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Chris subió las escaleras de su edificio sintiéndose agotado después de un duro día de trabajo. Lo único que quería hacer ahora era darse una buena ducha relajante y meterse en la cama.

Realmente había sido un día de mierda.

Cuando acabó de subirlas, sacó las llaves del bolsillo de su pantalón para abrir la puerta, pero entonces algo le llamó la atención.

Enfrente de su puerta se encontraba Becca, su vecina, sentada en el suelo con la espalda apoyada en la puerta de la casa de ella. Tenía los ojos cerrados, pero Chris sabía que no estaba dormida. Incluso podía oírla murmurar algunas cosas.

No era la primera vez que la encontraba así.

Con un largo suspiro, se acercó a ella y se agachó a su lado.

—¿Becca? —le preguntó, a lo que ella abrió los ojos lentamente. Simplemente al ver sus pupilas, sabía lo que le pasaba.

—He perdido mis llaves —se limitó a lamentarse ella, arrastrando las palabras.

Chris la observó durante unos segundos, recordando la mujer que antes era ella.

Era alguien llena de vida, que todas las mañanas saludaba a Chris con una sonrisa, que siempre conseguía alegrar los peores días de Chris con unas simples palabras. Era alguien feliz.

Pero desde hacía unos meses ya no era la misma. Había cambiado de una manera que él nunca se imaginó que podría pasar. 

Había pasado de sonreír, a ir siempre con la cabeza baja. A no ser capaz de pasar un día entero sin beber algo de alcohol o sin drogarse.

Se había convertido en alguien que él no era capaz de reconocer.

Y estaba seguro de que en ese momento ella había tomado alguna pastilla. Ya la había visto varias veces así.

Así que hizo lo que sabía que debía hacer.

Con cuidado, pasó el brazo de Becca por sus hombros y la levantó del suelo.

—¿Dónde vamos? —preguntó ella, cuando vio que él la ayudaba a caminar.

—Vas a dormir un poco —le contestó él simplemente.

Seguía teniendo las llaves en sus manos, así que con dificultad abrió la puerta y entró en su pequeño departamento, cerrándola tras sí.

Dejó las llaves a un lado y empezó a andar hacia su habitación, mientras oía cómo Becca decía cosas que él no era capaz de entender.

La dejó con cuidado sobre la cama y le quitó los zapatos, echándolos a un lado.

Ella, al sentir la comodidad de la cama de Chris, volvió a cerrar los ojos y se giró, quedando tumbada de lado y cayendo al instante en un profundo sueño. 

Chris, sentado a los pies de la cama, la observó sin decir nada. Sabía qué vendría al día siguiente, cuando ella despertase y se sintiese culpable por haber tenido que hacer que él la ayudase. No era la primera vez que pasaba y ella se había arrepentido cada una de aquellas veces.

Así que simplemente pasó una sábana por su cuerpo y apagó la luz, dejándola descansar en la habitación.


Chris se quedó dormido en su sofá mientras veía un programa que, para ser sinceros, no tenía ni idea de qué trataba. 

Pero al menos le había servido para quedarse dormido.

Hasta que, repentinamente, a las tres de la madrugada, despertó al oír algo.

Al principio creyó que había sido su imaginación, y estuvo dispuesto a volver a dormir, pero entonces volvió a oír el sonido y no pudo evitar quitarse la manta de encima e ir hacia su habitación, desde donde provenían los sollozos de Becca.

Abrió la puerta de su habitación con cuidado y la encontró abrazada a su almohada, con la sábana enredada en sus piernas y la cara escondida, mientras su cuerpo se sacudía debido al llanto.

Él cerró la puerta tras sí, sumiendo de nuevo a la habitación en oscuridad. 

Se acercó a ella a pasos lentos, para acabar sentado a su lado. La miró sin decir nada y luego posó su mano sobre el cuerpo de ella, haciendo que Becca reaccionase.

Ésta descubrió su cara, mostrándole a Chris sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar.

Los dos se miraron durante unos segundos sin decir nada y casi sin pestañear, hasta que ella se incorporó con rapidez y le abrazó.

Chris la recibió en sus brazos y sintió cómo Becca suspiraba en el hombro de él.

Estuvo consolándola durante toda la noche, mientras ella no hacía más que repetir las mismas dos palabras: lo siento.

Pero Chris sabía que no tenía que perdonar nada. Que no se lo estaba diciendo a él realmente. Que la única que debía perdonarse era ella a sí misma. Y que eso era algo que le costaría mucho.

Así que simplemente se quedó a su lado durante lo que quedaba de noche. Se tumbó junto a ella mientras dejaba que Becca se desahogase con él. Permanecieron juntos toda la noche e, incluso cuando Becca volvió a quedarse dormida por el cansancio, él siguió allí, rodeándola con sus brazos.

Dándole toda la fuerza que ella necesitaba desesperadamente.

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Primer capítulo :s

Espero que os guste! 

Esta historia tiene un algo que no sé, me gusta. Así que espero que a vosotros también.

Bueno, no me enrollo más, adiós!

PD. Chris sexy e.e


Bloodsport ◇ C. EvansWhere stories live. Discover now