Única parte

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Para los muertos, dormir no es lo mismo que para los vivos. Es más tranquilo, profundo, solitario... eterno. Sin embargo, a veces, ese sueño puede ser perturbado.

Ahora mismo me pregunto qué sucedería si un muerto despertara. Nunca antes me había formulado esa pregunta. No, mientras estaba vivo, pero oigo la voz pronunciando mi nombre, llamándome, y siento que debo contestar.

Cierro los ojos (o tal vez lo tenga abiertos, no lo sé. En esa oscuridad es imposible darse cuenta). Me parece oír la voz de alguien que una vez fue importante para mí. ¿Cuál es su nombre? Comienza con M... M... No recuerdo. La vida se me aparece como un montón de imágenes nebulosas y confusas. Ella está ahí, sonriendo.

«M».

Sonriéndome.

Mi nombre es pronunciado una vez más, y mi cuerpo se retuerce en un doloroso espasmo. Mis pies golpean la madera. Apenas puedo moverme en este espacio tan reducido. Me han encerrado, sepultado.

«Alguien sáqueme de aquí».

Mis piernas vuelven a sacudirse, esta vez con más fuerza. Nunca me ha gustado el encierro. Me da la sensación de que me ahogo. Qué gracioso. Los muertos no pueden ahogarse. Sin embargo, el temor persiste. Se apodera de mi mente y me obliga a moverme con mayor energía.

«Sáquenme».

Siento cómo mis delgados dedos resbalan sobre la seda, y abro un surco en ella con mis uñas. La rompo. Oigo mi nombre una vez más, y todo mi cuerpo se sacude, dolorido.

«Dejen de llamarme o tendré que contestar».

No quiero estar aquí. La oscuridad me aterra. Me han dejado solo y no puedo moverme. El silencio es intimidante, porque no oyes nada. Ni siquiera el latido de tu propio corazón. Sé que no respiro. No vivo. Estoy muerto. No obstante, aquí estoy, deseando escapar.

Cuando un vivo te llama, necesitas responder. En especial cuando llora, pronunciando tu nombre.

Yo no puedo llorar, mis ojos están secos. Ni siquiera sé si están abiertos o cerrados.

Quiero volver a dormirme. No me gusta estar despierto. No hay calor, no hay placer, solo dolor.

Y miedo.

«Déjenme volver».

Sé que será imposible apaciguar mi alma. No, después de haberla oído llorar y suplicarle al cielo traerme de regreso. ¿Para qué querría que yo reviviera? No soy más que un cuerpo carente de vida, un despojo hecho de huesos y carne putrefacta. Tengo conciencia pero no recuerdos, ni alma, ni pulso. Solo soy.

Aquí.

Ahora.

Despierto.

La madera se astilla. Cruje. Se rompe. No siento dolor al romperla. Mis manos hurgan la tierra mojada. Esta se mete en mis ojos, mi nariz, mi boca. No me molesta. No me importa. Nada siento ya.

«Ya voy a buscarte, M».

Ella me ha despertado. Por lo tanto, mi deber es encontrarla.

Me arrastro fuera de mi ataúd. Un ascenso lento y difícil, considerando mis torpes movimientos. Hace meses, tal vez años, que mi cuerpo descansa bajo tierra. No he podido verme, pero supongo que mi aspecto no es el mismo que cuando estaba vivo.

Buceo bajo la tierra en busca de la liberación. Cuesta pero lo logro. No me siento cansado. Sin embargo, siento algo que no he experimentando nunca: mi estómago no gruñe, pero deseo alimentarme. Quizá M tenga algo de comer. Me apresuraré a buscarla. No debe de estar lejos.

Mis pies se arrastran por el césped mojado. Veo mi silueta dibujándose sobre las lápidas. Una figura que se mueve bajo la luz mortecina de la luna menguante. No recuerdo mi nombre. La vida pierde su significado cuando has formado parte de la nada. Tu conciencia se desvanece, tus emociones y sueños se vuelven confusos y los vas olvidando. Nada queda luego de un tiempo. Nada, excepto algunas imágenes fragmentarias.

«M», pienso.

Apresuro el paso. Las tinieblas me envuelven junto con la niebla. Sigo observando mi sombra, que pareciera estar viva. Una marioneta hecha de carne, eso soy. Sin sangre en las venas, sin la necesidad de llenar mis pulmones con aire. ¿Para qué respirar?

Sin embargo, tengo hambre.

«Te encontraré».

Circulo a paso lento a través de las tumbas, un caminante errante con la ropa hecha girones. Estiro los brazos como si fuera posible sostenerse del aire. Doy un paso a la vez, avanzando mientras la ciudad duerme, mientras todos ignoran mi existencia.

En la lejanía, distingo una luz. Un pequeño punto anaranjado que se enciende y se mueve, cortando la penumbra con un haz de color.

Me detengo un momento y logro oír un suspiro. Hay alguien ahí: una figura oscura, dándome la espalda. ¿Será ella?

Si los ojos me sirvieran, podría distinguirla. Si mi voz no se hubiera desfigurado y roto, la llamaría para que viniera hasta mí en lugar de ir a buscarla.

Me pongo en marcha. Mis piernas se mueven cada vez más aprisa. No quiero perderla. Sé que está esperándome... esperando mi regreso de entre los muertos. Cuando se dé vuelta al oírme llegar, se alegrará de verme. Dejará de llorar porque al fin he despertado y he vagado en la noche con el fin de encontrarla.

La pequeña luz se desliza en el aire y cae al suelo. Se extingue al cabo de unos segundos. La sombra se mueve, se aleja y yo apresuro el paso para no perderla.

La desesperación me consume. No quiero estar solo. No quiero volver a la helada prisión de la que me he escapado.

Mis dedos rasguñan la oscuridad. Abro la boca para decir algo.

«He venido por ti», quiero gritar, pero mi voz no sale. Solo un gemido ronco, agudo y sin sentido se abre paso a través de mi laringe reseca.

Se ha detenido. ¡Ella se ha detenido y se da vuelta!

Doy un paso delante. M no me ha visto, apenas logra distinguir una figura humana que se mueve hacia ella.

Avanzo otro paso.

«He venido por ti», repito en mi cabeza. Pero ella no puede escucharme. No hace más que verme con ojos espantados.

El sonido sale de mi boca de nuevo, un alarido sordo y moribundo.

Ella también quiere hablarme, sin embargo parece que es incapaz de hacerlo. Su cuerpo tiembla. No puede moverse, está paralizada por el miedo.

Y yo sigo acercándome, un paso a la vez, impulsado por el hambre.

«Nunca debe perturbarse el sueño de los muertos. Si te oímos llamándonos, despertaremos. Si pronuncias nuestro nombre, iremos por ti. Y créeme, no querrás que te encontremos».

FIN

La historia fue incluida en la antología Noches de espanto, publicada por perfil oficial de terror en español (TerrorES)

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La historia fue incluida en la antología Noches de espanto, publicada por perfil oficial de terror en español (TerrorES). 

 Espero que les haya gustado!!

El sueño de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora