Capítulo uno

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Michelle

Estaba echadita en mi cama revisando mi celular y escuchando música.

Mientras estaba cantando me llegó un mensaje de la Cassandra.

Perrita Cassie

Hueoncita, acompáñame a la plaza?

Yo:

A qué hueona?

Perrita Cassie

Estoy aburrida :( , vamos po y pelamos un ratito jeje

Yo:

Ya weno

Me levanté y me cambié de ropa, igual me eche su pinta loca. Quién sabe, quizás el amor de mi vida este ahí.

Baje y saque una manzana, salí y vi a la Cassie afuera de mi casa.

—Hola amiga.—le di un beso en la mejilla y cerré la puerta.

—¿Que estabai haciendo?—caminamos a la plaza mientras me comía la manzana.

—Nada, más fome el día.—La Cassie se río y caminamos a la cancha.

Con la Cassandra éramos como vecinas, yo vivía en el pasaje y ella como saliendo del pasaje ¿por qué mierda somos vecinas? Nuestros viejos son amigos de la básica y siempre planearon vivir cerca. Espero en un futuro hacer lo mismo con esta wacha.

Nos sentamos y mire a los hueones que jugaban básquetball.

—Cachai que vi un camión de mudanza.—mire a la Cassie que me tomó la manzana y le dio una mordida.

—¿En serio?—le quite la manzana.—¿Vecino nuevo dices tú?

—Ni idea, ojala fuera así.—hizo un puchero.—Tengo ganas de conocer gente.

Mire a los cabros que estaban jugando, e igual estaban ricos, creo que vivían en el otro pasaje pero no los cachaba mucho.

—Pero háblale a esos que están jugando po.—me rei y se puso roja.

—Nah, se ven pesados.—miro a los chiquillos y me reí.

—¿Y qué sabi tú? quizás sólo tienen la cara.—me encogí de hombros.

—Puede ser.—se quedó pensativa.—Pero me da vergüenza.

Ahora se puso tímida la hueona.

Me pare a botar lo nada que quedaba de manzana y volví a sentarme.

—¡Cabras, cuidado!—gritaron y sentí como una pelota cayó en mi cabeza.

—¡Conchetumare!—me toque la cabeza y la Cassie estaba caga de la risa.

—Michelle ¿estai bien?—me abrazo, maricona igual se ríe.—La huea chistosa.

—Callate hueona.—me reí y vi como uno de los hueones se acercó.

Estaba cagado de la risa, no sé cual es el chiste, si esas pelotas duelen. Ojala que le llegara a él y en todo los cocos. El hueon tomo la pelota y se fue.

Ni siquiera un "¿estai bien?" "sorry, fue un accidente" o cualquier cosa que diera apoyo moral.

—Oye hueon, por lo menos pide disculpa—la Cassie le gritó y el mino se giro.

—Yo dije "cuidado"- hizo comillas con los dedos.—Que ella no se diera cuenta ya no es mi culpa.

—Claro po, lo dijiste cuando la pelota ya estaba en su cabeza. Aparte no te cuesta nada pedir perdón.—La Cassandra se paró tomándome del brazo.

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