Capítulo 6: ¿Vacaciones o Luna de Miel? Eh...

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[Leyna]

Tom Kaulitz, el sujeto que hace dos meses no toleraba cerca, que su personalidad infantil y mujeriega me pateaba el hígado, se ha convertido en las últimas siete semanas en un constante en mi vida, justo como los bebés en mis entrañas. Me he acostado con él, me he casado con él, estoy siendo madre con él... me estoy yendo de viaje con él.

No entiendo cómo las cosas se han ido tan de madres. ¿En qué momento me permití ser una de sus "muñecas"?

No creo que nunca vaya a llegar a una respuesta.

No sé por qué me estoy cuestionando eso justo ahora.

Siento el avión estabilizarse bajo mi trasero mientras se alcanza la altura ideal, entonces la actividad comienza. Las azafatas continúan atendiendo a los pasajeros que dejaron a la mitad antes de despegar, algunos pasajeros se sueltan los cinturones, otros se levantan al baño, y yo siento como si mi estómago aún estuviera en el suelo.

— ¿Te sientes bien? —pregunta Tom junto a mí, asiento, pero no despego los ojos del asiento de adelante.

—Podría tener nauseas, o podría vomitar, ya te diré —intento hablar sin abrir mucho la boca, tengo la sensación de que se me saldrá todo si suelto los dientes.

—Tsssk —mi mirada va en automático al asiento junto a mí, Tom está mirando hacia alguien y sigo la dirección de su mirada, es una azafata, de esas que salen en calendario, y con un vuelco en el estómago me doy cuenta de que me di cuenta con resentimiento.

Es una rubia con lo que podría ser el uniforme de la aerolínea, su camisa blanca no oculta un sostén negro de encaje, de súper mal gusto, y el chaleco solo acentúa esa parte muy proporcionada de su cuerpo, además, dudo que la tela que va desde la cintura hasta dos centímetros bajo su trasero cualifique como falda, para rematar, es guapa. Tiene el cabello largo y lo trae atado en una coleta alta, sus ojos son verdes y tiene facciones simétricas, lo que sí se nota falsos son los labios, donde derrocha un labial rojo brillante.

Voy a vomitar.

Pero no vomito. Todavía.

—Buenas tardes señor —su voz es suave, pero bajo eso hay un deje de coquetería, y se está bajando, como poniendo todos sus atributos al alcance de las manos de Tom.

Lo miro a él, la está mirando, claro, sus ojos brillan con interés y casi desearía traer zapatos con tacón y enterrarle uno en el pie o más al centro de su anatomía. Sin embargo me aguanto, soy una mujer madura, casada, que tiene sexo ocasional con su marido al que no ama. Casi se convierte en mi mantra por esos segundos que le toman a la azafata formular la segunda pregunta.

— ¿En qué puedo ayudarle? —su voz destila sugerencia.

Oh por Dios, por un momento parece que estamos en una película XXX de baja calidad, a continuación, él le diría que no sabe dónde están los baños, ella diría que le muestra, veinte, no, cinco minutos después él regresaría quitándose ese labial barato de los labios, con algún trenza deshecha y herpes.

—Buenas tardes Linda —no le dijo eso, miro hacia otro lado, no necesito verlo coquear, ya es suficiente con escucharlo—, ¿podrías traerle una botella de agua a mi esposa? —voy a sufrir del latigazo después, pero estoy volteando tan rápido que el cuello me truena.

Tom está sonriendo y deslizando una mano en mi pierna para enfatizar que se refiere a mí. Ojos verdes ahora me mira, parece darse cuenta de que trencitas no está solo, luce incómoda bajo mi mirada. Intento no lucir satisfecha, pero por dentro estoy bailando jiga.

Noise!2Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz