18. Infortunados.

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Canción sugerida: Pretending by Glee.

Lo primero que oyó fue el sonido de la cerradura al abrirse, sin embargo, movida más por el sentimiento extremo que la llevaba a seguir moviendo los labios que por la razón, Hermione no hizo caso y continuó concentrada en las manos de Ron sobre su cintura. Era electrizante como sus dedos recorrían su espalda y sus labios presionaban con fuerza sobre los de ella buscando más y más, quería quedarse allí para siempre. Más no pudo evitar su acción reflejo cuando el marco de la puerta sonó, tuvo que alejarse de Ron, ponerse de pie y darse la vuelta para descubrir quien había entrado.

—Ir al mercado y olvidarme la cartera —refunfuñó la señora Weasley mientras se limpiaba los pies en la alfombra, se encontraba completamente ajena a la presencia de ellos dos en la sala—. Sabrá Dios dónde tengo la cabeza.

Chasqueó la lengua en autodesaprobación y cuando su mirada se cruzó con la de los dos jóvenes, que aún conservaban las mejillas sonrosadas, tuvo que volver a mirar para cerciorarse que no los estaba imaginando.

—¿Qué hacen aquí?

Hermione se giró rápidamente hacia Ron y descubrió, para su sorpresa, que él estaba mirándola y sonriendo a la vez. No dejó que la ternura de ese gesto la perturbara, no más de lo que ya se encontraba en ese momento.

—Ginny se acaba de ir a su cita —respondió Hermione volviéndose hacia la señora Weasley—. Yo estaba a punto de irme también.

Dándose prisa, caminó hasta el perchero, tomó su bolso y se acercó a Molly para darle un rápido beso en la mejilla.

—Qué tenga un buen día —dijo antes de salir por la puerta.

Caminó apresuradamente por el camino de entrada hasta llegar a la acera, donde se giró instintivamente hacia atrás, nadie la seguía, así que suspiró aliviada y comenzó a caminar con regularidad. Los pensamientos se le arremolinaban en la cabeza, las sensaciones aún podía sentirlas y cuando oyó la voz de Ron a sus espaldas, todos sus nervios volvieron a crisparse.

—¡Hermione! ¡Hermione, espera! —la llamaba él mientras corría hacia ella a unos cuantos pasos de distancia.

Ella se detuvo y se dio la vuelta rogando para sí misma que Ron no dijera nada sobre lo que había pasado, aunque sospechaba que era justo lo que iba a suceder. Él había llegado a su lado y estaba sonriendo; ella maldijo en su cabeza por ello, ¿quién se creía yendo por ahí sonriéndole? Le iba a dar un colapso de lo hermoso que se veía y si moría ahí mismo, él tendría que pagar las consecuencias.

—Estuvo increíble, ¿no crees?

Hermione arrugó los labios.

—No importa que tan increíble haya estado —le dijo con sinceridad y tristeza—. Estuvo mal.

Frunciendo el ceño y borrando por fin la sonrisa de su rostro, Ron dio un paso más hacia ella.

—¿Por qué dices eso?

Suspiró, cansada estaba ya de recordarlo, de hacerlo aún más evidente de lo que era, pero él no parecía tenerlo claro, la incertidumbre en su mirada le enviaba la señal y no tuvo más remedio que decirlo, a pesar de que la pesadumbre en su pecho se volvió más y más densa a medida que lo dijo.

—Porque estás con Lavender —admitió con voz entrecortada—, porque están esperando un hijo juntos y porque se van a casar.

Él la miró a los ojos como si estuviera confundido, sin embargo, Hermione notó cómo el semblante se le relajaba cuando procesó la información. Se quedaron en silencio unos segundos, no había algo que decir, o tal vez sí, pero ninguno de los dos se animaba a decirlo.

Lucky Ones - Afortunados (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora