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Alissandra Mordine era una mujer hermosa. Aun que su cabello fuera pelirrojo y en Europa muchos lo consideraban una imperfección la de mirada celeste era una clara excepción.

Resulta que la italiana no sólo destacaba por ser hermosa. De alguna manera lugar donde se paraba era el mismo donde emanaba una paz extrañana; por ello decidió estudiar medicina. Ahora con la carrera apenas concluida y con una reputación muy pulcra tuvo la oportunidad de marcharse a Ciudad Gótica. Bien, realmente no era algo que ella quería, su residente en turno la recomendó a uno de los más ricos habitantes de esa ciudad: el multimillonario y filántropo Bruce Wayne.

Definitivamente el dinero no era lo que había movido a Mordine de su placentero y hogareño lugar natal europeo si no mas bien las grandes influencias que ese tal Wayne había tenido que mover para poder llevar a la chica hasta allá -considerando la lejanía entre ambos lugares-. Le intrigaba más que cualquier otra cosa lo entusiasmado que su residente había estado al saber el nombre de su próximo cliente y no era algo muy normal verlo sonreír "eres una buena doctora Ali" argumentaba y ella podía jurar que aún sentía las palmadas paternas en su cabeza "por eso Bruce te quiere ahi".

El expediente del multimillonario también la dejaba perpleja: contusiones, fracturas, esguinces, heridas de arma blanca...¡todo tenía ese hombre!.

Mientras miraba por la ventana al avión bajar Muchas preguntas se formularon como ráfagas de viento ¿por que de todos los doctores la eligió a ella? ¿por que la mando traer desde Italia?. Se sentía insegura y como no estarlo si hace poco término su carrera, aun no tenía experiencia profesional.

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Cuando era pequeña soñaba con volar lejos de casa y poder establecerse por si misma en un hogar que ella construyera con su propio trabajo. Su madre Angela, le enseñó todo eso.
Jamas conoció a su padre y la niñez la vivió sumergida en la pobreza...pero amada. Si algo le agradecía a su difunta madre era, definitivamente, que la amo mas que nadie y que la protegió hasta su último aliento.

Ahora recorría las afueras de Gotham City; escuchaba en la radio del auto que rento las cuatro estaciones de Vivaldi, una pieza muy conocida entre violinistas. Tarareaba delicadamente las pisadas del instrumento de cuerdas y se perdió mágicamente en el bosque que encontró unos metros más frente a ella.

Alissandra siempre fue criticada por ser tan incrédula. Y es que ella no creía en la maldad del mundo por lo que siempre se podía ver bondad en su mirada.

La cita con Bruno Wayne era dentro de dos días. Él mismo se ofreció en ir por ella hasta el aeropuerto y darle techo en su mansión. A ambas cosas no se pudo negar. A la primera por que su encargado de seguros y administrador de citas la obligó y a la segunda por que...tambien.

Además de ser incrédula también era terca; pero su rostro era tan angelical que nadie podía regañarla así que aprovecho sus dones y decidió tomar un avión por su cuenta y reservar un hotel días antes, Aún que su representante le regañaría después; no todos los días dejas plantado a un multimillonario..

La ciudad desde la lejanía no se veía tan mala como la pintan, sus calles estaban limpias, el lago transparente y los edificios estables; aunque esa era una perspectiva fugaz. Estacionó el auto rentado a la sombra de un árbol y apago su música, tomó su bolso y tras ponerle seguro al carro se dispuso a caminar.

Cuando era pequeña muchos se burlaban de ella por no tener papá, ser pelirroja y demasiado tonta. Aun que con el tiempo perdono todas las heridas ocasionadas y regresaron de otra manera su mirada sigue siendo noble y serena. Luego llegó la muerte de su madre, ella lloro días enteros. Días en las que no soltó una sola lágrima, lloraba por dentro pero por fuera aún sonreía ¿por que? Le prometió a su madre jamás llorar.

Varios minutos después llegó a la orilla de río, no era tan hermoso como se lo imaginaba de lejos pero tampoco era tan feo como los periódicos describen a ciudad gótica en general.

Luego pensó en Batman y se sonrojó ¿iría a conocerlo? Cuando supo que viajaría a la ciudad más peligrosa de todas investigo cuanto pudo y, de alguna manera termino enamorándose de él. (Otro defecto que la italiana pelirroja tenía) se había fascinado con sus actos heroicos y que sobre todo fuera capaz de cometerlos sin ninguna habilidad especial como superman. También se entristeció, sabia que todo metrópolis esta de luto por la pérdida se su superhumano y que, ella también lamenta por que estaba de acuerdo con la protección que brindaba.

Bajó con cuidado el desnivel para poder admirar el agua con más detenimiento; era espesa pero no se veía sucia. Suspiro con una sonrisa y estiro sus brazos; Alissandra sabía a la perfección que una nueva vida comenzaría y que sea a donde fuera ella tenía que dar lo mejor para curar a las personas. Personas que necesitarán de ella como....

-HAHAHAHA- ese sonido la desconsertó por completo, dio un pequeño salto y se giró sobre su propio eje para encontrar al dueño de esa débil risa.

-¿hay alguien?- se dispuso a decir en voz baja pero no escucho a nadie responder.

No podía irse sin estar segura de estar sola así que camino en dirección a donde creyó haber escuchado esa simpática pero escalofriante risa. "Debe ser amable" pensó mientras caminaba en busca de un individuo.

-¿no hay nadie?- preguntó de nuevo y por segunda vez no recibió respuesta.

Suspiro resignada y se giró en dirección contraria para regresar al auto hasta que escucho una risa similar y mucha más débil. Corrió sin pensarlo dos veces antes de perder el rastro de aquello que estuviera cerca y al seguir la orilla del lago se topo con algo que jamás hubiera imaginado en su día perfecto del comienzo en su nuevo día.

¡Mamma mía!- exclamo con preocupación. Frente a ella posaba un hombre pálido, con la mirada perdida en el atardecer y con la sangre desbordando de su abdomen. -¿Que le sucede?- peguntó con la esperanza de que estuviera conciente y de que así tuviera posibilidades de sobrevivir.

Jalo apresuradamente su mascada y la rompió para crear una obstrucción entre la herida y el exterior. En su auto tenía el botiquín de primeros auxilios y su estuche médico, si conseguía estabilizarlo tendría posibilidades de recuperarse y detener la coagulación. Suspiro.

Sus manos estaban llenas de sangre y su ropa empapada en ese espeso líquido; pero no iba a dejar que muriera.

-tranquilo- habló apenas lo miró a los ojos. Eran azules y penetrantes pero estaba idos, como si además de ella, esa mirada pudiera ver más. Se dio cuenta que la admiraba, la examinaba como si estuviera intentando plasmar dentro de su memoria la imagen completa de la pelirroja. Ella sonrió - te pondrás bien; no dejaré que mueras-

Su sonrisa de oreja a oreja no sólo la confundió si no que también la hizo preocuparse. No fue hasta que callo dormido cuando alissandra lo contemplo con más detenimiento.
Su cabello era verde y estaba mojado, como si hubiera salido apenas del agua (cosa que comprobó por el rastro de sangre). En su frente traía escrito un tatuaje que significaba dañado y en su torso muchos mas que no quiso entretenerse de más.

Aun que el hombre quedo dormido en sus piernas su pulso seguía estable por lo que decidió correr a su auto, pasar por todo lo necesario, curarlo en ese lugar y esperar a que éste estuviera consiente de nuevo.
Seria tonto llevarlo al hospital sin saber donde hay uno. Es mas prudente esperar a que la hemorragia pare y suturar; eso decidió hacer por que era el deber de una doctora velar por sus pacientes aunque no supiera nada de ellos y ni mucho menos conozca el lugar.

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Ella [The Joker & tú]Where stories live. Discover now