34. Ese hombre, liberando.

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Siente que sus ojos se humedecen por milésima vez desde que hizo algo como aquello, su corazón sintiendo un enorme vacío que lo único que hace es ir en aumento con cada segundo que pasa. Observa la figura de Thomas, quieta y tranquila, analítica, buscando las palabras adecuadas para lo que le dirá, aprovechando que sólo están ellos dos en esa habitación.

Recargándose en la silla hasta el punto en que parece fusionarse con ella, Harry cierra los ojos para luego hablar con fingida tranquilidad.

—Thomas—le llama—, necesito que me hagas un favor.

...

05 de abril de 1890.

Londres, Inglaterra.

Sueña con Louis abrazándolo con tanta intensidad que incluso le lastima. Lo sueña a él, recostado en el césped y mirando al cielo, con Louis susurrándole palabas de amor a su oído mientras él trata de hacer lo mismo, fallando de forma considerable.

Louis tocando el piano sólo para él para después acariciar su mejilla con tanta gentileza que parece más como un cosquilleo, el tacto más bello como lleno de cariño que alguna vez haya experimentado. Pero cuando se despierta se ve en esa realidad que no le pertenece, en ese pedazo de vida en donde parece que está de sobra o al que no parece adaptarse por más que lo intente. No puede dormir pero cuando cierra los ojos sueña, anhela y desespera por la más leve cercanía de Louis junto a él, sus ojos brillantes así como su sonrisa amable, amorosa, sus labios acariciando los suyos con su amor profesándose en cada poro de su piel.

Pero hace días que dejó de vivir del recuerdo. Hace días que se deshizo de todo lo que le ligaba a Louis, hace días que el anillo se queda en la mesilla de noche, sólo siendo observado a una distancia considerable mientras se debate en su interior si ponérselo a dejarlo ahí, cerrar todo un ciclo de forma definitiva para después empezar uno nuevo. Sin embargo se ve incapaz de hacer algo así.

Porque todo él—toda su persona, todo lo que se convirtió, todo lo que cree—va de la mano de Louis. Va junto a Louis. Ese hombre que le demostró tantas cosas que jamás se imaginó, ese ser que estuvo a su lado aún cuando él le falló en tantas ocasiones que le es imposible contarlas; continúa ahí, a la distancia, pero siempre cuidando de él o ayudándolo cada que lo requería.

No tiene el derecho a merecerse algo como eso.

Aún así sigue soñando, sigue anhelando, sigue recordando el más mínimo de los momentos a su lado mientras que en su interior sólo se rompe cada vez más y más, hasta el punto en que ni siquiera el alma caritativa e inocente de Vincent puede ayudarlo a salir de algo como ello. A escapar de su propia cárcel, a huir del destino que él se trazó hace años.

Sin embargo no cae sino que sigue, avanza hacia adelante, una rosa sin espinas floreciendo en el jardín de su madre, tan bella que incluso se pone a admirarla desde la penumbra de su habitación. Silencioso, a la espera.

...

11 de abril de 1890.

Se trata de Liam quien le da la terrible noticia, con su rostro desencajándose de dolor mientras lo ve ahí de pie en la puerta, completo silencio y cuerpo tembloroso pero a la vez tenso, sus labios apretados junto con su expresión estoica. Harry lo ve a la distancia, no sin antes esperar a que Thomas se retire para que lleve a cabo los favores que le pidió desde hace unos días.

Sin pensarlo siquiera acaricia el anillo, temeroso de las peores noticias que pueda escuchar, y más cuando Liam parece no reaccionar cuando le pregunta si desea algo de beber o darle la noticia en el despacho o algún otro lugar más privado que la puerta principal. Pero él se niega, diciendo que es algo que se debe de hacer con rapidez para no perder más tiempo, que el día será un poco ocupado.

Violines Bajo el Agua.Where stories live. Discover now