Capítulo 1

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Olivia: Recorremos el pasillo en silencio hasta el ascensor. Mientras esperamos, levanto un instante la cabeza hacia él, que está mirándome de reojo.

Sonrío y él frunce los labios. Llega el ascensor y entramos. Estamos solos. De pronto, por alguna inexplicable razón, probablemente por estar tan cerca en un lugar tan reducido, la atmósfera entre nosotros cambia y se carga de eléctrica y excitante anticipación.

Se me acelera la respiración y el corazón me late a toda prisa. Elliot gira un poco la cara hacia mí con ojos totalmente impenetrables. Me muerdo el labio. —A la mierda la cordura —dice y Se abalanza sobre mí, me empuja contra la pared del ascensor.

Antes de que me dé cuenta, me sujeta las dos muñecas con una mano, me las levanta por encima de la cabeza y me inmoviliza contra la pared con las caderas. Madre mía.

Con la otra mano me agarra del pelo, tira hacia abajo para levantarme la cara y pega sus labios a los míos. Casi me hace daño. Gimo, lo que le permite aprovechar la ocasión para meterme la lengua y recorrerme la boca con experta pericia. Nunca me han besado así.

Mi lengua acaricia tímidamente la suya y se une a ella en una lenta y erótica danza de roces y sensaciones, de sacudidas y empujes. Levanta la mano y me agarra la mandíbula para que no mueva la cara. Estoy indefensa, con las manos unidas por encima de la cabeza, la cara sujeta y sus caderas inmovilizándome.

Siento su erección contra mi vientre. Dios mío… Me desea. Elliot Stabler, el dios griego, me desea, y yo lo deseo a él, aquí… ahora, en el ascensor. —

Eres… tan… dulce —murmura entrecortadamente. El ascensor se detiene, se abre la puerta, y en un abrir y cerrar de ojos me suelta y se aparta de mí. Tres hombres trajeados nos miran y entran sonriéndose. Me late el corazón a toda prisa. Me siento como si hubiera subido corriendo por una gran pendiente.

Quiero inclinarme y sujetarme las rodillas, pero sería demasiado obvio. Lo miro. Parece absolutamente tranquilo, como si hubiera estado haciendo el crucigrama del Seattle Times . Qué injusto. ¿No le afecta lo más mínimo mi presencia? Me mira de reojo y deja escapar un ligero suspiro. Vale, le afecta, y la pequeña diosa que llevo dentro menea las caderas y baila una zamba en signo de victoria

Me he adelantado hasta aquí,
Como se darán cuenta esta historia será llena de sexo muy erótica
Espero les guste ¡COMENTEN PARA SABER SI SEGUIR O NO!

(PAUSADA)50 sombras de BENSLER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora