10. El hombre que perdona.

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** EDITADO: 15/05/17 **

10. El hombre que perdona.



Finales de noviembre, 1882.

La semana siguiente a la que Harry duerme en la mansión de los Fairfox es tranquila, lenta, a pesar de que los días siguen lluviosos. Harry no va al club en esos días debido al clima, aunque se la pasa charlando con Robert y Anne sobre su futuro, pero siempre arreglándoselas para desviar el tema cuando deciden meter en la conversación a Charlotte.

Louis cancela una de las clases de alemán (lunes) dos días antes de la misma, alegando por una carta que, por asuntos personales urgentes, le será imposible el asistir en el horario establecido. Harry se digna a contestarle, escribiéndole que no se preocupara y que no habrá ningún problema. Se ve en la necesidad de decírselo a sus padres. No ve en ellos una mueca de decepción o enojo en sus rostros al escuchar que alguien como Louis faltará a las clases.

Frank y John lo van a visitar hasta el jueves, justo diez minutos después de que Louis se retirara ("El día de mañana te pondré un examen sencillo, por lo que te pido que estudies, ¿de acuerdo?"). Tienen una pequeña charla en donde se ponen al tanto de lo que sucede allá afuera, así como una invitación de parte de la familia de Frank a una ópera francesa que se presentará el fin de semana.

—Ya que estamos por entrar a diciembre en una semana— Frank le explica con una leve sonrisa en su rostro—, mis padres decidieron que asistirían a esta ópera que les menciono. Creo que ya dieron aviso a tus padres, Harry, pero de todos modos quería decirte.

A su lado, John suelta un resoplido mientras rueda los ojos. Si hubiese hecho eso frente a más personas, éstas lo tacharían de maleducado y con una terrible falta de etiqueta.

—La ópera es una de las cosas que más odio en esta vida—dice, constatando un hecho que ya los tres saben—. Pero mis padres me obligarán a ir—se encoge de hombros con una mueca de desespero—a cortejar a mi futura esposa.

Mientras Harry ve a John ahí, quejándose una y otra vez, a su mente viene aquella vez en donde éste se quedó dormido a plena ópera, a vista de todos; aunque Harry y Frank, como personas conscientes que eran, trataron de cubrir la penosa situación de mil maneras hasta el final. O aquella vez en que no le ofreció el periódico a la dama que iba con él en el vagón del tren, o cuando no le permitió el paso a otra cuando fueron juntos a una tienda en el centro de Londres.

La etiqueta y modales son hasta cierto punto sofocantes, ridículos, pero ellos crecieron realizándolos al pie de la letra. A excepción de John, al parecer. Incluso puede decir que no siente respeto hacia las damas. Harry sabe que, tan pronto pueda, después de casarse irá a perderse entre las oscuras calles del East End en busca de una prostituta que logre satisfacerlo. Que su futura esposa no será más que un trofeo, la madre de sus hijos y el papel en su hogar no será nada más que ese.

Frank, para suerte de Harry, es lo opuesto. Aunque es demasiado responsable es un hombre ejemplar de pies a cabeza, con una inteligencia notable y un corazón enorme. Es por eso que se siente más cómodo cuando está con él que con John. Si bien esto no significa que no lo considere como a su amigo, tampoco quiere decir que sea el más cercano.

Frank suelta un suspiro exasperado.

—Podrías inventar otra razón para ir—le contesta a John con voz tranquila—. Aunque será difícil ya que es en fin de semana.

—Además de que tus padres aman la ópera— Harry interviene, sonriendo un poco cuando John suelta un quejido de fastidio—. Por lo que tendrás que ir, quieras o no.

Violines Bajo el Agua.Where stories live. Discover now