Capítulo 7

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Por lo visto, la anemia había afectado demasiado a Bastian Cavendish pues al día siguiente llegó muy temprano a trabajar, apenas diez minutos después de Leonora.

La chica apenas lo podía creer.

-¿Está seguro de que se siente bien? – le preguntó exageradamente, casi deletreando la frase.

-Sí, mucho y antes de tener que seguir recibiendo tus llamados con indicaciones para tomar el hierro, comer, etc, etc...me parece más saludable venir a trabajar. – contestó él aunque su tono de voz era ligero y de buen humor.

Entró a la oficina y se puso a revisar papeles, al rato Leo entró con una bandeja.

-¡¿Y mi café?! ¿Qué es esto? – chilló Bastian.

-Jugo de frutas y un sándwich. No volverá a tomar café hasta que se realice nuevos análisis y digan que está bien.

-¡Niña, he pasado los últimos diecisiete años tomando café y no he muerto, así que déjame en paz!

-No lo hará bajo mi guardia, así que olvídelo, bébase el jugo y necesito su tarjeta de crédito...

-¿Bajo tu guardia?

-Siempre me gustó la frase, es buen momento para usarla – contestó ella encogiendo los hombros.

-¿Y quieres mi tarjeta de crédito? ¿Piensas aprovecharte de un hombre enfermo?- le dijo pero ella no contestó , sólo agitó la mano delante de él, urgiéndolo a que le entregara la tarjeta.

-Volveré en media hora- le dijo cuando él se la dio.

-Eso es nuevo, ¿te vas? ¿y mientras estoy "bajo tu guardia"?

-Trabaje, verá como el tiempo le pasa rápido...quién sabe, podría hasta gustarle –contestó la chica y salió de prisa mientras Bastian reía.

Regresó exactamente media hora después, tal como había dicho y le devolvió su tarjeta.

-¿Ya compraste diamantes? ¿O fuiste a pedir al banco que me la cancelara?

-Le contraté un servicio de catering de comida casera durante un mes, es un negocio nuevo y de bastante fama , hacen comidas a pedido para gente que está muy ocupada y tiene mucho dinero. Ellos se encargaran de enviarle almuerzo y cena, ya me aseguré que el menú incluya lo que usted necesita para recuperarse de la anemia, y además es comida cara y rica, así que no hará pataletas...- explicó ella.

-Gracias, Leoncito, siempre piensas en todo. Serías una estupenda madre.

-¡Ni lo sueñe!- contestó ella saliendo nuevamente.

-¡¿Qué?!

-No pienso adoptarlo – le contestó desde la puerta.

-Esa no era mi idea- dijo él pero Leo ya no lo escuchó.

Los días siguientes fueron calmos, sin sobresaltos y con Bastian Cavendish trabajando y llegando a horarios relativamente apropiados. Leonora no podía dejar de sentirse incomoda, como si aquello anunciara una tormenta de dimensiones colosales, que su Jefe estuviera comportándose no podía augurar nada bueno.

-Mañana es la exposición, ¿ya preparó todo? – preguntó Leo entrando a la oficina.

-Sí, todo listo.

-¿Seguro que no confundió los medicamentos? – le preguntó ella haciendo alusión a su cambio de actitud. Bastian le sonrió con todo su encanto.

-Claro que no, pensé que era buena idea balancear un poco y darte un poco de tranquilidad luego del trabajo que te di.

-Sólo espero que le dure- respondió ella.

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