(13) Desde hoy

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Mil, mil disculpas por mi abandono y desaparición :(

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"Y te presento un yeso blanco desde hoy; te propongo hacer historia desde hoy.  Y si es de locos escuchar aun tu voz, que me fichen de los locos el peor..."

 

(Punto de vista de Erick)

“Pues…te pregunté si podía besarte.  Pero, sabes?  Esta vez no te voy a preguntar…” y sin esperar reacción ante mis palabras, me fui acercando a ella hasta sentir sus labios en los míos. 

Les puedo decir que había olvidado cómo se sentían sus labios, cómo eran los besos de Jael; pero cuando los sentí en los míos…WAO!  Fue algo que impresionó, y tan solo pensé dos cosas; o siempre sus labios se habían sentido así y no los recordaba, o los años de experiencia le habían venido bien. 

A pesar de haber llegado allí un poco nervioso, el hecho de este beso  y el enfocarme en el pasado que ella y yo habíamos vivido; me tranquilizaba.  Esos detalles tan sencillos me hicieron sentir confianza rápidamente, y por ende, disfrutar ese momento, ese primer encuentro después de tantos años sin vernos a solas, sin hablarnos así, sin tocarnos, y sin besarnos.

(Punto de vista de Jael)

No podía creer por un instante lo que estaba sucediendo; era algo que no podía explicar.  Sabía que sucedería esto, no era tonta o nada por el estilo; aun así, era un sueño.  Sí, un sueño sentir los labios de Erick sobre los míos, luego de tantos años; luego de aquellos encuentros clandestinos; luego de aquel final que aun me dolía.

La sintonía de nuestros labios era perfecta; hacía tiempo que no sentía algo así.  Era imperfectamente perfecto lo que estaba sucediendo; era una nueva experiencia, y una que estaba provocando en mí cosas que jamás pensé sentir.

“Sí, saben tal y como los recuerdo…” comentó Erick una vez el beso terminó, aun sin abrir sus ojos, con una sonrisa en su rostro.

Yo no podía evitar sentir sus labios aun en los míos; y tampoco podía evitar que mi cuerpo temblara. Era la adrenalina de lo prohibido lo que estaba corriendo por mi cuerpo en esos instantes; una sensación que despertaba la mujer en mí, forcejeando esta a la vez con mi conciencia.  Era algo confuso, pero de lo que en realidad no me estaba arrepintiendo.

Continuamos platicando, poniéndonos al día en tantas cosas que habían ocurrido en estos años sin compartir.  Algunos sucesos alegres, otros tristes, y algunos que eran dolorosamente necesarios saber; aun cuando no queríamos tocar mucho el tema de nuestras realidades.

“De corazón te deseo  que puedas arreglar tus cosas con Caleb.  Pero, jamás olvides que eres mujer; que esa decisión la tomarás por ti, no por tus hijos.  Recuerda que algún día ellos crecerán y abandonarán el nido, y tú entonces qué?” dijo Erick sin mover su vista de la mía.

“Siento que les he fallado como madre, al no poder mantener unida esta familia…” bajé mi rostro mientras le decía estas palabras.

Sin Daños a TercerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora