「Acto 1」

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♖  — La situación de ella—♖


Ahí me encontraba... nuevamente sentada en aquella sección olvidada de la escuela. Ya que por alguna razón, extraña he de añadir, los alumnos o profesores no solían ir a esos corredores—que eran solamente utilizados en ocasiones especiales como festivales o algún tipo de celebración absurda y obsoleta de la institución — incluso teníamos prohibida la entrada a este, pero poco me importaba realmente. Yo solo iba a disfrutar de buena música y tener una buena lectura en paz y nadie podía prohibirme eso. Después de todo, no es como si estuviese haciendo algo malo ahí adentro.

También presentía, que por ese motivo aquél muchacho de facciones aniñadas y de una tez blanca —que podía casi compararse con el pulcro blanco de su camisa— venía a este lugar. Sentía que en realidad tocaba para liberarse y tal vez satisfacerse así mismo. Que no buscaba el reconocimiento de nadie más que no fuera el suyo propio.

A veces me preguntaba que pensaría, si supiera que una fisgona, venía corriendo todos los días a la misma hora para escucharlo tocar y que se desvanecía unos minutos antes de que terminará de hacerlo—si, incluso sabía cuando terminaba de tocar exactamente —;  me reí ante las infinitas reacciones que podría tener. Porque a decir verdad, desde la primera vez que lo había escuchado tocar accidentalmente hacía tres meses atrás, me había parecido un desperdicio que nadie escuchará semejante diamante en bruto que representaba él y sus melodías. Solo iba allí a disfrutar y también porque pensaba que alguien, debería de oír lo que él tocaba o componía.

No planeaba molestarlo, es más, el irme antes era para no ocasionarle molestias a él. Para evitar que se sintiera incomodo con mi presencia. Después de todo, lo último que quería, era cortarle las alas de su inspiración.




La pieza que estaba tocando ese día era realmente conmovedora, hasta podría decir que era melancólica, lo que me hacía cuestionarme si esa melodía reflejaba su estado de animo. Tenía, incluso, la teoría de que él tocaba según como se sintiera en ese momento. Aunque claro estaba, solo eran suposiciones mías y no sabía si eran acertadas o no; mi teléfono comenzó a vibrar repentinamente y supe que era momento de marcharme, puesto que, seguramente terminaría pronto de tocar —siempre empezaba y terminaba a la misma hora, no sé si lo hacía apropósito o solo era un habito suyo—. Agarré mis cosas con cuidado, para no hacer ruido, y me levanté meticulosamente, caminando despacio y hasta en puntitas de pie, para evitar que me escuchará.

Cuando estuve fuera del pasillo, caminé con tranquilidad y dejé reposar la correa de mi mochila en mi hombro, mientras seguía leyendo en el libro que había sacado de la biblioteca de la escuela sin mucha atención; mientras lo leía, me permitía de vez en cuando imaginar que el protagonista de aquél libro juvenil que sostenía en mis manos, era ese chico con rostro de cara de pan bimbo.

Le había puesto así, porque su cara era muy blanca y tenía unos cachetitos que lo hacían lucir, extrañamente, adorable.


Sentí como, de repente, unos dedos se enrollaban en mi hombro y tiraban de ellos con fuerza, obligándome a pararme en seco. Me asusté pensando que podría ser él, que me había descubierto, pero al girarme y ver aquél rostro fastidiosamente familiar, relajé por unos instantes mi expresión.

— ¿Qué quieres, Namjoon? — Solté con desgana.

Pude observar como en él se formaba una sonrisa maliciosa ¿Por qué siempre me estaba molestando o merodeando por donde yo estuviera? ¡Era molesto!

—¿Desde cuando tenemos tanta confianza, tú y yo? Para ti, soy "majestad Kim." — dijo con orgullo y egocentrismo; ¿No le daba vergüenza soltar semejantes cosas? Digo, porque realmente lo que él decía era lo que diría un niño de tres años y hasta dudaba que un niño de esa edad lo dijera realmente.

