UNO

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Arrastré los pies fuera de la casa, seguida por mi Madre y la bestia de mi hermana. No había parado de escuchar la misma canción una y otra vez y ya me estaba molestado. Subí al auto al asiento del copiloto y cerré de un fuerte tirón la puerta en un intento de cerrarla "delicadamente".

—Podrías ser un poco mas cariñosa con el auto, sólo digo. —reprochó Mamá entrando después de mí.

—Lo siento.

—Mamá, Mamá... ¿Puedes poner Tan Fá.. —interrumpí a mi hermana.

—No, no puede. —comenté molesta. —Tienes suerte que no conozco la cara del chico o los chicos que la cantan. 

—¿Por qué? —Cuestionó Mamá confundida encendiendo el auto.

—Los buscaría en el fin del mundo para decirles que... —Esta vez la interrumpida fui yo. 

—¿Qué son guapos? —Preguntó mi hermana emocionada.

—No, para decirles...

—¿Qué cantan hermoso? 

—No, para decir...

—¿Qué te quieres casar con ellos?

—¿¡No puedes cerrar la boca y dejarme terminar!? —Exclamé molesta. 

—Tranquilas chicas, Sasha deja que tu hermana termine de hablar. —exigió Mamá misteriosamente tranquila.

—Ya no quiero decir nada. —dije aún molesta.

—Como si me importara. —Susurró mi hermana, quizás pensando que no la escucharía pero sí lo hice. 

El camino al hospital fue largo gracias al tráfico, demasiado largo para mi gusto. La música en la radio no hacía que fuera más emocionante ya que sólo escuchábamos clásicos que Mamá "moría" por escuchar. ¿Qué hacemos en el hospital? Visitando a mi hermana mayor, Sarah. ¿Por qué? Justo ayer Bryant —su esposo— llamó a casa informándonos el nacimiento de Ryan —su primer hijo— y bien... Aquí estamos, esperando a Bryant en el gigantesco pasillo hospital entre paredes y personas enfermas. 

Sasha tomó asiento en el suelo recostada contra la pared, revisando su celular. Mamá parada a su lado mirando preocupada ambos extremos del pasillo y yo... Respirando. 

—¡Familia! —la familiar voz de Bryant llamó mi atención. Venía hacía nosotras con una enorme sonrisa en su rostro, se notaba cansado pero la alegría en sus ojos lograba disimularlo. —Vamos, vamos. —nos abrazó a todas rápidamente, no nos dejó ni siquiera saludarlo correctamente, al parecer tenia prisa, Sasha se paró tan rápido como pudo. 


Llegamos a la habitación reservada para Sarah, ella se encontraba dormida con el pequeño y hermoso bebé en el pecho. 

—Son hermosos, ¿No? —murmuró Bryant cerrando con cuidado la puerta detrás de nosotras. 

—¿Tu no has dormido nada? —preguntó Mamá a Bryant. 

—No se preocupe por eso, suegra. —le sonrió, Sasha se acercó a ver la escena en la camilla con cuidado de no despertar a nadie, tomé asiento en un mueble cerca del gran ventanal que poseía la habitación. Noté que estaba empezando a obscurecer.

—Tengo hambre. —Anuncié tranquilamente. —Iré a comprar algo de comer y vuelvo antes de que se haga más tarde, ¿está bien? —Mamá asintió sin importancia, y Bryant sólo me sonrió.

Salí cerrando la puerta con cuidado, choqué distraidamente contra un enfermero, era alto, llevaba el pelo alborotado y sus ojos eran de algún extraño marrón claro. 

Tu luz (Joel Pimentel, CNCO). >EN EDICIÓN<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora