slight insanity

411 35 18
                                    

(it's cool, we can still be friends de bright eyes, vayan a escuchar !! perdón por el sinsentido)

Tus ojos me duelen. Me perforan, me lastiman, me magullan, me hacen sangrar en silencio. No sé si lo notas. Antes lo hacías siempre. Antes, cuando tú no eras la razón de ello, me habrías tomado la mano. Entras, me dueles, te inclinas. Antes, cuando el amor era inocente y no sabía la definición de lastimarte, me habrías dado un beso en los labios.

Ahora, que el pasado está difuminado por una capa —no lo suficientemente— espesa de pedazos de corazón y lágrimas, sólo me das un beso en la mejilla. La confusión se va tan rápido como llega y tengo que encontrar fuerzas de entre donde no las tengo para murmurar algo que no sé qué es.

No has crecido, pero tienes el pelo más largo y más tatuajes que la última vez. Los ojos te brillan menos. Tal vez ahora mismo te estén brillando más solamente por estar conteniendo las lágrimas. Hago como que no lo noto y me pregunto si estarás utilizando tú la misma táctica conmigo; ya no lo conozco, ya no lo noto, ya no me importa. Pero te conozco y lo noto y me importa(s). Pero no te lo digo porque tú no me lo vas a decir tampoco.

A veces confundimos dignidad con orgullo; los separa una línea muy fina. Es como una cuerda floja; tienes que ir muy derecho o te caerás para alguno de los dos lados. Misión imposible, no vas a llegar al final de la soga porque no tiene uno. Y entonces resbalas. Y es ahí cuando te das cuenta de que en vez de caer estás levantando la cabeza pero has hundido a medio planeta en el proceso. Porque dignidad no es lo mismo que orgullo, aunque cuando hay amor de por medio no nos damos cuenta.

(Te quiero) a mi lado pero te sientas en el suelo y solo te veo la nuca. No dices nada a pesar de que quieres abrir la boca y comentar lo bonitos que son los cuadros —mis cuadros— que hay en la pared y qué tan patéticos los jarrones. Pero no lo haces porque a la confianza la ha borrado el desconocimiento. Y nunca te he visto tan callado, aunque hace tanto que no te veo sin más que no sé si debería parecerme extraño.

Tu sien casi me toca la rodilla y sólo quiero que subas al sofá conmigo y te acurruques en mi regazo y me dejes acariciarte el cabello hasta dormirte. Que me obligues a decirte que te quiero diciéndolo antes tú; que te quiero, que te extrañé, que te necesitaba aquí más que a nada en el mundo. Pero alejas la cabeza y yo alejo la pierna izquierda y es cuando comenzamos a evadirnos después de dejar de hacerlo, y aunque yo no lo comprendo tal vez seas tú quien lo hace. Mi cabeza me dice que está bien así, que luego de tanto tiempo ya me he acostumbrado. Pero es que cuando estabas lejos lo único que necesitaba era que estuvieras cerca. Y ahora que lo estás necesito tu mano en la mía, y tus labios en mi mejilla, y tus ojos sobre mí y tu ropa en el suelo. Y no tengo nada de eso ni puedo pedirlo, y ahora duele más.

Las cosas inalcanzables se vuelven imposibles en un milisegundo. ¿O es al revés? ¿O es lo mismo? No sé, ni me interesa, porque eres ambas y lo serás (y tal vez has sido) siempre. Y aunque no quiero que lo seas nunca más no puedo juntar el coraje suficiente para abrir la boca y decir algo porque ya no lo merezco ni tengo derecho de hacerlo, y ya ha pasado demasiado tiempo como para recuerde cómo hacerlo bien, y más miedo que quedarme callado me da la idea de no hacerlo y que te vayas otra vez.

Al final lo haces de cualquier manera, justo cuando estoy listo para apagar todas las luces y subir las escaleras tomado de tu mano. En vez de ver la forma de tu cuerpo al reflejo de la luz que entra por la ventana de mi habitación veo tu figura salir por la puerta y creo que alzo la mano y estoy casi seguro de que logro decir poco. Y te vas, de nuevo, como ya hiciste más veces de las que puedo contar aunque todas esas son aún menos de las que lo hice yo. Pero ahora tengo un papel arrugado entre los dedos, que sin embargo me produce más desasosiego que esperanza.

Pero me obligo a pensar diferente, intento enfocarme en la mejora, en el avance, en lo bueno que es que el hecho de que vuelvas a estar a mi alrededor. Y cuesta, porque nunca es suficiente y es extraña la sensación de estar sentados frente a frente y no poder hacer rozar mi pie con tu pierna ni que estires el brazo para quitarme una mancha de café de los labios, o que me tomes de la mano intentando que nadie lo note.

Parece tan complicado; es tan ajena la sensación de tener que contenerme, tan incómoda la nostalgia cuando me susurras adiós en voz tan baja que apenas te oigo. Y tan incontrolable la necesidad de tomarte de las mejillas y contártelo todo, con la sinceridad que conseguíamos sólo en noches furtivas en tiempos (no tan) olvidados. Tal vez si te miro a los ojos con la suficiente fuerza me creas. Pero apenas me devuelves la mirada y las palabras se quedan estancadas al final de mi cuello, obstruyendo ideas ya desechadas y fe que pensaba que ya había muerto hacía mucho. Y sin embargo me comprendes, porque el silencio siempre fue nuestro mejor lenguaje y tal vez sientas las palabras no dichas a través de las puntas de mis dedos.

Y lo entiendes y te mueves y mis pulgares nunca estuvieron tan fríos como al dejar tus pómulos y aunque tienes los ojos secos puedo ver las lágrimas dentro de tus iris avellana, o tal vez son sólo las mías propias abriéndose paso entre carne y cristal y desesperanza y me dices que no. Supongo que es justo (¿es que no fui yo quien rechazó la necesidad tantas veces antes?) pero puedo sentir cómo los pulmones se contraen en mi caja torácica y si no son mis costillas las que comienzan a romperse sistemáticamente entonces tal vez pueda ser mi corazón.

Te lastimé lo suficiente. Lo sé. Merezco menos. No lo dices, pero también sé esa parte. Así que tal vez sea hora de alejarse al menos por las siguientes veinticuatro horas porque no lo merezco, y no lo merezco, y no te merezco, ya no, sobre todo ahora no. Ecos de demasiado tarde y una botella llena que podríamos compartir si confiara en mi autocontrol, pero mientras no lo haga y mientras tú tengas la culpa de ello me quedaré aquí, ahogado en recuerdos difuminados que espero desaparezcan con dos tragos más de whiskey.

star-crossed lovers » frerardजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें