Capitulo 2: ¡¿Que tu que?!

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La campana sonó y salí como demonio del salón de matemática, solo una semana de clases y ya tengo trabajo para poner una empresa a funcionar.

Se me hiso extraño no ver al idiota de Nate ya que se la pasó toda la hora tratando de hacerme la vida de cuadritos. Además no se ni lo que pienso, quien necesita pensar en ese bueno para nada, solo para llamar mujeres sirve.

Me fue con mis dos piernitas caminando hasta casa, no tenía ganas de coger el bus y toparme con la mujer de las muñecas anormales que se sube al bus todas las tardes.

Al llegar a casa corrí subí hasta las escaleras entre a mi cuarto y me tire en la cama a hacer la tarea temprano para que me sobrara tiempo.

Al rato escuche a alguien subir las escaleras y para decir verdad sabía que era en mi dirección y la puerta se abre.

-Cariño cámbiate a una ropa decente mi niña.-me dice mi madre con un tono suave.

-¿Porque?-Le pregunte, ya que quería hacer esta tarea de Dalton y su partículas indivisibles e indestructibles.

-Para darle la bienvenida a los nuevos vecinos del Oro cariño.- Ósea mi madre va a darle la bienvenida a la gente que literalmente no nos dejaron dormir y solo hablan de su dinero? Aplauso a esto.

Me vestí con unos jeans color blanco y una camiseta color negra y unos vans negros, porque ganas no tenía para buscar ropa bien colorida. Me hice una cola de caballo que la verdad no me aguantaba mucho por el peso de mi cabello, como no era una persona de mucho maquillaje así que me puse...nada porque no tenía ganas.

Mi madre estaba llamando a mi hermana que estaba en casa de una de sus amigas, cuando termino me dijo que no iba a poder llegar y pues ella y yo fuimos a la grandota casa de nuestros nuevos vecinos, era bien grande obvio es de gente rica.

Mi querida madre toco el timbre de la puerta y cuando esta se abrió salió una señora alrededor de los 60.

-Somos los Slanders vinimos a darle la bienvenida a los Jeferssons.-dijo mi madre con una sonrisa.

La señora nos guío a una habitación bien pero bien grande al parecer era sala, parecía a una mesa de reuniones tenía una gran mesa con más de 10 sillas. A los 5 minutos a pareció una señora con pelo negro y ojos color miel y un señor con pelo rubio y ojos azules.

-Hola Karla tanto tiempo sin verte-dijo el señor.

-Si Matt, tantos años.

-¿Karla todo ha cambiado desde la última vez, cuántos hijos tienes?- Le pregunta la señora a mi madre, ósea esta gente ya se conocían?

-Solo tengo dos Karina y Joyce.-dijo mi querida madre.

-Oh nosotros tenemos dos también, dos varones. -dijo la señora. La cagó ahí yo con esperanzas que hubiera una chica a quien influenciar que me de sus chocolates.

Bueno no sé qué esperamos aquí, Karla si quieres puedes dejar a tu hija aquí en la sala mientras nosotros hablamos.

Yo sabía que mi madre estaba muy emocionada a ver aquí, ella no es así, yo debería estar en casa terminando mis trabajos sobre los triángulos de 45 45 90 grados.

-Si claro. Buena Karina...-dijo mi madre seriamente.

Si mama no te preocupes estaré aquí.- le dije dándole una sueva y sutil sonrisa.

Una señora más joven que la que nos abrió la puerta me guio por unos pasillos más grandes que las puertas del infierno y una escalera mega larga, que exagerada de mi parte.

Enamorada de una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora