hago desde hace ya algunos años para ahorrar para la universidad. Siempre en esta época del año, es la más agitada y cansadora por el comienzo de clases, pero lo bueno de eso, es que hay mayor venta, y eso nos beneficia a nosotros los empleados. Cada venta que hacemos, nos va sumando puntos, que al llegar a cierta cantidad, los canjeamos por los libros que queramos. 

Esa es la verdadera razón por la cuál tengo tantos libros, porque seamos sinceros, hoy en día, llenar una biblioteca cuesta lo que sale un corazón en el mercado negro. 

Luego de la jornada en la librería, llegué a casa cerca de las 16.30 hs para darme una ducha rápida, comer algo y salir para el parque. Eso hizo que llegara unos cuantos minutos antes de lo que tenía previsto, incluso llegué antes que Octavia, así que hice exactamente lo que mi madre me dijo que hiciera, entré, esta vez por dónde los empleados deberíamos entrar, pasé la tarjeta en el vestuario y me puse ese uniforme tan horrible para luego correr al taller.

No esperaba verlo a Lorenzo antes del horario correspondiente, pero tampoco sabía que otra vez iba a tener que esperarlo de nuevo tanto tiempo, así que, para matar el tiempo, me puse a chusmear el auto. Me dio una gran sorpresa ver el estado de ese auto, era realmente deplorable, faltaban piezas, un montón de piezas nuevas e incluso la estructura interior estaba a media hacer, sin mencionar que una de las ruedas estaba pinchada. Estuve a punto de agarrar un par de herramientas y empezar a meter mano, pero tuve que resistir ese impulso y alejarme un poco, porque el auto no era mío y no quería mandarme ninguna. 

Ya había pasado una hora desde que puse el pie en el taller, el parque hacía ya media hora que abrió las puertas y este chico seguía sin aparecer. Resignada, pero sin intención de dejar mi puesto, por miedo de cruzarme a Lucio, o aún peor a Mara, saqué mi libro de mi mochila y me puse a leer, estando consciente de que si el jefe llegaba a aparecer por casualidad y me veía leyendo iba a quitarme la segunda y la tercera oportunidad de una patada en el culo.

LORENZO.

Salí de mi casa con toda la pasta del mundo, obviamente quería llegar tarde al taller, por varias razones, la primera es que no había mucho que hacerle al auto porque las piezas que había pedido todavía no habían llegado, cosa que me hacía enojar mucho cuando lo pensaba, segundo no quería cruzarme a Lucio, simple y entendible, y por último, no quería que ésta chica nueva estuviera metiendo mano en mi taller, iba a retrasar muchísimo más mi trabajo, más de lo que ya estaba atrasado si es que eso era posible, no tenía ganas de enseñarle cosas porque no iba a entender y no tengo la paciencia suficiente para perder tiempo en eso. Así que ya lo tenía decidido, quedar se iba a quedar por órdenes de Lucio, pero pensé que sería buena idea si llegábamos a un acuerdo entre nosotros en el que ella se quedaba al margen de mi auto y yo le decía a Lucio que su plan de arruinar mi trabajo estaba funcionando.

Admito que lejos de mis pensamientos sobre la chica nueva, me puse algo ansioso y nervioso cuando puse un pie en el parque, quizá era el hecho de pensar que podría llegar a ser como Mara, y eso me asustaba un poco. O alomejor era el no querer cruzarme con Lucio, pero por más que no quisiera verlo, tendría que estar a su lado de por vida.

Me llevó bastante tiempo dar vuelta para poder llegar a los talleres, me di cuenta que fue  apropósito pero inconsciente que mi cuerpo hizo para hacer esperar a la chica, alomejor tenía suerte como ayer que no la vi en todo el día. Pero cuando pude visualizar la entrada de mi taller, me quedé un poco sorprendido al ver que ésta no era la primera vez que la veía.

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