Capitulo 1 - La vida de Cristal.

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–                   Mmmm... No quiero – sé quejó el pequeño –, tengo sueño.

Cristal, suspiró y volvió a moverlo.

–                   Aún no sé cómo no te has acostumbrado. Todas las mañanas es lo mismo si llego tarde, no habrá comida.

Leo al escuchar aquello se levantó de un salto y en menos de treintas segundos, ya se estaba poniendo el uniforme de la escuela. Cristal sonrió, aparte de que su hermano pequeño es un perezoso también es un goloso le encantan comer y sobre todo las cosas dulces.

–                   Y recuerda, por favor, no hagas travesuras si te expulsan ¿Dime quién ira a la Universidad, Eh? – le regañaba mientras llegaban a las puertas de la escuela.

–                   ¡Que sí! Me portaré bien – contestó el niño poniendo los ojos en blanco –. Bueno, adiós – dijo con rapidez.

–                   ¡Alto ahí! – exclamó Cristal, deteniéndose en el medio de la calle –. ¿Y mi beso? – preguntó, con unos terribles pucheros.

–                   Cris, eres mi hermana. Además, ya soy grande – refunfuñó Leo, acercándose a la mejilla de su hermanita. Que más que hermana es como su madre. Ya qué Adela, nunca lo fue para él. La adicta a la heroína los abandonó. Por eso nunca ha querido saber de esa mujer. Su única familia es Cristal, que lo es todo para él.

–                   Así me gusta y recuerda espérame en la puerta. En la tarde tengo clases más temprano, llegaré apurada –  Cristal se despidió agitando la mano.

**

–                   ¡Siempre tarde! – exclamó Benito, con molestia –. Ya te lo he dicho pequeña, soy muy generoso contigo.

Cristal, respiró antes de contestar, había corrido como loca para no llegar tarde, pero es que es imposible llegar puntual. Las mañanas son así: Llega tres minutos tarde y Benito se ahoga en un vaso de agua.

–                   Sí, lo siento, señor Benito, no volverá a pasar – respondió, con voz agitada.

–                   No, no volverá a pasar, ya que no habrá segundas oportunidades – contestó aquel hombre mayor de edad, con cara repleta de manchas y arrugas a causa de los años.

Cristal solamente asintió en silencio. Al parecer Benito no andaba de buen humor y es mejor dejarlo así a pesar de todo él le dio trabajo con tan sólo catorce años. Siempre ha sido una buena persona, refunfuñón y con sus días, pero con un gran corazón.

–                   Hola, princesa – saludó Gabriel, un compañero de trabajo. Estaba parado justo en la entrada del mostrador, con su espléndida sonrisa de todos los días.

–                   Hola, Gaby ¿Qué tal todo?

–                   Bien... Aquí con el cascarrabias de Benito. Hoy está con un genio que ni él mismo se aguanta.

–                   Sí, ya me he dado cuenta ¿Sabes que es lo que le pasa? – le preguntó algo curiosa.

–                   He oído que supuestamente cerraran la cafetería. Al parecer Benito debe una buena cantidad de dinero – murmuró bajito, Josefa, la encargada de la cocina, que hubo asomado la cabeza metiéndose en la conversación.

Sólo... ¿Bailas?Where stories live. Discover now