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Las cosas han mejorado en mi casa esta semana, ya es Viernes y mi nevera está llena de comida y al parecer el sueldo de mi madre aumentó esta semana, dejando que nos demos el lujo de estar en una pizzería, la mejor de Florida, a decir verdad, las pizzas son calientes, el queso tiene un sabor exquisito y son de masa gruesa, como a mi me gusta.

— Una pizza familiar, por favor. — ordena mi madre con una sonrisa en sus labios pintados con lápiz rojo. Que resalta con sus ojos color verde y su cabello marrón claro.

— Hey, yo quiero una familiar para mí solo. — habla por primera vez Luke. Mi mamá le dirige una mirada de advertencia. — Yo la pagare. — saca dinero de su cartera, dejándonos a ambas sorprendidas, el ni trabaja.

— Bien — mi mamá carraspea y observa al mesonero, quien espera con paciencia. — Serán dos familiares.

Cuando el señor se va, ella mira a Luke y yo solo intento mantener la calma e ignorar todo, al rededor mío una pareja de viejitos comienzo graciosamente, la señora ayuda a su marido —eso asumo yo— a comer, y él le sonríe con amor puro, intento pasar por alto que mi madre está casi gritándole a mi hermano por su estúpido comportamiento. Sin embargo, interrumpo.

— Vamos, cállense, estamos intentando tener un momento de paz. ¿Cierto? — intento sonar tranquila y no grosera.

Mi mamá inhala y exhala y Luke solo rueda sus ojos azules.

— Tienes razón, Dina. — me sonríe y acaricia mi mano, yo le sonrío de vuelta y acomodo mi vestido, ya que la brisa me pego en los muslos, causando un escalofríos, sin embargo disfruto del aire libre.

— Yo, yo gané ese dinero en una tonta apuesta. — confiesa Luke y yo asiento sin entender nada. ¿Apostando que?

— ¿Que apostaste, Lucas? — mi mama suena molesta, al llamarlo Lucas se que lo está.

— Unos discos de bandas, eran míos, madre. No te preocupes.

— En fin, no es mi problema. — dice ella intentando calmarse, yo veo a Luke y niego con mi cabeza, decepcionada, sin embargo él me gana hablando de edad, por lo que no puedo hacer nada. — Dina, cariño, anoche hice galletas para el vecino.

— ¿Que vecino? — pregunto con curiosidad.

— Bueno, cariño. ¿Recuerdas que la señora de al frente estaba vendiendo su casa? — me mira esperando una respuesta, yo asiento. — Bueno, consiguió quien se la comprara, anoche vi un camión de mudanza, y hoy, tú, pequeña. — me jala los cachetes haciendo que éstos se pongan rojos. — Darás la bienvenida a quien sea que esté ahí, llevándoles esas galletas.

No me molesta en lo absoluto, siempre me gustó ser amable con las personas nuevas, no me gusta que se sientan fuera de lugar, o algo por el estilo, sé lo que se siente. Así que simplemente asiento a lo que mi madre me dice y mi felicidad incrementa cuando el mesonero viene a nuestra mesa con la pizza en sus manos.

Tomo un trozo y lo coloco en mi plato y espero a que se enfríe un poco, para comerlo, mi mamá y Luke ya mastican su comida, y después de unos segundos yo tomo el primer slight de pizza, lo muerdo y cuando estoy por tragar casi me ahogo al ver a Ashton entrar por la puerta del establecimiento. Oh Dios mío. Por favor que no me vea, por favor diosito, iré a la iglesia, lo prometo. Pero al parecer las energías a las que le rogué me ignoraron completamente, ya que él voltea al pedir en la caja justamente hacia nuestra mesa, con su uniforme, que le queda realmente hermoso, el rubio me sonríe coquetamente y veo cómo se dirige a los baños, dándome una mirada pícara.

— Mamá, iré al baño, me estoy haciendo pipí. — intento hablar sin tartamudear.

— Bien, cariño. — ella sonríe y yo agradezco que no me vaya a acompañar. Me levanto de la silla y al estirar mi vestido camino hasta allá.

El pasillo de los baños es largo y yo me quedo ahí, esperando a que él salga, sin embargo apenas me volteo siento como alguien tapa mi boca, reprimo un grito y cierro mis ojos fuertemente al sentir como introducen mi cuerpo a uno de las cabinas.

— Niña traviesa. — me susurran y yo reconozco su voz, me suelta y yo le sonrío con vergüenza, sus ojos me ven con lujuria y yo solo logró sonrojarme. — ¿Esa es tu familia? — me pregunta enarcando una ceja, yo asiento. — Respóndeme, Dina. — toma mi mentón y me besa con ternura, y con una pizca de pasión.

— Sí, señor.

— ¿Como acordamos la otra vez que me llamarías? — me pregunta con voz ronca, yo busco en alguna de mis ideas en mi cabeza, y recuerdo después de un rato la última vez que nos vimos, cuando le hice una ¿mamada?.

— ¿Daddy?

— Así es nena, daddy. — deja besos por mi cuello y sube por mi mandíbula hacia mis labios. — ahora me debo ir, tengo que resolver la mudanza.

— ¿Mudanza? — pregunto al recordarme de las palabras de mi mamá.

— Así es, nena, tú daddy se mudará, para estar cerca de su princesa. — acaricia mi cabello y se va del baño, dejándome confundida y algo excitada.

pure :: afiOnde histórias criam vida. Descubra agora