—Bueno creo que deberíamos cenar y si Lauti quiere después nos contará. —intervino Fabián y llevó a su esposa a la cocina. —vamos a traer la carne amor, dale.

—Con razón te escapabas, te peleaste con alguien y no me lo niegues, te parí yo. —se quejó su mamá y se fue a sentar al comedor, él rodó los ojos y me hizo seña para que lo siguiera también. —perdón querida, no quiero que me veas retar a mi hijo de esta forma pero pareciera que tiene cinco años a veces.

—No se preocupe, a veces yo también lo creo...auch. —lo miré mal cuando me pegó por debajo de la mesa.

—Lauti nos preocupas hijo, va a ser mejor que cuentes lo que pasó.

—Papá no es el momento, no fue nada grave ¿podemos dedicarle el momento al bebé y listo?

—Dios, estos Aguirre son tan cabeza dura. —suspiró la señora y yo quise reírme, ella me caía bien, coincidamos en totalidad con respecto a su hijo. —Y contanos Cami...

—Cali, se llama Cali. —le dijo Amaia entrando con unos cucharones, mientras que su esposo se acercó por detrás con una fuente de estofado.

La señora me miró extrañada y procedí a explicarle.

—Me llamo Camila pero me dicen Cali.

—Ah ya me parecía raro, bueno ¿y de dónde se conocen?

—Somos compañeros en la universidad.

—Yo la conocí un día que fui a cocinarle a Lauti, es divina y está estudiando economía política, mamá.

—Ah pero qué maravilla, una futura economista.

—Eso espero. —le sonreí y le pasé el plato a Fabián.

Tanto Amaia como su marido fueron unos malditos, nos tuvieron casi dos horas entre la cena, la sobre mesa y el té que hicieron para entretenernos mientras jugábamos a las cartas y yo me dedicaba a ganarle a Lautaro y su papá, para mí fue entretenido pero el padrino estaba que se comía las uñas y ya no lo soportaba más, por lo que Rafa tuvo que apurar el trámite con una pequeña mentira.

—Hija tengo que viajar a Buenos aires en la madrugada, si quieren apurarse yo no me quejo.

—Sí Amu tengo sesión a las nueve en el congreso.

—Y yo tengo universidad a las siete.

—Mañana no tenés universidad. —dije yo y me quejé cuando me pisó por debajo nuevamente. Amaia se rió.

—Son todos unos mentirosos, pero bueno, está bien ganaron.

—Ay Dios, me tiembla hasta el culo. —dijo Lautaro sentándose bien y nosotros nos reímos, pero a su mamá no le hizo mucha gracia.

— ¡Lauti!

—Vení padrino, necesitamos tu ayuda.

Lauti se levantó de inmediato y entendí que la respuesta estaba debajo de la ropa de Amaia, ya que enseguida se acercó Fabián le indicó que le levantara la camiseta y eso fue lo que hizo lentamente, hasta que yo empecé a ver pintura en su panza y cuando la terminó de levantar, el nombre Dafne estaba pintado de rosa en su pequeña pancita.

— ¡Ay Dios, es una nena! —gritó Lauti y se levantó a abrazar a su hermana que se le caían las lágrimas, como a toda la familia porque al ver a Rafa y Ceci, ambos estaban con lágrimas en los ojos levantándose para abrazar a Fabián.

Me quedé al margen observándolos mientras ellos se abrazaban, me contagiaban la felicidad y de verdad me gustaba ver esa sonrisa en Lauti a pesar de tener el labio lastimado, esa parte sensible de él la conocía muy poco y extrañamente me gustaba. Me familiarizaba rápido con su entorno, que no entendía por qué lo había conocido pero me sentía a gusto, con su familia y siendo parte de algo tan íntimo y tan preciado que era para los Aguirre, la llegada de una nueva integrante.

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now