Capítulo 2

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Pienso que sin lugar a duda antes de que pueda averiguar lo que significa el mal ya habría penetrado en la tierra si ningún remedio. Definitivamente esto no tiene solución lo mires por donde lo mires.

Me levante para dar un paseo aunque solo fuese por mi habitación y despejarme la cabeza. Me acerque al espejo que había al lado del escritorio y me mire en el con un fallido intento de ordenar mi revuelto pelo castaño sin aparentes resultados. Ya lo tenía un poco largo pero no quería cortármelo. Me gustaba así, unos siete centímetros justo. Debajo de mis ojos azules descansaban unos leves signos de cansancio de no poder dormir los últimos días. Tenía un lado de mi cara roja debido a haber estado en la misma posición un largo tiempo. Y además debería de cambiarme de ropa antes de que los demás volviesen de su visita a la tierra. Era un poco alto para mi edad o tenía la altura perfecta. ¿Cuál es la media de estatura normal a los diecisiete? Supongo que yo estoy en la media.

La camiseta que llevaba se me estaba quedando un poco pequeña y me apretaba sin ningún remedio, mostrando una leve musculatura en los brazos y el abdomen, siempre pensé que para los difíciles entrenamientos de Ilay tendría un cuerpo mucho más fuerte, como el pero aunque lo intentase no daba a más.

La habitación se llenó de luz y con ansia me asome a la ventana para ver como el tele transporte que servía de puente hacia la tierra se activaba con una potente luz azulada. Una rayo bajo con gran estruendo del estrellado cielo por el que nunca salía el sol, allí siempre era de noche. Y sin ningún cuidado golpeo la plataforma circular a la vez que materializaba a Isabel a Ilay y Alec.

Un repentino zumbido cruzo mis oídos y me lleve las manos a la cabeza con la intención de alejar aquel horrible estruendo que provocaba el puente al activarse. Me pregunto a qué parte de la Tierra los llevaba.

Rápidamente me levanté de mi cama y eche un rápido vistazo por toda mi habitación para ver que estuviese todo ordenado. Toda la ropa estaba bien ordenada en el armario, la armadura estaba totalmente limpia con su azulado brillo tintineante. Los libros estaban bien colocados en la estantería encima de la cama, la cual estaba colocada en un lado de la habitación justo debajo de la ventana que daba una gran vista desde el segundo piso a todo el territorio que abarcaba Amatist, ella era como el alma o la mente de aquel lugar, según me explicaron. El escritorio estaba un poco desordenado en el otro extremo de la habitación. Tenía todos los manuscritos esparcidos, con los antiguos pergaminos que representaban el arte de la magia de su antiguo pueblo, tirados por el suelo. Si Ilay viese eso lo mataría.

Y con ello había olvidado limpiar la alfombra marrón que descansaba sobre el parqué de la habitación justo en el centro, estaba llena de polvo. Pero era demasiado grande para limpiarla en aquel momento. Con un rápido movimiento cerro la puerta del armario, se tiró sobre la cama y la ordenó. Dándole un golpe al soporte donde descansaban las pocas armas de combate que tenía y tirándolas al suelo. El ruido atrajo pasos a su habitación.

-O, mierda- Gruño entre dientes y de repente una voz masculina resonó en el pasillo justo detrás de su puerta.

-¿Alec, estás en tu habitación, quieres oír lo que hemos encontrado?- La puerta se abrió poco a poco y Marc asomo la cabeza, mientras una sonrisa aparecía de su cara al verme tirado en el suelo envuelto en una manta y con la espada y una fina estela encima mía. Al parecer no pudo contenerse y la risa broto de sus labios.

Yo sabía que Marc no me regañaría por el desorden, pero sí que con el estruendo que estaba formando atraería a Ilay o Isabel y ellos sí que lo harían. En su cara no había señales del cansancio, él nunca estaba cansado, siempre tenía energía. Tenía una fina piel muy blanca junto con un pelo rubio a juego, y aparentemente mucho más alto y musculoso que yo. Adoraba el deporte y ello traía efectos secundarios. En comparación yo era más vago, lo que me mantenía en forma eran los entrenamientos. Nunca saldría a correr a las seis de la mañana por puro gusto, quizá a las nueve, pero nunca a las seis. Aunque el territorio que ocupaba Amatis, es decir, el territorio donde ellos Vivian, no era muy grande.

The Lights Are On (#YUSA)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن