Quiero Salir de Aquí

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Estoy en el mar, me estoy ahogando, no puedo respirar. El agua está oscura y es verdosa. Intento gritar pero no sale nada de mi boca, ni siquiera aire ni sonidos. Siento que mis patas se queman, las volteo a ver mientras me retuerzo y están el llamas. Lo único que quiero es salir de ahí, ya no estar debajo de tanta agua y poder gritar. Repentinamente siento como una fuerza me jala al fondo del mar donde una pequeña puerta se abre y me deja caer en un pasillo rojo. Todavía siento como las llamas me consumen pero ya no tengo nada de fuego en mí. Me sigo retorciendo y unos segundos después de que me empiezo a calmar veo que dos sombras al fondo del pasillo comienzan a acercarse, comienzo a gritar pero nada sale de mi hocico. Estas sombras se acercan mientras yo me alejo como puedo. No tengo fuerza en mis patas y comienzo a llorar. Veo a lo lejos a Valentina y le intento decir con mis ojos que me ayude. No paro de llorar, ella solamente se da la vuelta y se va. Quiero salir de aquí.

Agarro lo primero que tengo entre mis patas con fuerza, respiro profunda y violentamente mientras gimo, mantengo el aire y de golpe vuelvo a la realidad. El zumbido que tengo en mis oídos aún permanece pero se comienza a desaparecer poco a poco compensándose con silencio. Miro alrededor, estoy en mi cuarto. Comienzo a palpar las sábanas para asegurarme que sí estoy aquí, esa pesadilla fue demasiado real. Me tomará unos cuantos minutos relajarme. Hace mucho tiempo que no tengo ninguna pesadilla.

Veo la hora y son las 7:30 de la mañana. Me tengo que apurar para no llegar tarde al trabajo. Agarro unos pantalones negros, una camisa azul, ropa interior y camino hacia el baño. Noté que el agua ya estaba caliente, seguramente es porque Valentina ya se había bañado. Ella entra ciertos días de la semana más temprano a trabajar que yo. Seguramente no está en el departamento ya. Ya en la regadera todavía tengo la sensación de la pesadilla, suspiro y le pido a Siri que ponga un poco de música. Comienzo a acariciar mi cabeza y mi cuello con un poco de champú, mi pecho, mis brazos y el resto de mi cuerpo. Terminando de bañarme me seco, me visto, agarro mi café y decido olvidar todo lo pasado. Esta vez me quiero ir en un taxi y no en transporte público. El día no comenzó nada bien.

Estando en el trabajo Daniela me notó distraído, yo noté que mi productividad estaba disminuyendo y lo vi porque no tenía ninguna nueva idea para los proyectos de promoción que me asignaron.

—Hush, qué tienes, no has hecho nada desde las 9 y ya son las 3 de la tarde. ¿Quieres que te traiga un comprimido de vitaminas? —me dice Daniela mientras yo asiento con cabeza todo lo que me dice.

—Sí, por favor. La verdad no sé qué me pasa desde ayer. —por dentro sí sé qué es lo que me pasa, todas las noticias respecto a Valentina y Peter me tenían bastante preocupado sin necesidad de estar pensando en la situación. Sólo sentía una incomodidad. Aparte de eso la pesadilla que tuve hoy me sorprendió mucho, fue demasiado real.

—Bueno, quizá sólo sea que estés entrando en una especie de gripa. Así me pasa a mí cuando me voy a enfermar.

—Hush, necesito el plan de tu proyecto para el viernes, apúrate y no me vengas con cosas de que te vas a enfermar. —me dice mi jefe mientras pasa por la oficina de marketing. Él es un oso café muy grande y de 42 años. Siempre me ha caído muy bien pero cuando algo malo pasa en su casa siempre se pone de mal humor. Y supongo que esta vez se enojó con su esposa o algo así.

—Sí, señor. —digo mientras le hago un saludo estilo militar.

—Bueno, Hush, toma. —Daniela extiende su pata con un comprimido de vitaminas. Ese "comprimido" es mucho más efectivo que las píldoras que tomaba cuando era niño, este comprimido tiene altas dosis de vitamina C, A, E y quién sabe cuántas cosas más. Lo malo es que unas horas después de que te la tomas tienes que ir al baño con urgencia y a veces es diarrea.

