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Tenía solo seis años cuando me dijeron esta frase por primera vez. Mi padrastro me regañó por haber roto la muñeca de Paulita, mi hermanita menor, su hija. No lo hice a propósito. Él me golpeó con su cinto. Mamá me defendió pero él dijo que yo debía aprender a comportarme y a cuidar las cosas que a él le salían demasiado caras. Yo solo quise ver la muñeca de cerca, él le compraba hermosos juguetes a Paulita... pero a mí nunca.

—No trates así a nuestra hija —dijo mi madre en defensa

—No es nuestra hija, es tú hija. Y debe aprender a comportarse —añadió enfadado.

—No me gusta que hagas diferencias, las dos son iguales para mí —se quejó mamá.

—Ella es diferente... Hay algo con ella, deberías llevarla al médico. No es suficientemente normal... diría yo.

Esa fue la primera vez que escuché esa palabra «suficiente».

No soy suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora