Capítulo 31

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<<Quien teme al amor, teme a la vida, y quien teme a la vida ya está muerto en tres cuartas partes.>>
-Bertrand Russell.

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Sebastiano revisaba a Miguel atentamente. No solo él estaba a su lado, si no también los solados que vinieron con los aprendices.

-No hay de que preocuparse, Miguel siempre estuvo durmiendo tranquilamente.

-¿Como?- abrió la boca Samanta- yo le llamaba y no despertaba.

-Lucifer lo aparto de la habitación llevándolo a alguna parte lejos, en donde no pudiera interrumpir tu charla con él.
Dentro de poco despertara.

Si antes los soldados de Miguel la miraban mal, ahora la aborrecían; le daban miradas juzgadoras. Sebastiano parecía ser el único que no la juzgaba, de vez en cuando le sonreía para tranquilizarla.

Sin querer se llevo la mano al cuello, y gruñó de dolor. Lucifer la había herido con su agarre, aunque pese a que le dolía no se fijo; estaba bastante preocupada en Miguel. Que lo único que hizo fue gritar para que la escuchasen y vinieran a socorrerlos.

-¿Que te ocurre?- preguntó Sebastiano mirándola con atención.

-Nada- negó rápidamente.

-No me hagas pasar por tonto. Te estoy observando y cada vez que te tocas el cuello haces una mueca- se acerco- permite revisarte.

-Enserio no es nada- negó nuevamente.

Pero resulto ser inútiles Sebastiano, la tomo y aparto el cuello de su camisón de dormir. dejando a la vista la piel chamuscada y morada.

-¡Dios Santo!- exclamó con los ojos abiertos.

-Te dije que no es nada- retrocedió Samanta enojada.

Ahora cada uno de los que estaban en la habitación acompañando a Miguel la miraron.

-¿Él te hizo eso? ¿Por que no dijiste nada? ¿¡Con que derecho se atrevió a hacerlo?!

Preguntó Sebastiano atropelladamente, mientras buscaba esencias curativas de las que utilizaba.

-Lo merezco. Ahora estoy pagando por mis actos- respondió sin mas Samanta, bajando la cabeza.

Sebastiano una vez que tuvo todo lo necesario se acercó a ella.

-Salgan todos- ordenó el ángel.

Ninguno se opuso. Una vez que en la habitación quedaron ellos solamente, hablo.

-Deberé romper el cuello del camisón para curarte- aviso sacando una tijera de la mesita que se encontraba al costado de la cama donde Miguel descansaba.

Samanta, no le gusto la idea. Y Sebastiano al ver que no contestaba replico.

-Si no lo haces se infectara y gusanos saldrán de ella. Tu herida esta morada, es un signo de inició de putrefacción; la maldad que Lucifer carga con él fueron fatales para tu cuerpo humano- la miro con suplica- si no lo haces vas a morir.

-Esta bien- suspiro rendida.

Le hubiese encantado la idea de volver a ser inmortal, que sus heridas sanasen por si solas.

El ángel en silencio tomo las tijeras y fue cortando despacio el camisón. Hasta dejar la parte del cuello descubierto.
Desinfectó la herida con las esencias aromáticas. Por alguna extraña razón Samanta no sintió el dolor insoportable de hace segundos.

La Reina Del Infierno.Where stories live. Discover now