El resto del día pasa volando, sumamente aburrido. Regreso al departamento y me encuentro con Valentina que está hablando por teléfono. Nada más escucho mientras dejo mis cosas en el perchero y en mi cuarto como se ríe. Parece que está hablando con una amiga sin embargo noto que comienza a hablar como si estuviera hablando con un macho. En ese momento me interesé en su plática pero ya era demasiado tarde, nada más escucho como camina hacia su cuarto y cierra la puerta. En ese momento mi mente comenzó a computar pensamientos que me hacían sentir muy mal. Comencé a sentir celos e imaginarme que Peter estaba hablando con ella.

¿Qué le está pasando a este zorro? me dije a mí mismo miemtras me veía mis patas.

No, no, no. No tengo ni la más menor idea de porqué me estoy poniendo celoso si ella no es nada de mí. De hecho debería de estar contento porque por fin está consiguiendo a alguien. Yo debería estar haciendo lo mismo, o quién sabe. Tuve este monólogo como por 10 minutos para convencerme a mí mismo de sentirme tranquilo, menos incómodo.

No pude dormir en la noche, dormí máximo cuatro horas y ya es jueves. Comienzo a sentir como mi cuerpo trabaja en modo mecánico. Como si fuera un robot, yo ya no hago ningún esfuerzo por pensar y mi cuerpo por alguna razón ya sabe qué hacer del trabajo. Oprimir teclas, deslizar códigos en la pantalla holográfica, salir a comer a las dos de la tarde, saludar a la gente, todas esas cosas de oficinista que tenía que hacer, pero como robot. Mi amiga Daniela lo estaba notando, lo sé porque me fijé que varias veces me volteaba a ver de reojo. Esta vez ya no me dijo nada, ni me preguntó por mi supuesta enfermedad porque sinceramente mi modo "robot" estaba dramatizando bien su papel de oficinista apático.

El día pasa, no tengo mucho diálogo con nadie. Comí demasiado poco, durante el día lo único que pensaba era la pelea que tuve con Peter hace tres años y también en Valentina. No tengo idea qué está pasando en mi cabeza, realmente no es voluntario. Lo juro. Mi cabeza comenzó a tener una idea la cual rechacé de inmediato que era decirle a Valentina mentiras maliciosas acerca de Peter para que se alejara de él.

Ya es de noche, llego al departamento y siento mucha hambre. Subí las escaleras, entré al departamento, dejé mis cosas y veo que Valentina está hablando con Kender.

—Y entonces vengo y... ¡hola, Hush! —me dice Valentina mientras ondea su pata saludándome y me sonríe como a mí me gusta. Cierra los ojos, me enseña sus dientes y su cabeza se ladea un poco. No sé qué demonios me está pasando que me quedé como tonto viéndola mientras me saludaba. La vi hermosa, muy tierna, sexy en esa pijama y noté que no llevaba sostén porque se le notaban los pezones encima de su blusa. Me hizo sonrojarme. —¿cómo te fue en tu día?

—Muy bien, gracias. ¿Cómo les fue ustedes?

—Parece que ya tengo trabajo, tengo un amigo que está en una fábrica entrenando al personal del lugar y yo tengo bastante conocimiento respecto a la administración de fábricas. Entonces va a intentar convencer a su jefe para meter a otra persona al business, o sea yo. —Dicen Kender mientras me mira sonriendo, también. Cabe destacar que vi que ambos estaban en pijamas, Kender tenía unos shorts semi ajustados y una playera negra de tirantes. Ambos (Valentina y Kender) son igual de liberales. Mientras estén en confianza no les importa que los vean casi desnudos. A mí sí me importa, pero ya estoy acostumbrado a Valentina. Pero ver cómo se marca el paquete de Kender me asusta un poco.

—kender y yo estamos platicando acerca de la fiesta de mañana, le pregunté a Peter si podía ir con nosotros y dijo que sí. Parece que es bastante casual la fiesta, pensé que era elegante y no. Jajaja, ay, ya me emocioné de nuevo. —vi como Valentina estaba moviéndose demostrando que realmente sí está muy emocionada. Yo me volví a sentir celoso. —Nos vamos a ir a las 6 de aquí, mañana. ¡Ujúuuuu!

Valentina se voltea para continuar la plática y yo nada más le digo que me voy a dormir ya. Me meto a mi cuarto para despojarme de mi ropa, encender otro cigarrillo, abrir la ventana y contemplar la ciudad de este jueves en la noche. Qué semana tan rara he tenido. Quiero salir de aquí.

HushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora