V BRANGANIA ENTREGADA A LOS SIERVOS

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  Sobre totz avrai gran valor,S'aitals camisa m'es dada.Cum Iseus det a l'amador.Que mais non era portada.(Rambaut, conde de Orange) 

 El rey Marés salió a la playa para recibir a Isolda la Rubia. Tristán laasió de la mano y la condujo ante el rey; el rey tomó posesión de ella,cogiéndola a su vez de la mano. Con grandes honores la llevó hacia elcastillo de Tintagel y, al aparecer en la sala entre los vasallos, su bellezairradió una claridad tan maravillosa que los muros se iluminaron, comodorados por el sol naciente. Entonces el rey Marés ensalzó a Tristán y a loscien caballeros que, en la nave aventurera, habían ido a buscar la alegría desus ojos y de su corazón. ¡Ay! La nave os trae, a Vos también, noble rey, elbárbaro duelo y los fuertes tormentos.Dieciocho días después, habiendo convocado a todos sus barones, tomópor mujer a Isolda la Rubia. Pero llegada la noche, Brangania, a fin deocultar el deshonor de la reina y salvarla de la muerte, ocupó el lugar deIsolda en el lecho nupcial. En castigo a la mala custodia que había hecho enel mar, y por amor a su amiga, sacrificó, fiel, la pureza de su cuerpo; y laoscuridad de la noche ocultó al rey su ardid y su vergüenza.Los cronistas pretenden que Brangania no había arrojado al mar el frascode vino de hierbas no apurado por completo por los amantes; sino que, alamanecer, después que su señora hubo entrado en el lecho del rey Marés,Brangania vertió en una copa el resto del filtro y la presentó a losdesposados; cuentan que Marés bebió bastante de él y que Isolda tiró suparte, a escondidas. Pero sabed, señores, que estos cronistas han corrompidola historia, falseándola. Si han imaginado esta mentira es por no habersabido comprender el maravilloso amor que Marés profesó siempre a lareina. Es muy cierto, como vais a oír pronto, que a pesar de las angustias, eltormento y las terribles represalias, nunca pudo Marés arrancar de sucorazón, a Isolda ni a Tristán; pero sabed, señores, que no había bebido elvino de hierbas, ni hubo veneno ni sortilegio; sólo la tierna nobleza de sucorazón inspiróle su cariño.Isolda es reina y parece vivir con alegría. Isolda es reina y vive contristeza. Isolda posee la ternura del rey Marés, los barones la honran y esamada por la servidumbre. Isolda pasa el día en sus habitaciones ricamentepintadas y tapizadas de flores. Isolda tiene los nobles joyeles, las telas depúrpura y los tapices venidos cíe Tesalia, los cantos de loa arpistas y lascortinas con bordados representando leopardos, águilas, papagayos y todoslos animales del mar y de los bosques. Isolda tiene sus ardientes, sus bellosamores. Y Tristán a su vera, a su antojo, de día y de noche; porque comorequiere la costumbre de los grandes señores, duerme en la cámara real,entre los privados y los fieles. Isolda tiembla, sin embargo. ¿Por quétemblar? ¿No guarda secretos sus amores? ¿Quién sospecharía de Tristán?¿Quién llegaría a sospechar de su hijo? ¿Quién la ve? ¿Quién la espía?¿Acaso hay testigos? Sí, hay un testigo que la espía: Brangania; Brangania laacecha, Brangania sola sabe su vida, Brangania la tiene a su merced. ¡SantoDios! ¡Si, cansada de preparar cada día, como sirvienta, el lecho donde ellahabía dormido primero, los denunciara al rey! ¡Si Tristán muriera por sudeslealtad! Y el miedo enloquece a la reina. No, no es de Brangania, la fiel;es de su propio corazón de donde viene su tormento. Escuchad, señores, lagran traición que meditó; pero Dios, como oiréis, se apiadó de ella:¡compadecedla vosotros también! Aquel día Tristán y el rey estaban lejos,cazando, y Tristán nada supo de este crimen. Isolda mandó llamar a dossiervos, les prometió la emancipación y sesenta monedas de oro si jurabancumplir su voluntad. Prestaron juramento.–Yo os daré, pues -dijo-, una doncella; os la llevaréis al bosque, cerca olejos, pero en tal lugar, que nadie descubra jamás la aventura. Allá lamataréis y me traeréis su lengua. Retened, para repetírmelas, las palabrasque pronuncie. A la vuelta, seréis libres y ricos.Y después llamó a Brangania:–Amiga, ya ves cómo languidece y enferma mi cuerpo; ¿quieres ir albosque a buscar las hierbas apropiadas para este mal? Allí hay dos siervosque te guiarán; ellos saben dónde crecen las hierbas eficaces. Sígueles,hermana, y convéncete de que si te mando al bosque es porque en ello va mireposo y mi vida.Los siervos se la llevaron. Llegada al bosque quiso detenerse, pues lasplantas salutíferas crecían, en abundancia a su alrededor. Pero la arrastraronmás lejos.–Ven, muchacha, no es este el lugar adecuado.Uno de los siervos caminaba delante de ella; el otro la seguía. Ibacerrándose el sendero; sólo encontraban zarzas y cardos enmarañados.Entonces, el hombre que iba delante sacó su espada y se volvió. Ladesgraciada se acercó al otro pidiéndole ayuda; éste también tenía la espadadesnuda en su mano, y dijo:–Muchacha, hemos de matarte.Brangania cayó sobre la hierba y sus brazos trataban de apartar la puntade las espadas. Pedía clemencia con voz tan lastimera y tierna, que nopudieron por menos que exclamar:–Doncella, si la reina Isolda, señora tuya y señora nuestra, quiere quemueras, sin duda habrá recibido de ti un gran agravio.Ella respondió:–No lo sé, amigos; sólo recuerdo una mala acción. Cuando partimos deIrlanda, nos llevamos cada una, como la más preciada de las galas, unacamisa para nuestra, noche de bodas. En el mar, Isolda rasgó su camisanupcial y en la noche de sus bodas le presté la mía. Amigos: he ahí todo elmal que le he hecho. Pero ya que quiere mi muerte, decidle que le envíoSalud y amor y que le doy las gracias por el bien y el honor que me hadispensado desde niña, cuando, arrebatada por unos piratas, fui vendida a sumadre y consagrada a su servicio. ¡Que Dios, en su bondad, guarde su honor,su cuerpo y su vida! Hermanos: ¡herid ahora!Los siervos se apiadaron. Discutieron unos instantes y, juzgando que talmaldad no merecía la muerte, la ataron a un árbol.Mataron luego a un perrito; uno de ellos le cortó la lengua, metióla en elfaldón de su gonela y los dos comparecieron ante Isolda.–¿Ha hablado? – preguntó ella, ansiosa.–Sí, reina, ha hablado. Ha dicho que estabais enfurecida por un soloagravio: que rasgasteis en el mar una camisa traída do Irlanda, fina y blancacomo la nieve; ella os prestó la suya la noche de vuestra boda y éste fue,según dice, su único crimen. Ha dado las gracias por los muchos beneficiosrecibidos de vos desde la infancia, ha rogado a Dios que proteja vuestrohonor y vuestra vida. Os envía salud y amor. Reina, he aquí su lengua.–¡Asesinos! – gritó Isolda-; ¡devolvedme a Brangania, mi amadasirvienta! ¿No sabéis acaso que era mi única amiga? ¡Asesinos,devolvédmela!–Reina, con razón se dice: «La mujer cambia en pocas horas; la mujer ríey llora, ama y odia al mismo tiempo» ¡La hemos matado, pues que vos lomandasteis!–¿Cómo he podido mandarlo? ¿Por qué razón? ¿No era mi amadacompañera, la dulce, la fiel, la bella? Vosotros lo sabíais, asesinos. Yo lahabía enviado a buscar hierbas curativas y os la he confiado para que lacustodiarais por el camino. Diré que ln habéis matado y os mandaré quemarvivos.–Reina, sabed que vive y os la traeremos sana y salva.Pero ella no lo creía; enloquecida, ora maldecía a los asesinos, ora semaldecía a sí misma. Retuvo consigo a uno de los siervos, mientras el otrocorría hacia el árbol donde había sido atada Brangania.–Hermosa, Dios os ha concedido su gracia y vuestra señora os llama.Y al comparecer ante Isolda. Brangania se arrodilló, pidiéndole perdónpor sus errores; la reina, a su vez, había caído de hinojos y las dos seabrazaron, confundidas en un mismo éxtasis.

Tristán e IsoldaWhere stories live. Discover now