CAPÍTULO 11

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-Me refería a tu cambio... Esto debe de ser muy difícil para ti... El dejar todo atrás y olvidarlo...

-¿Cómo sabes...? Bueno, no importa...- Le respondí, puesto que estábamos llegando ya a la mansión. Pero ella paró en seco y abrió la boca para preguntarme una última cosa.-

-Tan solo una cosa más... ¿Si hubieses podido elegir entre viajar al pasado o al futuro, qué habrías elegido?

-Viajar al futuro.

-¿Por qué? Si hubieses viajado al pasado y hubieses insistido más en que tu madre siguiese luchando, posiblemente hubiese seguido viva...- Me recorrió por el cuerpo una sensación agria al escuchar esas palabras sobre mi madre.-

- Habría elegido ir al futuro porque veo una tontería viajar al pasado. Sí, tal vez así hubiese podido evitar muchas cosas de las que probablemente ahora esté arrepentida. Pero no sirve de nada cambiarlas, ya que al cambiar los fallos, también yo cambiaría, puesto que son tanto nuestros buenos actos como nuestros malos los que nos definen, lo son tanto nuestros aciertos como nuestros errores... Nuestras decisiones nos hacen ser quienes somos, y sí, no digo que no hubiese estado mal persuadirla hasta que luchase, pero entonces no sería quien soy ahora, y no tendría el mismo espíritu luchador, no haría lo que estoy haciendo. Así que sin duda prefiero viajar al futuro, porque mis actos me definen, y sobre todo, aquel suceso, mi peor recuerdo, es el que más me define, y aunque también sea lo que más me duele, no lo cambiaría, porque eso fue lo que me cambió a mí, eso fue lo que me hizo ser como soy, ser yo misma.

-Justo lo que esperaba oír. Vamos, pasa.- Dijo tendiéndome la puerta.

Le seguí hasta el salón, donde ya se encontraban todos. Me ofrecieron un café con leche, el cual acepté, pues el viaje y todo lo sucedido en la última hora, me habían terminado agotando.

-Bueno, sé que necesitáis muchas cosas en estos instantes, y que una de esas, son explicaciones... Pero no puedo proporcionároslas en estos instantes. Órdenes de... Bueno, supongo que vosotros les conoceréis como "OSE", por lo que son órdenes suyas. Primero id a vuestras habitaciones para ducharos y cambiaros de ropa, y cuando estéis listos, bajad aquí. No os apuréis demasiado, en una hora más o menos os quiero aquí.- Dijo Katy.-

Y eso fue lo que hicimos: cada uno se marchó a su respectiva habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Mi habitación me sorprendió gratamente, ya que en comparación con la de mi casa que era de lo más sencilla, esta era todo un lujo. Constaba de una cama de dos plazas con la colcha de un tono rosa claro, un tocador, un armario enorme de un color blanco sucio, a juego con las paredes y el resto de muebles, estanterías perfectamente decoradas, una lámpara flotante, mil artilugios que desconocía pero poco tardaría en investigar, y un cuarto de baño propio.

Lo primero que hice fue ducharme, ya que necesitaba urgentemente un buen baño, así que me dirigí a dicho cuarto y me adentré en la ducha. Aquello era sorprendente: tenía miles de millones de botones con diversas funciones, las cuales desconocía por completo, y era simplemente maravilloso.

Tras estar investigando durante un buen rato todos los botones y ducharme, decidí que ya era hora de salir de la ducha y vestirme, así que en cuanto salí de ese cuarto, miré en el armario la ropa que había, y por primera vez en esa casa, me quedé horrorizada. Rosa, rosa y más rosa. Blusas, camisas, faldas, vestidos y poco más. De pija total. Eso no era de mi estilo para nada. En cuanto terminásemos de cenar se lo diría a Charlotte, que ella seguro que me entendería.

Aun así, tuve que vestirme con esa ropa, ya que no iba a ponerme de nuevo mi ropa sucia, y en cuanto estuve lista, baje a cenar, y cómo no, allí estaba Cameron Norris, mi gran amigo, y estaba solo...

-Eso de llevar cosas de color rosa y de ir arreglada no es tu estilo...

-Bien, gracias. Muy bien, ¿y tú?

-Eres muy idiota... Lo sabías, ¿no?

-Sí, sí. Mi habitación también me ha sorprendido para bien, aunque la ropa no me ha terminado de gustar... No es mi estilo.

-Sí, gracias. No me hace falta que me cuentes tu vida, porque no me importa.- Me estaba empezando a cabrear demasiado, y no era bueno que alguien me cabrease... Aun así, conseguí mantener la calma una vez más.-

-Bueno, vale, yo solo intentaba mantener una conversación civilizada... Pero claro, había olvidado que estaba hablando con Cameron Norris, el implacable y perfecto popular del instituto que solamente se habla con los que están a su altura.

-Aquí nadie está a mi altura, así que tendré que vivir con ello hasta que vuelva con mis amigos de verdad, y pueda disfrutar de la vida.

-Engreído.

-Maleducada.

-Cállate ya.

-Que se calle tu madre.- Y eso dolió. Dolió de verdad, porque había dado justo en el blanco.-

Sin nada que decir, subí a mi habitación y empecé a llorar. ¿Cómo podía haberme dicho eso? Sabía lo mucho que me dolía... Que me dolía de verdad. No cené nada, porque no tenía hambre. Ese comentario me había quitado el hambre, las ganas, y todo... Y más me dolía que hubiese salido de la boca de Cameron... Porque él me conocía, y sabía cómo era y cuánto me dolía, y eso había sido muy cruel por su parte.

Estaba a punto de dormirme, con la cara roja y los ojos hinchados de tanto llorar, cuando alguien llamó a la puerta.

-¿Si?- Nadie contestó.- Adelante...- Y nada tampoco, así que tuve que lavarme un poco la cara y levantarme a abrir la puerta.

-¿Qué estás haciendo aq...?


Hola de nuevo!!! Lo siento porque hace mucho tiempo que no publico... Pero he pensado que mañana es Navidad, así que no quería dejaros aquí abandonados y menos en un día como hoy. Así que tras unos días sin subir nada (unos más que muchos días) aquí os traigo el capítulo 11.

Espero que lo disfrutéis y que paséis unas muy, muy, muy felices fiestas. Os quiero muchísimo a todos, y gracias por leerme. Muchísimos besos.

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