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Brais

Sin embargo, aquí estamos hoy otra vez.
Poniendo en el rostro la misma sonrisa falsa, entrelazando la mano del otro.
Capto la mirada de todos sobre nosotros: "La pareja perfecta".
Como todas las mañanas, algunos nos miran con admiración, otros con envidia, pero así es la vida. No puedes darte el lujo de agradarle a todos.
El Profesor Lucas ya está parado en la entrada de su aula, ansioso porque lleguen a morir de aburrimiento a su clase.
Nos saluda como de costumbre a Leila y a mí, la cual le demuestra un completo desinterés.
Para mi suerte, nadie ha llegado al aula, así que podemos dejar de lado la fachada y separarnos el uno del otro.
Tomó la primera banca a mi vista, agacho la mirada y me sumerjo en la burbuja de mis pensamientos.
Si soy sincero conmigo, extraño a aquella chica que me hacía reír, aquella que con su sonrisa alegraba mi día a día. La extraño a ella.

Leila

Me siento en cualquier asiento sin importarme.
Escondo mi cara entre mis brazos.
Unas cuantas lágrimas salen de mis ojos, pero las quito rápidamente.
Limpio la pequeña imperfección que dejó aquella lágrima en mi maquillaje y recargo mi cara en mi mano.
Miro el sedoso cabello de Brais. Como me encantaba acariciarlo.
Esta en la típica posición de Brais de pensar.
Su pequeña burbuja de pensamientos.
Él había cambiado drásticamente.
Se había cansado de mis bromas y mis deseos.
Se había hartado de mi.
Estaba agotado de tanto yo.
Aunque yo también había cambiado.
Empezaba a ser grosera por pensar que sólo quería mi físico y mi cuerpo.
Empezaba a hartarme sus pedidos por noches locas.
Empezaba a odiar que todos quieran a la perfecta pareja cuando nada puede ser perfecto.
En mi interior, yo sigo siendo la chica que enamoró a Brais.
En mi interior, yo sigo sintiendo amor por Brais.
Pero esta obligación y responsabilidad de que tenemos que ser la pareja favorita, arruina todo.
Me hace pensar que eso que siento es sólo por obligación.
Y odio mentir.

Sentí mojada mi mano.
La miré y me sorprendí al ver que estaba llena de lágrimas.
Toqué mi cara y descubrí que estaba empapada.
Sentía el maquillaje corrido.
-Brais... - le llamé.
No me escuchó.
Un sollozo salió de mi interior.
Brais volteó hacia mi.

Te Odio Pero Te Tengo Que AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora