—¿y qué podría ser?— T'Challa negó con la cabeza.

—no lo sé.

Lea rápidamente desconectó el cable de su brazo y se levantó de la  camilla, logrando que el líquido rojo cayera al suelo. Se tomó de la camilla al momento de pisar el suelo, el mareo que atacaba su cuerpo se sentía demasiado fuerte, y no podía ver con claridad.

—¡Lea!— T'Challa caminó hasta ella y la tomó de los brazos para que no cayera al suelo.

—necesito verlo.— comentó cerrando sus ojos con fuerza.

—él está bien, está vivo— T'Challa habló, pero al ver la insistencia de la muchacha continuó —. Está dormido, pero todos están haciendo lo mejor que pueden para mantenerlo bien.

—necesito verlo, T'Challa. Si el Universo le hizo algo más...

—puedo asegurarte que no es así. Él está total y completamente bien.

—tengo miedo— susurró, y como se encontraba a su lado, lo abrazó con fuerza —. Tengo mucho miedo.

La muchacha comenzó a llorar en sus brazos, soltando sollozos contra su pecho. T'Challa con un poco de duda apoyó su mano sobre su espalda, haciendo pequeños círculos para intentar reconfortarla.

En cierta parte, T'Challa también sentía lo mismo que ella, aquel miedo que recorría sus venas con una lentitud que lo estaba matando, y aquel nerviosismo, esperando algo que sabían que sólo traería problemas. Lo sabían, la muerte de Steve Rogers no era el verdadero plan del Universo, y saber aquello simplemente los mataba por dentro.

Costó volverla a acostar sobre la camilla, y más aún lograr que lo soltara del abrazo. Aún así, cuando lo logró, la muchacha tomó su mano, haciendo que él se sentara a su lado.

—no quiero estar sola.— susurró con un un poco de incomodidad. No sé animaba a mirarlo a los ojos.

T'Challa asintió y se mantuvo a su lado, mientras la muchacha separaba sus manos y se recostaba de lado para que él entrara mejor.

—¿estamos en Wakanda, no?— Lea preguntó en un tono bajo, él sólo asintió.

—¿qué sucedió... Después de la guerra?— preguntó con incomodidad.

Lea hizo una pequeña mueca y centró sus ojos nuevamente en la bolsa de sangre, que ahora dejaba caer poco a poco el líquido al suelo. T'Challa lo vió, y rápidamente lo levantó.

—no sé que ocurrió, tampoco sé dónde están mis amigos.— comentó mientras él volvía a sentarse a su lado.

—¿ellos estarán bien?— hizo una pequeña mueca.

—tampoco lo sé.— susurró, intentando evitar las lágrimas sobre sus ojos.

No tenía idea de lo que podía haber ocurrido, y no estaba segura de querer saberlo.

T'Challa comenzó a contarle sobre el lugar, de las personas que trabajaban ahí, y lo que era la ciudad. Hablaba con un brillo en sus ojos que hacia pensar a Lea que todo era absolutamente especial y mantenía una leve sonrisa sobre sus labios.

No sé dio cuenta cuando se durmió, y no supo cuando tiempo había permanecido ahí, pero cuando abrió los ojos de nuevo, era de noche.

La habitación se encontraba totalmente vacía y simplemente se levantó de la camilla. El mareo había parado y ahora podía caminar, con lentitud, hasta la habitación de Steve Rogers.

Le costó un par de minutos encontrarla, pero cuando lo hizo, ingresó y colocó una silla al lado de la camilla, sentándose a su lado para tomar su mano con fuerza.

Los ojos del rubio se abrieron con lentitud, y Lea soltó un sollozo, con una enorme sonrisa en sus labios.

—¡Steve!— las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas cuando él posó sus ojos en ella.

El rubio juntó levemente sus cejas y dirigió su otra mano a su mejilla, secando sus lágrimas, y acariciando su piel, incapaz de creer que todo aquello era real.

—Lea.— susurró sorprendido.

—perdón Steve, todo esto es mi culpa— comenzó, intentando que su voz no se escuchara cortada —. Jamás debí haberte dejado, debía haberte acompañado en el quinjet cuando tuve la oportunidad...

—shh...— Steve intentó cortarla, pero ella continuó.

—nada de esto hubiera pasado sino hubiera llegado a Tierra— cerró los ojos con fuerza —. Tus amigos jamás hubieran peleado, y todo ahora estaría normal.

—esto iba a suceder, tarde o temprano.— su voz sonó grave y cansada.

—no, Steve. No deberías haber muerto, y tomo toda la culpa por eso— él iba a decir algo, a lo que ella negó con la cabeza —. Te amo, Steve. Jamás creí poder llegar a decir esas palabras, porque jamás había creído a comprender lo que era el amor para los humanos. Pero ahora lo hago, lo sé. Y no puedo pasar un minuto más en Tierra sin que lo sepas, porque, Steve Rogers, te amo con todo mi corazón humano, y con todo lo que soy.

Steve guardó silencio unos segundos, pero pronto se inclinó en la camilla entre quejidos y dolores, acercándose lo más posible, para besarla en los labios.

Lea pareció sorprendida, pero pronto correspondió el beso, pasando su mano por su cuello, acariciando su cabello. Las lágrimas de ambos se mezclaban poco a poco al igual que sus labios desesperados por más contacto.

Lea tuvo que colocar una mano sobre su pecho para alejarlo con lentitud para evitar que siguiera sintiendo dolor. Volvió a acostarse sobre la camilla con una enorme sonrisa en sus labios.

Lea volvió a tomar su mano, acomodándose mejor en la silla, pero Steve se movió en la camilla y tiró de ella para que ambos pudieran permanecer acostados.

Pasó su brazo por su cintura y la acercó mas a él, hasta que juntó sus frentes. Besó su nariz y volvió a sonreír.

—yo también te amo, Lea. Y es un amor infinito, y único.

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En Altamira, Venezuela, y en Montevideo, Uruguay, aparecieron los mismos mensajes.

Sobre el suelo de sus calles, cada varios metros, tinta negra manchaba el suelo, y todo esto llevaba más allá, donde en enormes letras negras sobre la calle aparecía un mensaje.

Las imágenes permanecían en las redes sociales, y poco a poco la gente se daba cuenta que no eran los únicos con mensajes. Rusia había tenido un ataque similar, en Colombia un hombre había muerto con aquel mensaje, en Chile también habían escrito sobre las calles, y se reportaban cantidades enormes de casos de gente desaparecida a lo largo del mundo.

Con temor, la gente leía el mensaje una y otra vez. Sabían que nada podría salvar a la Tierra de lo que estaba por venir.

«Hijos contra Hijos pelearán.»

«Ha comenzado.»

Daughter Of The War. [Steve Rogers]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum