Capítulo 30

4.1K 323 47
                                    

—Maldito vampiro descerebrado... ¡Lo hubiese dejado mudo también!

—¿Cómo? ¿Qué has dicho, Emma?

La aludida volteó al verlo, y le dedicó una mirada tan asesina que Isaí terminó levantado las manos en señal de rendición, entendiendo tal vez que era mejor no preguntar. Y no era para menos, pues Emma estaba tan molesta con él que no se me hacía difícil pensar que estaría encantada de arrancarle la cabeza a la menor provocación.

¿Y el motivo? Pues era sencillo: los chicos se habían molestado y nos habían impuesto un castigo, el cuál había sido idea del mismísimo Isaí –por eso el enojo de Emma hacía su persona–, y constaba en "someternos" una noche entera. Con eso me refería a que debíamos servirles en todo lo que necesitaran, y vestidas además con un uniforme ridículamente corto y escotado. En pocas palabras, éramos como sus sirvientas. O bueno, Emma, Cristaly y Emma lo eran.

Mamá había salido limpia de todo eso al no ser vista, y en mi caso mi título de gobernante me había ayudado y gracias a eso me había librado de usar un uniforme y tener que hacer otras cosas, aunque de igual manera tenía que ser castigada también, así que yo tenía que preparar toooodo lo que a ellos se les ocurriera, y las chicas debían llevárselos.

Ese podía considerarse un trabajo fácil, pero créanme, cuando ellos se lo proponían hasta lo más fácil parecía volverse casi imposible. ¡Eran unos pesados!

—Bleer, ¿qué ha pasado con mi pastel de chocolate sabor a sangre combinada con fresas? ¡Se lo pedí a Taylor y me dijo que aún no estaba listo!

El idiota número uno fue el primero en ir a molestarme a la cocina, donde yo me esforzaba por juntar los ingredientes adecuados y necesarios según la página web que había terminado consultando.

Al escucharlo, rode los ojos, medio fastidiada.

Justo a eso me refería. Era un pesado, y estaba segura que eso del pastel se lo había inventado solo para verme sufrir intentando hacerlo.

—Me pediste algo rarisimo que ni siquiera sé cómo se prepara, así que no molestes, Isaí. Ve a sentarte y espera.

No le presté atención y seguí mezclando los ingredientes, siguiendo algunas de las instrucciones que me mostraban en internet.

Bleeer, tengo hambre ya —insistió, arrastrando más de lo debido la e en mi nombre.

Levanté los ojos al cielo, pidiendo paciencia mentalmente, y dejé el recipiente que traía en los brazos para dar la vuelta y encararlo. Tomé la primera fruta que se me atravesó en el camino y se la extendí.

—Para la espera —le dije con una pequeña sonrisa forzada, viendo cómo tomaba la naranja que le ofrecía con el ceño fruncido.

—Pero...

Mi mandíbula se apretó con fuerza al escuchar el principio de su queja, y apenas pudo pronunciarla antes de ser interrumpido.

—O te comes eso y dejas de molestar, o el plato principal de hoy será vampiro rostizado.

Mis manos se apretaron con fuerza sobre la encimera, y mi sonrisa, lejos de desaparecer, se amplió, haciendo que el miedo en los ojos del vampiro se hiciera notable.

—Eh... No, yo... Solo iba a decir que prefiero las manzanas... ¡Pero no hay problema! Las naranjas también son bonitas, son tan redondas y... y tan naranjas. ¡Me encantan! —una sonrisa vacilante se dibujó en sus labios mientras hablaba y retrocedía de a poco, y antes de lo previsto lo ví dar la vuelta y salir apresurado de la cocina—. ¡Haz mi pastel tranquila! ¡No hay prisa!

Reina VampíricaWhere stories live. Discover now