Nikê:
Los dos esa misma noche se quedaron juntos, dormidos en el cómodo sofá del apartamento de Nikê. Al amanecer los dos sólo se quedaron callados como el principio. No tenía palabras sobre lo que estaba sucediendo─o más bien, en la situación en la que estaban─.
Los dos sólo se miraban uno al otro, en el silencio y opaco cuarto en el que estaban.
"Mierda, parecen vampiros." La voz de Sahar los despertó de los pensamientos en los que estaban al entrar.
Los dos seguían sin hablarse y Sahar sólo los miraba a los dos, hasta que empezó a reírse.
"Vaya, que cosas..."Caminó hacia los dos. "¿El gato les robó la lengua?" Preguntó sentándose junto a Nikê.
"Sólo vine a diculparme de todo. Pero creo que sería mejor si me fuera..." Rubén habló, levantándose.
"No─espera." La pequeña voz de Nikê sono. "Puedes quedarte aquí, para el desayuno."
Así que eso hizo, Rubén de quedó. El desayuno fue un poco incómodo al principio, ya que nadie hablaba; lo único que se escuchaba eran los tenedores chocar con la cerámica de los platos. Sahar cansada de verlos así empezó a sacar una plática pequeña entre los tres.
"¿Entonces tú sabías que Nikê usaba tus fotos?" Rubén preguntó apuntando entre las dos con su tenedor lleno de Mabel.
"Si, pero asumiendo que Nikê ya te contó todo y el porque lo hizo no tiene porque molestarte." Sahar aclaró, cayando al noruego.
"Increíble." Susurró Rubén, comiéndose el último bocado de su pancake.
"Creo que ya debería irme. Mi vuelo pronto saldrá." Rubén se paró, tomando sus pequeñas pertenencias.
"Yo te guiare." Nikê hablo y Rubén asintió, despidiéndose de Sahar.
Al salir Nikê cerró la puerta detrás de ella y los dos se quedaron mirándose uno al otro.
"Creo que esto es un adiós." Rubén murmuró.
"¿Volverás? Digo─espero que sigamos siendo amigos." La voz de Nikê sono ronca y quebradiza.
"No." Respiró profundo. "No creo que sea lo mejor; por ahorita al menos. Necesito tiempo para pensar, mi cabeza está revuelta y ahora no sé que pensar. Lo siento."
"Entiendo." Nikê asintió. "Hasta luego Rubén."
"Hasta luego."
Y con un beso húmedo en la mejilla, Nikê miró a Rubén irse.
