La Culpa En Sus Ojos

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Le escribía cada día. No podía soportar un día si no lo hacía. Le odiaba, le odiaría por siempre pero, necesitaba escribirle, hacerle recapacitar.

Era ordinario, nada en su físico era significativo; alto y desgarbado, de mirada serena y cabellos castaños.
Su personalidad era estresante y él lo sabia. Era educado y locuaz; lo detestaba. Su sonrisa era la guinda amarga que punzaba todo mi interior...
Esa sonrisa estúpida que tanto me irritaba.

Su expresión había cambiado, al igual que su brillo en los ojos... esos ojos azabache que aun me miraban. Estaba inmóvil, sin decir una palabra, sin realizar un solo gesto. Lo amaba, lo amaba con todo mi ser y a la vez lo odiaba con la misma fuerza. Por qué su imagen aun me acosaba?

Sus ojos seguían clavados en mí, punzantes, apacibles, buscando mi culpa... pero no era culpa mía; era su culpa, suya y solo suya.

Malditos ojos, me acosaban, me perseguían a donde yo fuese. Ellos no hablaban, solo espectaban, me juzgaban. Tenía que poner punto y final a todo eso, debía hacerlo. Llamaría a la policía, lo sabrían todo, él iba a matarme, él me estaba matando. Tenían que creerme... todos me creerían y se lo llevarían lejos de mi, para siempre. Esa afilada mirada me apuñalaba, esos aterradores ojos de culpa me asesinaban.

La Culpa En Sus OjosWhere stories live. Discover now