Día 7.

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Día 7.

Pasé toda la noche velando a mi hermano pero éste seguía sin despertar. Me seguía sintiendo mal al pensar que lo último que recordara mi hermano de mí sería que no nos habláramos.

Eran las dos de la tarde cuando yo fui a comer a la cafetería. Mis padres habían ido no hacía mucho rato y como no queríamos dejar a Nacho sólo, hicimos turnos.

Estaba en la cafetería comiendo cuando me vibró el móvil, indicándome que tenía un mensaje. Sonreí al ver que era de Claudia y me dispuse a leerlo:

Claudia: <Hola Adrián. Me preguntaba si querrías quedar y así te despejas un poco del hospital. Bueno ya me dirás algo :) >.

No tardé en contestarla ya que me moría de ganas de verla.

Yo: <¿Te parece quedar en mi casa? No me apetece ir a dar una vuelta>.

Quería verla, es mas necesitaba verla y tenerla cerca de mí. Claudia se merecía que la tratara bien, no quería que volviera a llorar por mí. No quería que nadie más sufriera por mi culpa.

Yo: <¿A las nueve te va bien?>

Ella no tardó en contestarme, sacándome una sonrisa al leer su mensaje y ver que tenía las mismas ganas que yo de verme.

Claudia: <Genial. Nos vemos a esa hora ^.^ >

La carita feliz indicaba que le hacía ilusión verme, la misma que a mí verla a ella pero yo de momento no se lo iba a demostrar. Necesitaba estar seguro quen me seguía queriendo y que no jugaría conmigo.

Hablé con mis padres y decidí irme a casa a descansar un poco pero cuando me desperté eran las nueve menos cuarto.

Al ver la hora abrí los ojos como platos y fui a ducharme pero justo cuando me pasaba la toalla por el pelo para que este no goteara, llamaron al timbre.

Mierda -pensé -es ella.

Sentí como los nervios se apoderaban de mí pero aún así respiré profundamente, me acomodé la toalla que llevaba en la cintura y bajé a abrir.

Al abrir la puerta me encontré con Claudia mirándome descaradamente, como si me desnudara con la mirada. ¿Era por la toalla? ¿Qué pasaba?

Vi como se mordía el labio e inevitablemente fijé mi mirada en ellos. Se veían tan apetitosos que sentí como la boca se me secaba de las ganas que tenía de besarla.

-Pasa, pasa. Lo siento. Me dormí y hace nada me he despertado –le expliqué pero ella parecía estar en otro mundo muy lejos de este. –¿Me estás escuchando?

Sacudió la cabeza y asintió. Estaba muy rara.

-Sí, sí. Es solo que... -empezó a decir nerviosa.

-Pasa al salón. En cinco minutos estaré listo -la interrumpí.

Estaba a punto de subir las escaleras que llevaba a mi habitación y a la de mi hermano cuando Claudia me llamó:

-Adrián.

Me giré y la miré, esperando que hablara.

-¿Qué pasa?

-No me vuelvas a abrir así –la miré confundido, pues no entendía porqué había dicho aquello, y luego me miré a mí mismo. –La próxima vez no sé si podría controlarme.

-¿Controlarte? –pregunté claramente confundido. ¿Por qué debería controlarse?

-Sí, de lanzarme encima de ti y quitarte la poca ropa que llevas –contestó mordiéndose levemente el labio inferior. Dios, que apetecibles se veían sus labios. Qué ganas de besarlos.

Te doy diez días (1.5 Diez días)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora