- Gracias, enana – Deposita un sonoro beso que hace cosquilla en mi mejilla con su creciente barba. Toma las llaves de mi auto dispuesto a ir tras su conquista. Ah no, si cree que le será fácil, se equivocó – Antes, necesito que me dejes en el colegio – Sonrió inocente para encontrarme con su gesto frustrado.

Me subo en el asiento trasero, observando cada movimiento que hace desde que cruzo la entrada en la casa de Lluvia, está un poco nervioso pero diría que es porque frustre cualquier plan de convicción hacia la chica que tuvo que idear uno nuevo en cuestión de segundos, además está siendo vigilado, tampoco podía aplicar su táctica de: Sonrisa ladeada, muestro las flores, unas pequeñas palabras y ¡Bam!

Discuten, si... al parecer tomo a Lluvia por sorpresa porque esta vestida para estar en casa, además su cara tiene unos cuantos rastros de pintura, igual que sus brazos. Luego de unos minutos, se intercambian unas cuantas palabras más y deja a mi hermano en el pórtico con su mirada fija en la puerta blanca. Ups, creo que a alguien lo rechazaron.

- Creo que la vejez no te está ayudando mucho, hermanito. Estas perdiendo la táctica – Me burlo.

- Claro que no – Hace un cambio brusco con la palanca de cambios – Me pidió tiempo, así que saldremos esta noche – Sonríe ganador, sin embargo la sonrisa no llega a curvar por completo sus labios.

- ¿Ocurrió algo más? – Ladeo mi cabeza para observar, sus labios forman una fina línea mientras que su mirada se mantiene penetrante en la carretera.

- Dijo que sería un gusto compartir una velada con su niño Eduardo – Parto en risas descontroladas, ganando un suspiro molesto por parte de Eduardo. Claramente la diferencia de edad entre ambos es notoria ¿Pensó que sería presa fácil? Pues claro que no.

- Por favor saca un tiempo para visitar a tu viejo abuelo. Dice que las llamadas por Skype no son suficiente, quiere verte en persona – Digo antes de cerrar la puerta

Me encuentro a Daniel en la entrada a los pasillos, con su mirada tierna y su sonrisa enardecida al verme, lo sé, porque mi cara debe presentar los mismos gestos. Me acerco a él hasta enrollar mis brazos en su cintura y besarlo como si no lo hubiese visto en todo el día. Aunque estuve con él en varias clases.

- A este paso mi prima terminara haciéndolo en cualquier esquina. Vamos tortolitos, apuren el paso que vamos tarde – Refunfuñando se separa de mí para entrelazar mi mano con la suya e ir al salón asignado.

Espero que no sea una charla como la de hace unos meses, fue suficiente para mi tolerar media hora de palabras innecesarias y buenos consejos de ayuda estudiantil.

Un rato después me encontraba hablando amistosamente con mi grupo y con algunos chicos de otras secciones que no conocía, mientras Daniel se encarga de besar mi mejilla cada tanto o molestarme con algún pellizco en mi cintura o en mis hombros. Muchos se mostraron extrañados porque en todo el año no les dirigí la palabra pero vamos, es el último año, muchos no nos volveremos a ver más – Eso espero – no le veo lo extraño conocer con quienes estuviste rodeada por varios años. Lo extraño seria la sonrisa alegre que no ha abandonado mi cara.

Efecto Daniel, señores, efecto Daniel.

- Ok, chicos, tomen asiento. No no, dejemos las formalidades, por favor sentemos en el piso, como sea más cómodo para ustedes – Entre todos nos abrimos paso hasta encontrar el lugar indicado; Daniel se sienta esperando por mí, abriendo espacio entre sus piernas para ubicarme dentro de ellas – Se preguntaran para que fueron convocados – Todos nos miramos entre si – Si pensaron que estas es otra asesoría universitaria, pues están en lo correcto, pero esta será diferente lo prometo

Esta soy yoWhere stories live. Discover now