—Ni en sueños te voy a llamar así—Le contesté, rodando mis ojos y volviendo a retomar mi marcha, tratando de dejarlo atrás. Sin embargo, Namjoon me siguió con pasos seguros y grandes zancadas.

—¿Qué andabas haciendo en aquellos pasillos olvidados? Sabes que esta prohibido ir para allá ¿A caso has leído algún libro extraño y quieres hacerte la rebelde ahora?— Canturreó con un claro tono de burla. 

 —No te interesa. — le dije tajante — Es más ¿Por qué no vas a molestar a otro lado? Quiero leer en paz y contigo aquí, a mi alrededor, no puedo hacerlo.

Él se rió ante mi comentario y amagó con tocar mi cabeza con su mano derecha, pero me alejé antes de que pudiera hacerlo.

—No me toques— Le advertí

Namjoon, para mi sorpresa, se veía gustoso de las reacciones que me provocaba. Definitivamente era un niño pequeño — Tranquila nena, no muerdo.

 —No me llames "nena" tampoco.  — gruñí haciendo énfasis en la ante última palabra—Y lo de no morder... lo dudo mucho, eh.

Conocía tan bien el historial de Kim Namjoon con las mujeres, que incluso podía hacer un mapa conceptual de todas sus relaciones. Y no, no es que yo quisiera realmente saberlo, sino que todas las chicas de mi clase habían terminado con el corazón roto por él y siempre veía que ellas venían llorando cada vez que él las dejaba; por esa razón, es que trataba de mantenerme alejada de él. De hecho, lo había conseguido pero en los últimos dos meses Namjoon había adquirido una fijación extraña de molestarme o esperarme a la salida de todos los lugares que iba.

—Aunque no me creas, no te voy a morder... aún claro.  —Su repentina aclaración hizo que ladeará un poco mi cabeza para observarla, un poco asustada ¿A qué se refería con aún? Porque si dependía de mi, sería más bien un "nunca" —Por ahora, me gusta solo molestarte.

—¿Por qué te gusta molestarme? Puedes ir hacer algo más productivo, como conseguirte una novia nueva, que de eso eres un especialista—Le solté con desinterés. Él empezó a reírse al escuchar mis palabras.

—No quiero. Eres más divertida que otras chicas; además me encanta cuando rabeas. Pareces un perrito pequeño tratando de parecer rudo.

No le contesté nada y simplemente cerré el libro que estaba leyendo para fijarme en mi camino. Si le contestaba, la conversación se haría infinita y terminaría perdiendo yo. Pero si por el contrario, dejaba de responderle, llegaría un momento que se cansaría de mi y se iría a molestar a otro lado.


Siempre pasaba eso.


Cuando fijé la vista en un punto muerto del jardín de la escuela, me percaté que él salía de aquél corredor, con la correa de la mochila colgando de un solo brazo y los auriculares puestos; su pelo negro y su blanquecina tez, lo hacían parecer una obra de arte digna de admirar. Incluso desde mi posición

No negaré que incluso me puse a babear por él, en aquél momento.

—Así que has estado viniendo aquí por él ¿No? — Comentó, Namjoon, rompiendo nuestro mutismo.

Me estremecí ante las palabras de Namjoon. Paré mi marcha y me quedé quieta, analizando al sujeto al lado mío—¿Qué?— pregunté, fingiendo no haber escuchado bien.

 —Se llama Yoongi. Min Yoongi.  — me dijo con tranquilidad—Pero nena, ni sueñes con él. No estas en sus ligas, su novia es mil veces más bonita que tú.


Pude escuchar el gocé de las palabras de Namjoon y también pude oír claramente como, por extraño que parezca, mi corazón y tal vez, algunas ilusiones de niña tonta que se habían creado en mi, se rompía en pequeños pedazos.

Las palabras de él, habían calado hondo en mi. Y no precisamente, para bien.


Eloquence | [ m.yoongi ].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora