Capítulo II: LA ESPERA.

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Se quedó petrificado en la entrada del salón, mirándola fijamente, tan real después de meses viéndola solamente como un fantasma que bailaba en su mente.

"Usted debe de ser el Sr. Talbot".

Su tono no era ni severo ni desdeñoso. Era simplemente impasible. La nulidad de la misma corrió a través de él como el hielo. Se sintió totalmente inútil y congelado ante ella. No había palabras que vinieran a sus labios. No había nada que pudiera hacer o decir. 

Cuando volvió a la casa nunca la vio ni sintió su presencia. No sabía si era ella o Sir Malcolm el que estaba guardando la distancia entre ellos. Ninguna de sus conversaciones o el trabajo que hacía con él demandaban la presencia de ella, y Sir Malcolm solo la mencionaba impersonalmente. Ethan notaba que a pesar de la bondad que aun sentía el viejo hombre hacia él, su necesidad de proteger a Vanessa era todavía más fuerte.

Necesitaba a Ethan para ayudarle a luchar contra las fuerzas oscuras alrededor de ella pero eso era lo único que tenía él permitido hacer.

Sabiendo que estaba tan cerca y no poder verla era infinitamente más doloroso que cuando había estado a miles de millas de ella. Sus intensificados sentidos le tiraban hacia el embriagador aroma de ella y la bestia en él rugía de deseo. Cada parte de su cuerpo estaba rogando por ella, gritando por ella. Había experimentado muchos momentos en el pasado donde su amor hacia ella le abrumaba, desde los primeros días, cuando él la observaba sigilosamente, fascinado por su misteriosa belleza, hasta los oscuros días en América pensando en ella, tan lejos de él. Estos momentos contundentes palidecieron de cómo se sentía al estar en este lugar de nuevo y no poder verla. Estaba paralizado por su amor por ella, inválido ante la mezcla de la misma con el dolor agudo que le había hecho. Esto era su castigo, la devoradora agonía. Se lo merecía.

¿Qué podía ofrecerle para compensar todo el daño? No había nada que pudiera hacer para reparar el corazón de ella, eso era cierto, pero le debía algo. Le debía una disculpa por abandonarla, a pesar de que sabía que no iba a atravesar el cascarón en el que se había envuelto. Más que eso, ella tenía todo el derecho a echarle en cara como sus actos la habían herido. Merecía el derecho a castigarle en la forma en la que él la había castigado.

Llegó a la casa una noche, cuando no se le esperaba. Sir Malcolm abrió la puerta, y con una mirada furtiva por encima del hombro Ethan preguntó lo que quería. Cuando respondió, el viejo hombre tomó una respiración profunda. Ethan podía ver claramente cómo Sir Malcolm estaba luchando contra el instinto de proteger a Vanessa. El hombre mayor sabía que el vínculo entre Ethan y ella había sido algo que la había fortalecido y le había traído una pizca de paz y felicidad. Él sabía sin preguntar por qué Ethan había hecho lo que había hecho, y estaba al tanto de lo que iba a hacer. Se alejó de la puerta para dejarle paso a Mr. Chandler.

Cuando llegaron a la habitación de Vanessa, Sir Malcolm entró primero. Ethan esperó de pie en el pasillo, esperando a ver si podría tener la oportunidad de hacer esto, su corazón latía con fuerza, el miedo mezclado con pura alegría eléctrica de tenerla allí delante de él. Por favor Dios, rogó, sólo déjame contemplarla.

Después de un largo silencio la puerta se abrió, Sir Malcolm le asintió, dejándoles a solas. Examinó la habitación para verla allí, sentada en su escritorio escribiendo.

Rogabitque || penny dreadful ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora