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Hoy me sentí más sola que nunca.

Fui a la heladería a la que solíamos ir todos los domingos, después de tus partidos. Estaba llena, como siempre. Me senté en la mesa de costumbre, la que se encuentra hasta el fondo del lugar.

Había familias, parejas y amigos. Todos alegres, disfrutando de un domingo por la tarde. No pude evitar mirarlos con envidia, ellos tenían rostros contentos, ¿Por qué yo no?

La vida es tan injusta.

Me pregunté que si en días pasados, ¿alguna vez nos dedicaron miradas de envidia? Pues siempre estábamos riendo, jugando y abrazandonos en todo momento.

Elsy me atendió y ordené 1 helado de vainilla y 1 de limón, tu favorito. Ni siquiera toqué el helado, sólo observé como la sustancia sólida se derretía.

Elsy se acercó y me dijo que si no te apresurabas, tu helado se iba a derretir.

Ella aún no lo sabía.

Me quedé un momento en silencio, pero al final le conté todo.
Le dije que todo había sido mi culpa, que si yo no te hubiese dejado ir, todavía estarías aquí. Me abrazó y dijo que lo sentía mucho.

Le dije que yo también.

Dijo que ese era tu destino, que yo no pude haberlo cambiado, que dios hace todo por una razón y que no debemos cuestionarlo. Que te envió para hacerme feliz, aunque por muy poco tiempo, pero que marcó mi vida por completo.

Me haces mucha falta Matt. Sin ti el cielo es gris, mi cuerpo es frío, mis ojos no tienen brillo y mi alma se apaga.

***

Ya me había tardado en actualizar, lo siento. Comenten, al mejor comentario se le dedicará un capítulo.

Para MatthewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora