Una taza de café

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La vista de Cho KyuHyun se clavaba en aquel autobús que continuaba su camino, dejándolo atrás. Su labio inferior se estiró hacia el frente de forma inconsciente mientras una de sus manos subía hacia su cuero cabelludo, agitándolo con frustración. Se había prometido no volver a llegar tarde a sus clases, más al parecer el destino jugaba en su contra. 

"¿Destino? Es todo culpa tuya. ¿El destino hizo que te quedaras hasta las tres de la mañana jugando en la pc?"

Maldijo a aquella voz en su cabeza que sonaba tan parecida a la de su Hyung. Su consciencia había decidido tomar aquella forma desde que lo hubo conocido, puesto que no había en el planeta ser más sincero y sin pelos en la lengua  que Kim HeeChul. Lo adoraba, no había dudas, pero muchas veces maldecía cuando su venenosa lengua era usada en contra de sí mismo. 

"¿Piensas moverte o te quedarás eternamente mirando la calle vacía?"

Unos cuantos minutos después, se hallaba tranquilamente caminado en dirección a una cafetería que quedaba a un par de manzanas de su casa. Se había abierto recientemente y lucía bastante coqueta desde afuera. Kyu le había prometido a Hee ir a la misma el fin de semana, pero sus tripas sonaban debido a que había salido de casa sin desayunar, y no quería volver porque era seguro que Hyung lo molestaría de nuevo, usando aquella estridente voz para recordarle que sería el único culpable si gracias a sus constantes faltas, perdía aquella materia. 

"¿Vamos, a quién se le ocurre dictar clases a las siete de la mañana?" 

...

"Vamos, ¿a quién se le ocurre trasnocharse jugando cuando sus clases empiezan a esa hora?"

...

Maldita conciencia.

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Había tenido que esperar como treinta minutos sentado en una banca al frente de la cafetería hasta que se hubo abierto por completo. En cuanto llegó, observó a un joven hombre retirando el seguro de la puerta, por lo cual supuso que no sería precisamente bienvenido a tal hora. Fue así que pacientemente se sentó, mirando con descuidada atención los movimientos del hombre. Primeramente había retirado las cubiertas metálicas de los ventanales, revelando el cálido interior. Había limpiado los vidrios y colocado las sillas en el piso, acercándolas a la mesa después de colocar sobre las mismas un vistoso mantel de color crema oscuro. La apariencia era fantástica, debía admitirlo. Se hubo hallado estirando el cuello para observar el color de las servilletas que colocaba, cuando la mirada del hombre lo atravesó, enfocándose en sus ojos directamente. Kyu abrió los mismos sorprendido, desviando la mirada con vergüenza por haber sido pillado en su escrutinio. 

Fueron unos cuantos minutos después de ello que finalmente el letrero de la puerta indicó que la cafetería estaba abierta al público. Y algo avergonzado aún por ese momento ligeramente incómodo, se dirigió a pasos dubitativos hacia el esperado lugar. 

Tomó asiento en una de las mesas para dos personas cerca de la ventana, observando al exterior con repentino interés, notando los apresurados peatones que no eran capaces de detenerse a observar la agradable fachada del lugar donde se hallaba. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Él tendría su siguiente clase en por lo menos un par de horas más, así que no tenía prisa alguna en disfrutar del repentino agradable olor que revivió sus sentidos. Un olor penetrante a café recién destilado. 

― Buenos días, cafetería Sweet Whisper. ¿Puedo tomar tu orden?

La voz lo sorprendió, por lo que giró la cabeza a la velocidad del sonido, enfocando en frente suyo aquel rostro varonil que lo hubo pillado espiando en sus procedimientos habituales para abrir el lugar. La sorpresa lo hizo hasta cuestionarse si había leído previamente el nombre de la cafetería. Un pequeño calor se formó en sus mejillas al darse cuenta de que había estado tan distraído en observar a la persona que tenía en frente, antes que cualquier otra cosa. 

Caramel MacchiatoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum