Capítulo 9

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Mi corazón ya no latía cuando desperté de nuevo.

El dolor físico se había ido también, no había quedado ni el mínimo indicio de él, lo cual me había hecho sentir aliviada al saber que no debía soportarlo más, sin embargo, sentía ese vacío ahí... Ese agujero en el pecho y esa sensación de estar incompleta, de que me faltaba algo muy importante.

El silencio absoluto de aquel que había hecho ruido y mucho más allá de eso por años en mi pecho era lo peor que podía escuchar, y aunque sabía que estaba muerto ya, dolió. Aún cuando había dejado de palpitar, sentí que llenaba de dolor mi pecho y se reflejaba en esas lágrimas que momentos atrás habían recorrido mis mejillas.

Cuando había que tomar una decisión importante que cambiaría tu vida, y se estaba entre la espada y la pared, era obvio que, de todos modos, al final algo dolería. El golpe contra la pared, o el encuentro contra la espada; ambas eran decisiones dolorosas pero necesarias, porque no se podía elegir un punto medio entre ambas. Eso era vivir en constante amenaza de tropezar y caer en el lado equivocado.

Yo me había ido contra la espada, y había dolido, pero tenía que seguir porque ese había sido el camino que había elegido. Debía aprender a empuñarla para conseguir mi objetivo.



Unos pasos me alertaron de la presencia de alguien más incluso antes que la persona llegara a estar cerca de mí, siendo su voz al llegar a mis oídos minutos después la señal de su cercanía.

—Realmente pensé que morirías...

Su palabras llegaron a mí como un susurro, y sus ojos me miraron con una tristeza que me hizo sentir culpable. Mamá lucía aliviada y aterrada en cantidades iguales.

—Lo siento.

Yo había sido la causante de su angustia en los últimos días, lo sabía, y no estaba bien. Había sido muy egoísta al pensar solo en mí, en lo que yo sentía y no en lo que podía sentir ella también. Había sido una tonta, y estaba arrepentida.

—Mamá...

Sus brazos me envolvieron con fuerza antes que pudiera decir algo más, y la sorpresa llenó mi sistema con la misma rapidez con la que ella había acortado la distancia entre ambas. No pude reaccionar de inmediato, pero tampoco tardé mucho en hacerlo y terminar envolviéndola con mis brazos también.

—No sé qué fue lo que te llevó a cambiar de opinión, pero me alegra mucho que lo hicieras —expresó con la voz llena de sinceridad, haciendo que un sentimiento cálido me llenara el pecho.

Sentí un nudo formarse en mi garganta, siendo su gesto inusual y sus palabras las causantes del mismo, y me aferre más a ella. La abracé con más fuerza, deseando encontrar en aquel abrazo toda ese consuelo y tranquilidad que solo ella podía brindarme.

Al cerrar los ojos en medio de aquellos momentos, vi a mi papá unirse a las dos en ese abrazo, y una sonrisa ladeada se curvó en mis labios de manera inevitable mientras múltiples emociones encontradas revolvían todo en mi interior.

Venían tiempos difíciles, él lo había dicho bien, pero yo era la reina, ¿no? Tenía el poder para soportarlos y combatirlos. Podía hacerlo y lo haría, aunque fuera lo último que hiciera en mi vida.


~•~


La universidad nunca me había parecido tan ruidosa como en aquellos momentos.

Habían personas conversando por todos lados, escuchaba sus pasos, el trote de algunos, sus respiraciones e incluso la manera en la que sus corazones latían, bombeando sangre a sus sistemas. Todo, hasta el mínimo ruido llegaba a mis oídos, y era algo molesto. Me aturdía y no hacia más que llenarme de ganas de irme lejos de allí a un lugar donde todo fuera más silencioso.

Ahora mis agudizados sentidos suponían otro reto para mí, y debía aprender a manejarlos antes que el ruido que causaba del mundo entero a mi alrededor me volviera loca.


—¡Bleer!

Decir que la llegada de Caitlin y Emma me sorprendió sería una mentira, pero no podía negar que la reacción de la primera sí consiguió descolocarme. Su abrazo fue tan repentino, que sentí que su piel quemaba contra la mía cuando entraron en contacto, cosa que me obligó a separarme casi de inmediato.

El rechazó descompuso las facciones de Caitlin en un gesto cargado de asombro y confusión.

—¿Te lastimé? —quiso saber, mirándome con los ojos abiertos de par en par.

Ahí caí en cuenta de mi brusca reacción.

—No —Mi cabeza se sacudió en una negativa inmediata, y el arrepentimiento caló hondo en mi sistema a medida que era más consciente de mi arrebato. Dios, debía ser más cuidadosa—. No, Cait, lo siento. No fue nada de eso, solo...

—Estás muy fría —mencionó la chica entonces, ignorando lo recién ocurrido al tiempo que se abrazaba a sí misma—. ¿Segura que estás mejor?

El silencio le siguió a sus palabras cuando, sin estar preparada para esa pregunta, no supe qué responder. Me quedé callada, mirándola sin dejar ver el efecto que su pregunta había tenido en mí.

—Cait, deja a Bleer tranquila —Para mi suerte, Emma intervino—. Hace un frío terrible acá, y ella no vino muy abrigada, así que es lógico que su cuerpo tenga esa temperatura, ¿no crees?

Los ojos de Caitlin pasaron de mí a Emma, y en ella permanecieron un par de segundos antes de desviarse a algún lugar que no me molesté en averiguar. La vi hacer una mueca antes de volver a decir algo.

—Tienes razón. Discúlpame, Bleer.

Una sonrisa apenada fue dirigida en mi dirección, consiguiendo una negativa y un «No te preocupes.» de mi parte como respuesta. La chica no volvió a insistir en nada más a partir de ese momento, y mentalmente le agradecí a la pelinegra por haberme salvado de aquella situación. Habría querido agradecerle de verdad, pero sabía que no podía, así que no pude hacer más que prometerme a mí misma que encontraría luego la manera de hacerlo sin que tuviera que hablarle de nada sobre el verdadero motivo del cambio de temperatura en mi cuerpo.

Aquel inició me hizo más consciente de los cuidados que a partir de aquel momento debía tener, y lo único que deseé entonces en medio de tantas cosas nuevas fue que el encuentro con cierto chico de ojos claros no se sumara a la lista de cosas con las que tenía que lidiar ese día.

Reina VampíricaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora