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      EL TIEMPO PASABA LENTO CUANDO EL año escolar había acabado, pero eso no significaba que Emily cada día aprendiera cosas nuevas junto a su madre. Los días de vacaciones había acompañado a su madre al trabajo entreteniéndose mucho allí, las personas del lugar le habían tomado cariño a la pequeña y la consentían mucho, además de que siempre quería ayudar en algo por lo que le daban pequeños trabajillos para entretenerse.

Sin embargo habían días en los cuales quería quedarse en casa pero que su madre no la había dejado, le daba miedo dejarla sola. Y eran aquello días en los que pensaba que necesitaban a alguien más en la familia, en si su madre conocería a alguien y se enamoraría de nuevo.

Emily se había puesto a pensar un día en el nuevo año escolar que vendría, recordando los niños molestos y malhumorados y pensando en que quería un cambio, quería alguien con quien hablar y divertirse sin que se burlaran de ella, y eso se lo diría a su madre.

—Mamá. —Elena se encontraba sentada en el sofá sentada a su lado, volteo a ver a su pequeña en cuanto esta la llamo y pudo verla nerviosa.

—¿Qué pasa amor? —Preguntó con una sonrisa dándole confianza para hablar.

—¿Podrías...cambiarme del colegio para el año que viene? —Preguntó la niña nerviosa mientras jugaba con sus dedos.

—¿Por qué quieres cambiar de colegio? —Su madre apagó la televisión y miró a su hija esperando una respuesta. —Pensé que te gustaba.

—No me gusta mi escuela mamá. No tengo amigos y la maestra es una persona que siempre está molesta, ni siquiera intenta ser amable conmigo.

—¿Cómo que no tienes amigos? Pensé que todo iba bien con ellos. —Preguntó Elena con su ceño fruncido y confundida.

—No mamá, siempre estoy sola. Los niños se burlan de mí, dicen que soy aburrida y extraña. —Dijo la pequeña triste.

—¿Y porque dicen eso cariño? Tú eres una pequeña excelente y amas jugar.

—Lo dicen porque me gusta leer, son malos conmigo. Además, creo que se dan cuenta de que veo Fantasmas. —Elena al oír eso se preocupó, esto ya estaba muy en serio.

—Amor te he dicho que los fantasmas no existen. —Dijo Elena.

—Claro que si mamá, siempre los veo —Gruño la pequeña haciendo un puchero, en ese momento el niño que vio en el Mc'Donald aparece al lado de su madre —. Mamá allí hay uno. —Emily señala a su lado. Elena voltea con miedo pero al hacerlo no ve a nadie, vuelve a ver a su pequeña, el niño se va.

—Yo no veo a nadie amor. —Dijo Elena triste al ver el puchero de la niña que estaba a punto de llorar.

—Se fue en cuanto volteaste mamá. Tienes que creerme. —Dijo y sus ojos se volvieron cristalinos a la vez que sobria su nariz.

—Esta bien amor. Te creo. —Dijo Elena.

—Entonces ¿Me crees? —Emily se limpió la nariz y observó a su madre.

—Si mi amor. —Dijo limpiando las lágrimas de su hija.

—Gracias mamá, te amo. Gracias por creerme. —Emily abrazo a su madre a lo que ella le devolvió el abrazo, confundida por la situación de su hija.

• • •

AL DÍA SIGUIENTE.

      Elena vistió a su niña para salir en cuanto la despertó por la mañana. Su hija estaba confundida, era muy temprano para ir al trabajo de su madre pero no dijo nada.

Luego de vestir a su pequeña le dijo que la esperara mientras ella se cambiaba. Emily corrió a su cuarto y empezó a jugar con sus muñecas hasta que alguien se sentó a su lado. Al voltear su rostro, Emily vio de nuevo a aquel niño que ya había en anteriores ocasiones.

No se asustó, ese niño no era malo, por lo que mantuvo la calma. El chico tenía el pelo castaño claro, Piel un poco bronceada, ojos azules y vestía ropa de salir.

—¡Hola! —Saludó la pequeña Emily mientras seguía jugando con sus muñecas.

—Hola —Respondió el niño del cual no sabía su nombre. El niño le parecía divertido y amable como para entablar una conversación.

—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Emily, con cierta duda, aunque se relajó cuando lo vio sonreír.

—Mi nombre es Leonardo, pero me puedes decir Leo —El niño con una sonrisa —. ¿Y el tuyo?

—Mi nombre es Emily. —La pequeña lo miro sonriendo.

—Un gusto Emily. —Se escucharon pasos en el pasillo. —Bueno Emily, me tengo que ir, tu madre ya viene pero pronto volveré ¿Vale?

—Vale. —El niño desapareció y justo en ese momento su madre llegó a la habitación.

—Emily ¿Con quién estás hablando? —Preguntó Elena mientras se acercaba a la habitación, escuchó a su hija hablar por lo que decidió preguntar.

—Con nadie mami. Sólo jugaba. —Emily se levantó y tomó la mano de su madre.

—Es hora de irnos cariño. —Ambas empezaron a caminar por la casa.

Emily sintió a alguien mirarla, así que giró su mirada y vio a Leo. Él le hizo un gesto de despedida con su mano a la que ella le devolvió. Sin duda este era el comienzo de una linda amistad.

 Sin duda este era el comienzo de una linda amistad

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EMILY • COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora