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Arrancando las flores de raíz, sin dejar la tierra con rastro de ella. Habéis dicho que yo soy como la niebla. Hace poco comprendí la razón. ¿Es cierto que no te dejo ver con claridad, cariño? también me reprochaste; que reventé mis arcos de marfil en tu pecho. Que en vez de romperlos con mis rodillas los mastiqué. A veces siento que no me siento. Y que cuando me miras borras cualquier variación o intento de mantener mi cordura. Porque puedo escribir cien lineas de poesía y fumarme ciento dos. Y es que lo siento por los dos, es como un efecto melancólico soñador, siempre he sido loca con las letras y sé que hay demasiada diferencia al intentar conectar mis ideas en un frasco que no tiene fondo. Supongo que cuando vaya a querer tocarte las heridas me apartarás la vista y sólo gritarás a los tres vientos que te quedan, porque quizá te sane, o quizá te ahogue. Y nunca he querido hacerte mal, incluso he intentado apagar el fuego con mi garganta. Simplemente creo que hay distancias que nunca terminan y momentos que siempre se van con el viento, tal humo de cigarrillo a media noche. Porque son demasiadas las lunas que me he perdido por querer incrustar mis labios en tus huecos. Porque tus labios son abismos que ningún aventurero ni ebrio le gustaría explorar. Pero no olvides que soy poeta, amor, yo voy a ti con los ojos vendados y las manos atadas. Cariño, ¿a caso aún dudas de mí? Tan sólo quiero besarte el alma.

Párpados pesadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora