Capítulo 5: La Eutanasia, La Guerra y la Pobreza

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Ellos seguían corriendo atemorizados, gritando con desesperación y llevando los niños pequeños en brazos. De repente comenzaron a escucharse tiros de metralla en todo el campo, gritos de dolor y cuerpos caídos en el lugar. Un ejército enemigo les había dado alcance y estaba acabando con estos civiles, sin importar si eran niños, ancianos, hombres o mujeres.

Al paso de los guerrilleros decenas de personas quedaron tendidas en el sendero boscoso, muchas terriblemente mutiladas por las ráfagas asesinas, algunas todavía con vida a las que no podíamos socorrer y vimos morir del sufrimiento.

El ángel me dijo:

—Las guerras son la causa de muerte de decenas de miles de personas cada año, en muchos países, en muchas culturas, de muchas religiones. Las guerras no perdonan clases sociales o nivel educativo, las guerras exterminan a los hijos de Dios por favorecer los intereses de unos pocos, la soberbia humana y el ansia del poder.

"¡Cuántos países están en guerra!" Pensé. Y saber que todas las personas que mueren, civiles o militares, son hijos de Dios, aunque no lo conozcan o no lo quieran aceptar.

—Las guerras son un problema muy grave —dijo el ángel—. Hay niños y personas inocentes que son obligadas a participar, también hay mucha manipulación, mucho odio, venganza y poca comunicación. Pueblos enteros batallan por defenderse, otros por ser superiores, pero en cada guerra y con cada muerte se pierde y se mancilla la dignidad de la humanidad entera.

—Pero las guerras han existido desde siempre —indiqué.

—Claro, las ansias del dominio y el poder también, incluso en el cielo hubo una guerra y el demonio con sus ángeles se rebelaron contra Dios y ahora son los que propician el odio entre las personas para generar guerras y conflictos.

—¿Entonces el demonio es el causante de todos estos males?

—Sí lo es, se aprovecha de la debilidad de las personas y su lejanía con Dios, para generar los sentimientos oscuros que terminan con actos como el aborto, la eutanasia, la guerra y la violencia.

—¿Qué podemos hacer nosotros para detener las guerras? No somos capaces de luchar contra pueblos o ejércitos completos.

—Solamente podemos orar y pedirle a Dios Todopoderoso, que llene del Espíritu Santo los corazones de todas esas personas, para que tomen decisiones en favor de todos, soluciones de paz y armonía. Y que las personas que ostenten el poder puedan llegar a conocer el amor de Dios.

El ángel me señaló un sitio lejano hacia donde caminamos. Avanzamos saliendo de la zona boscosa y anduvimos por lo que parecía un poblado. De pronto vimos casas muy abandonadas, casi de materiales de desecho, y entre ellas vivían algunas personas en extrema pobreza.

Nos adentramos más en el poblado y vimos niños desnutridos arrastrándose por las calles, personas prácticamente desnudas con sus cuerpos llenos de llagas y enfermedades. No habían ancianos, y se veían muy pocos animales. No había comida, ni trabajo, ni vida digna. Era como un pueblo en el desierto, abandonado con tristeza.

—La pobreza —me dijo ella con sus ojos luminosos humedecidos—. Este es un mal que no debería existir. Dios nos dio la tierra a todos para aprovecharla y vivir felices, nunca para pisotear a los semejantes hasta el punto de dejarlos morir de hambre, abandonados en un país extranjero pidiendo refugio. Hay muchas maneras con las que se mata el alma y el cuerpo de los hijos de Dios.

Frente a nosotros pasó un niño muy pequeño, sus piernitas casi no tenían fuerza para sostenerse, no parecía tener papá o mamá, solo una niña mayor que lo cuidaba con mil dificultades. Su cuerpo estaba lastimado y las moscas le revoloteaban por la cabeza.

Me incliné y sentí la necesidad de abrazarlo, pero recordé que eramos solamente espíritus, y en ese momento no nos podían ver ni al ángel ni a mi.

Arrodillado como estaba en el suelo recé un Padre Nuestro y concluí: "por tu dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero".

	Arrodillado como estaba en el suelo recé un Padre Nuestro y concluí: "por tu dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero"

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El Ángel de la VidaWhere stories live. Discover now