Capítulo 2: Una bolsa de bollos calientes

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Lamentablemente, olvidar el "incidente" me resulta imposible. No cuando a partir de ese momento me pasa todas las noches. Las poluciones nocturnas, los sueños eróticos y las hormonas revolucionadas vienen y van por etapas y no es algo que me haga sentir incomodo porque se cómo lidiar con ellas. Pero lo que no puedo manejar es que tenga que pasarme en esta enorme cama donde hay dos personas muy juntas, y esa otra persona es el chico que duerme con la expresión de un ángel pero durante el día es un demonio.

Wolfram realmente ha tenido una paciencia de oro. Durante los últimos días de la semana he abusado de él continuamente, y no en el sentido sexual, solo que mientras duermo pateo, lo dejo sin sabanas y hoy he llegado a darle un puñetazo en la cara. Su grito me hace volver al mundo real por completo. No puedo recordar exactamente que estaba soñando, solo sé que era un sueño rosa, ¿pero de que clase como para repartir golpes?

—¡Yuuri, maldito imbécil! —su voz está apagada porque tiene su rostro entre las manos. Wolfram patea el colchón con ira varias veces—. ¡¿Por qué tenías que golpearme en el rostro?!

—¡Oh, no! ¡Cuánto lo siento! Por favor dime que no te rompí la nariz o algo.

Me mira enfurecido sosteniéndose la nariz, está tan enojado que incluso muestra los dientes. Hasta su frente esta roja y dudo que sea por el golpe.

—¡¿Qué carajo estaba soñando?! ¡No, sabes que, no me importa!

El Wolfram amable que no hacia comentarios ha muerto, ¿qué me espera ahora que es sincero? Aunque tiene la ropa de dormir caída y su cabello rubio ondulado todo despeinado su apariencia es completamente intimidante. Los músculos de su cuello están tensos y sus ojos verdes centellan.

—Necesitas parar con esto. No pienso pasar otro día más sin que me dejes dormir tranquilo. Tienes que controlarte.

—P-pero no puedo controlarlo.

—Como noble, y como hombre, mínimamente tienes que saber controlarte. Más si se trata de tu dignidad. He tenido paciencia, pero no puedes estar esperando que se te pase solo, es una etapa indefinida de tu edad. Así que mejor empieza a lidiar con tus frustraciones sexuales antes de que te avergüences públicamente, porque no puedo permitir eso.

Tengo algunas preguntas en este momento, la que está predominando tiene que ver con si a él no le pasan estas cosas. Por como habla, parece que no. Él se arregla el cabello para clamarse y vuelve a mirarme más tranquilo.

—Como veo que no te queda claro, déjame que yo te lo aclare. Tienes dos opciones aquí. Una de ella es masturbarte hasta que estés satisfecho.

Tan directo como siempre, pero no está diciendo más nada, aunque creo que puedo imaginar lo que sigue.

—¿Y la segunda?

Wolfram enarca una de sus cejas perfectas, suspira y entra en modo engreído.

—Escucha, puedes pedirme que te satisfaga, incluso puedes tocarme cuanto quieras o explorar lo que sea que tengas que explorar todo lo que quieras, no hay ningún problema con eso. Pero te advierto una sola cosa, tengo límites.

—Eso... no tiene sentido, lo que acabas de decir, te estás contradiciendo, ¿a qué te refieres con límites?

—No me tientes hasta el punto en que no puedas hacerte cargo. Aunque puedo ser muy paciente, no soy el tipo de hombre que le guste verse frustrado.

Mejor dejamos esta conversación aquí por el momento.





Siempre que estoy solo me pongo a divagar sobre las cosas que han pasado últimamente. No tengo sueño así que estoy recostado en el sillón de la habitación haciendo nada. Lanzo la pelota de beisbol al aire y en ese momento entra alguien a la habitación. Me asomo a mirar por un borde, Wolfram tiene en la mano la edición especial de la última novela de Anissina, un tomo enorme forrado en tela verde "uniforme de Gwendal".

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