Su pequeña venganza

7.7K 319 118
                                    

  —La tangente de un triángulo rectángulo es igual al opuesto partido por el adyacente, lo que quiere decir que...

  Imposible de entender en esta situación, apenas puedo escuchar lo que dice el profesor. No es que se me den especialmente mal las matemáticas, pero...

  —¿Qué? ¿Te cuesta concentrarte? —Me susurra mi compañero de pupitre con cierto cinismo mientras su mano se entretiene con mi entrepierna por debajo de la mesa.

  —Su-suéltame. —Me contesto a duras penas e intentando apartarlo sigilosamente sin éxito.

  —¿Y dejar que se acabe la diversión tan pronto? No lo creo.

  Poco a poco, mi respiración se acelera y todo se nubla a mi alrededor, sólo siendo capaz de sentir su movimiento de muñeca y sus dedos acariciando mi miembro. Para mi suerte o para mi desgracia, nos sentamos en la última fila, donde la gente suele echarse una siesta en vez de prestar atención. Aunque un simple gemido puede bastar para atraer la atención de todos.

  —¿P-por qué haces ésto, S-Sam? —Ahogo un gemido con mis palabras.

  —Quién sabe, puede que ésta sea mi venganza por lo de anoche.

  ¿Lo de... anoche...?

***
 

Me fue inevitable perderme en sus ojos verdes, esos que clavaron su mirada en mí mientras desabrochaban mi bragueta. Sus facciones tan adorables y su pelo rizado y sedoso ocultaban un carácter brusco e impulsivo, carácter que cada vez aumentaba más mi necesidad de dominarlo.

  Su lengua repasó mi erección desde la base hasta la punta, la cuál besó y mantuvo en sus labios. En el momento en el que lo noté dispuesto, mi mano se movió sola hacia su nuca, tirando de él hacia mí.

  —Sam... a-aah... —Su mirada seguía clavada en mí, provocándome cada vez más.

  Cuando tomó más o menos la mitad, comenzó a masturbarme con su destreza de zurdo conforme movía su cabeza. Apenas mantenía mi cordura para ese momento, pero perdí el control total en cuanto alejó la mano para introducirme por completo.

  —A-agh, ya no p-puedo más... —Gimoteé y salí de él rápidamente para su sorpresa.

  —¿U-uhm? ¿Leo? —No respondí, tan solo le di la vuelta para empujarle contra la pared y presionar con mi miembro en su trasero por encima de los boxers. Me vino bien que decidiese quitarse la ropa antes de empezar.

  —Necesito sentirte. —Murmuré mientras mordidqueaba su oreja.

  —E-espera, ¿qué? —Me miró, algo asustado.

  Me deshice de lo único que le cubría para entonces y lamí mis dedos para introducir uno de ellos por completo. No noté bien lo cerrado que estaba hasta que introduje el segundo. Él tan solo se arqueó y gimoteó apoyado en la pared de la habitación.

  —Le-Leo... du-duele... —No lo escuché, estaba demasiado concentrado en sus gemidos y jadeos. Supongo que debí detenerme ahí. Pero no.

  Mi tercer dedo le sacó un gemido más fuerte y, tras un rato, me pareció que estaba preparado. Su suspiro de alivio le duró poco tras salir de él.

  —¡N-nhaa! ¡N-no seas tan brusco, idiota! —Me gritó cuando introduje buena parte de mi pene en él de una sentada.

  —Cállate y disfruta. —Le respondí autoritariamente acompañado de una embestida más fuerte. O me hizo caso o sus fuerzas no eran suficientes, sólo sé que sus quejidos se convirtieron en gemidos de placer y su erección denotaba su excitación.

  Mis manos se dirigieron a sus pezones y le tomé con más fuerza, metiéndome por completo con cada embestida con tanta facilidad que su ano parecía estar hecho para mí.

  —Buen chico... —Le susurré y le azoté el trasero tan sólo por el morbo de enfadarle.

  —M-me las vas a pagar... —Me dijo con algo de rabia apretando los dientes pero moviendo las caderas igualmente.

  Tan solo unas estocadas más tarde, me corrí dentro de él y salí lentamente. Me miro de reojo con una mirada que no supe descifrar en ese momento, aunque estaba muy cansado para pararme a pensarlo y yo, en mi profundo egoísmo, me quedé dormido al tumbarme en la cama. Ahora lo entiendo... él no terminó.

***

Dios mío, soy un capullo. Pero... ¿tanto le molestó?

  —Sam, l-lo siento... y-yo...

  —Calla y disfruta. —Me parafrasea como una burla. Sí, parece que le molestó bastante.

  Tan solo puedo dejarme llevar, manteniendo mi voz al mínimo de volumen conforme me acerco al clímax.

  Le miro, dándole a entender que estaba apunto de llegar. Y un segundo antes, se detiene. No sabría decir si es un alivio o un fastidio, tan sólo puedo cambiar mi expresión a una absoluta confusión. ¿Me ha perdonado? Una voz alta y clara consigue sacarme de mis pensamientos.

  —Leonardo, ¿puedes levantarte y explicarle a la clase cómo se calcula la tangente? Parece que te lo sabes demasiado bien como para estar atento.

  Me levanto sin pensar, nervioso a más no poder y aún confundido.

  —E-eh, p-pues... la tangente...

  Incapaz de centrar mi vista, noto que mis compañeros me miran y cuchichean entre risas mirándome. Cuando bajo la mirada para comprobar de qué de mofaban tanto me doy cuenta. Hoy tocaba educación física. Llevo pantalones de deporte. Mi erección es bastante notable. El profesor carraspea.

  —Siéntate, Leonardo. Hablaremos después de clase sobre tu... trayectoria escolar. —Me vuelve a hablar el profesor, claramente incómodo.

  Me siento y miro a Sam, sonriéndome tan o más cínicamente que hace un rato.

  —Quedas perdonado~

One-Shots YaoiWhere stories live. Discover now