Capítulo 5: Un trato

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Llevaba alrededor de dos horas manejando ya me encontraba cerca de la casa donde nos refugiábamos, sabía que mis padres iban a matarme pero hay algo en todo esto que aún así sabiéndolo me sentía bien, en realidad no sé si eso era bueno o era una respuesta de que mi cerebro estaba hecho mierda psicológicamente, justo cuando aumenté la velocidad y doblé en dirección a la casa, del bosque salieron tres infectados.

-Joder -exclamé, mientras trataba de esquivarlos uno de ellos se estampó a la motocicleta y me barrí con ella por un tramo considerable de carretera.

El brazo me ardía como el mismo infierno pero sin prestarle atención me paré como pude, miré a mi alrededor y en ese momento sentí como lo poco que quedaba del mundo se me venía encima, una horda de infectados estaba llegando a aquel lugar, miré a la casa y vi que las puertas estaban abiertas, las ventanas rotas y el automóvil de mi padre no estaba.

El ruido que hizo la motocicleta al caer llamó la atención de los infectados que ahora se encontraban caminando hacia mí, saqué el arma que llevaba sujetada a la cintura y comencé a disparar, no fallé ni un tiro pero llegué a la situación que era obvia, me quedé sin balas.

-Vamos, NO NO NO! -grité enfurecida y asustada al mismo tiempo, miré como loca a todos lados buscando la mochila llena de armas pero para mi jodida suerte se encontraba tan lejos de mí y aunque pudiese llegar los infectados ya estaban rodeándome, un infectado se me abalanzó no tenía armas y el machete se encontraba en la mochila así que lo único que hice fue sujetar su cara y tratar de alejarla de mí, era inevitable.

-Todos moriremos cuando tengamos que hacerlo, sin oposición sin poner resistencia, todos moriremos, todos aceptaremos la muerte -recordé cada palabra que decía mi madre -Madre -dije ahogando mis palabras en tristeza, recordé cada facción de su rostro, la risa de Isa y la voz de mi padre.

Mis brazos estaban cansados de forcejear alcé la mirada y los infectados estaban a unos centímetros de mí, cerré los ojos y justo cuando dejé de poner fuerza escuché un balazo, sentí como el infectado calló encima de mí.

Tras ese disparo le siguieron muchos más, había una guerra de balas en el sitio sonando como estallidos de juegos artificiales. Abrí los ojos, vi a unas personas con cuchillos,machetes y navajas acabando con los infectados mientras que tres personas dos de ellos en diferentes camionetas apuntaban con rifles a los infectados cubriendo a quienes debían ser sus compañeros.

Seguía tirada en la carretera mientras veía tal suceso, era increíble ellos habían acabado con la horda de infectados, traté de disimular mi asombro pero una mujer con dos coletas, gorra y guantes negros se me acercó.

-Te encuentras bien -me dijo, extendió su mano para ayudarme.

-Gracias no necesito ayuda -le dije, siempre he sido una persona desconfiada.

-¿Si? hasta hace cinco minutos no parecía -me dijo sonriéndome -vamos rubia levántate -

Me puse de pie y sentí un dolor tremendo en el brazo miré y vi que estaba completamente rasgado, la sangre fluía a todo lo que va, una mujer de cabello corto y camisa de cuadros se me acercó con gesto amable para observar mi brazo pero yo la rechacé.

-Déjala Tara -dijo la mujer de coletas -es obvio que no necesita ayuda -

La mujer de cabello corto bajó la mirada y se alejó, mientras los que estaban de pie me observaban detenidamente, las tres personas que estaban en las camionetas se acercaron, yo era el centro de atención.

La mujer de coletas que se encontraba en medio caminó hacia a mí.

-Bueno señorita "no necesito ayuda" yo soy Rosita -miró hacia sus compañeros y los señaló -Él es Abraham, Glenn, Maggie, Eugene, Sasha y Tara -señaló a la mujer que intentó ayudarme.

-Eliza -les dije.

El pelirrojo caminó hacia la motocicleta y luego miró la mochila, -Rosita -gritó, ella caminaba hacia la mochila cuando yo corrí para evitar que vieran que hay en ella pero fue demasiado tarde ella ya la tenía en sus manos y había mirado lo que hay dentro.

-¡Hey! tranquila muñeca -exclamé mientras le quitaba la bolsa de las manos. Se quedó mirándome y en su rostro se dibujaba una media sonrisa.

-No sé de donde vienes pero de donde yo vengo cuando alguien salva tu trasero se acostumbra a decir "gracias" -me dijo seria, la sonrisa en su rostro había desaparecido.

-Gracias por salvar mi trasero -me volteé para mirar a todos, abrí los brazos -En serio gracias -volví a fijar mi mirada en ella -Pero esto es mío -

Caminé donde estaba la motocicleta en señal de irme pero al intentar arrancarla simplemente no se encendía.

-Creo que ha sido por la caída -me dijo uno de los hombres, tenía ojos rasgados y la verdad era muy simpático. Lo volteé a ver no le dije nada pero asentí.

-Soy Glenn -

-Ya sé -le dije con desinterés mientras yo seguía viendo la motocicleta, la verdad es que no sabía quien era, no me había quedado con los nombres.

-Bueno ya basta de niñerías -dijo el pelirrojo -yo me marcho - se volteó y caminó en dirección a una de las camionetas. Rosita corrió hacia él y pude percibir que estaban discutiendo.

-Bien rubia -dijo mientras se acercaba a mí -te propongo un trato, tú nos das unas de tus armas y a cambio te dejo venir con nosotros -no quedaba duda que ella era la líder.

-Mis armas a cambio de quedarme con ustedes - no pude evitar sonreír sarcásticamente -y a ti ¿qué te hace pensar que yo quiero ir con ustedes? -contesté

-Estás sola, tu motocicleta está estropeada, no tienes agua ni comida yo creo que esas son razones suficientes ¿no? - se acercó mas a mí y puso su cara a unos centímetros de la mía -nos necesitas -

-No necesito a nadie ¿vale? lo único que necesito es encontrar a mi familia -dije sin apartar la mirada.

-¿Tú familia? -dijo, parecía desconcertada.

-Si, vivíamos en esa casa -señalé el refugio -pero me marché hace unos días y ahora ellos no están -

-¿No están? mmm ¿y como sabes que no han sido devorados -dijo

-No eso no es posible, ayer pasamos a dar la rutina y no había nadie allí -dijo el hombre de cabello gracioso

-¿Estás seguro Eugene? se volteó Rosita para esperar su respuesta-

-Sí, así es -

-Bueno está bien rubia, que tengas suerte -me guiñó el ojo y se volteó en dirección a las camionetas -vamos chicos ya no hay nada que hacer aquí -dijo alzando sus manos.

Todos subieron a las camionetas Tara me veía algo preocupada, antes de subirse Rosita me regaló una sonrisa, cuando escuché el sonido de los motores encenderse pasó algo, algo como si yo no estuviera manejando mi propio cuerpo y sin mas comencé a correr atrás de la camioneta en donde se encontraba Rosita y grité.

-ESPERA - pude distinguir a través del espejo de su camioneta que Rosita sonreía satisfactoriamente -ESPERA -Rosita se bajó y me miró.

-¿Y bien? -me dijo

Sonreí y contesté -Está bien está bien, tu ganas -

Quédate junto a mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora