¿Esos son Villancicos?

900 24 2
                                    

                                                        ¿Esos son Villancicos?

Lorena, en realidad es un personaje secundario en esta historia…Pero, si no fuera por ella, este cuento no hubiera tomado el rumbo que realmente tomó.

Sucede que, en una nochebuena, la pequeña Nayla jugaba ávidamente con su querida muñeca de porcelana, regalo que le había sido entregado antes de la muerte de sus padres.

-Nayla!-llamó una voz seria.

Y aquí es donde entra Doña Lorena.

La niña detuvo su juego para ir obedientemente hasta el estudio donde su tía la esperaba impacientemente.

-Esta noche te presentarás en el auditorio Le Nosse así que alístate salimos en media hora.

-Pero tía-replicó la pequeña tristemente-…Es navidad!...¿Podemos quedarnos solo por esta vez?

Lorena le echó una mirada de extrañeza a su sobrina ya que para ella la Navidad no eran más que…¿Cómo decirlo?...Patrañas!...Sí, esta señora definitivamente tenía una cierta semejanza con el señor Scrooge.

-Escucha-Lorena se agachó para quedar a la altura de Nayla-…La Navidad solo es un mito, en realidad, ni siquiera es un mito…Es solo una celebración…ya sabes, comer galletas, adornar el árbol.

Lorena empezó a enumerar las conocidas y famosísimas costumbres navideñas con obviedad y desganes…Como si ya hubiera repetido ese discurso muchas otras veces…Y en realidad, así era.

-…Y el muérdago, Santa Claus, los renos…

-Y los villancicos??-interrogó la pequeña curiosamente.

Lorena rodó los ojos y bufó.

-Sí Nayla…también los villancicos.

La niña agachó la cabeza y se resignó…Lo que más le gustaba en su vida era: cantar…Eso, y jugar con sus muñecas…Pero, cantar era su pasión y esa pasión la expresaba al sentirse feliz…Y qué mejor época para sentirse feliz que…La Navidad.

Sin embargo, después de tantos sermones sobre: “La realidad del 24 de Diciembre”, su emoción navideña se comenzaba a dañar seriamente.

Esa noche, no festejó la Navidad, sino que fue a su concierto y así pasó consecutivamente hasta que cumplió 21.

Para ese entonces ya era una reconocida cantante y sobra decir que adoptó la misma actitud Cascarrabias de su tía.

Cantaba los villancicos por simple obligación y no expresaba ninguna emoción al recibir tarjetas navideñas de sus fans.

Frente a los reflectores era la conocidísima: “Madame Le chanteur” por su hermosa y potente voz.

Pero, entre las demás personas, que la conocían a fondo y sabían cada detalle de su personalidad, era llamada: “Madame Le râleur” que traducido al español significa: “Señorita Amargada”.

A Nayla, francamente, le importaba un bledo lo que se decía de ella, lo único que le interesaba era la fama y el dinero. El tiempo se había encargado de convertirla en una mujer orgullosa.

Si bien es cierto, su apariencia física le favorecía mucho. Tenía unos rizos dorados muy definidos y una tez blanca similar a la nieve.

Pretendientes le sobraban, pero tenía escasez de humildad.

Las Navidades siempre eran lo mismo: <<cantar, recibir el ramo de flores y esfumarse>>.   Jamás tenía algo en particular que hacer, salvo cepillar a su pequeñito gatito Frederick.

Cuentos de...¡Navidad!Where stories live. Discover now