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Brenda y Mirella estaban haciendo cupcakes, o mejor dicho sólo Brenda, pero Mirella trataba de ayudar. Era abril si mal no recuerdo, un fin de semana, y yo me encontraba agobiado por no conseguir más dinero, pues debía unas tres letras del televisor nuevo que había adquirido y de un Dacian Logan gris de segunda mano, ya necesitaba un coche.

Comimos los pastelillos y pasamos una buena tarde, Brenda es hermosa, y no sé por qué a Mirella nunca se le ha ocurrido pensar que Brenda me podría gustar más de lo que me pudo gustar Lenna, si es que acaso me gustó. Quizás Mirella es leal y confía, no entiendo la razón de que no confíe completamente en mí, cuando sabe que la quiero, cuando sé que me quiere, pero Brenda la ve con diferentes ojos, una visión que algún día quisiera tener. Me corroe la desesperación de mi esposa.

No es extraño que los amigos sepan más sobre ti que tus propios padres, tan cierto como que los amigos también saben más de ti que tu pareja, o bueno...hay excepciones.

Conocí a Phillip en la universidad de Colorado en Boulder, en nuestra época de estudiantes, aspirando ser abogados, pero desistimos, fallamos. Él se cayó de unas escaleras y se rompió una pierna, estuvo internado, perdió muchas clases y decidió no regresar, yo me sentía infeliz, no me agradaban las leyes para nada, de pequeño quería ser un hacker informático, sin embargo mis padres costeaban mis estudios. Elegí pagármelos yo mismo. No hubo más tiempo para eso.

Mi amigo chicano entiende que soy su hermano y yo entiendo que él es el mío, porque no puedes vivir la vida solo, siempre debes recorrer sus caminos en compañía de alguien más o sino caerás por el borde hacia un vacío infinito y trágico, pero si recorres dicho camino con un acompañante o dos, tres o cuatro o cuantos sean, extenderán sus manos y apretarán con fuerzas las tuyas para elevarte de vuelta a la superficie.

Lo cierto es que cuando llegaba del trabajo, Brenda se marchaba de nuestro apartamento, y podía apreciar la mirada entre desencantada y desenfadada de Mirella, que por un lado estaba alegre al verme pisar hogar y por otro triste, al ver salir a su única amiga. Yo también quiero ser su amigo, incluso ahora, en la enfermedad.

El cura que nos casó había dicho "Ámense hasta el fin de sus días" y no he dejado de amarla, a pesar de sus comportamientos y del rapto de su belleza. A pesar de que casi ejecuté un divorcio, a pesar de que ha sido la piedra en el zapato con el que quise caminar.

Mirella está tristeWhere stories live. Discover now