-Vaya. No me lo puedo creer...-dijo Orlando mientras se cubría la boca- ¿De dónde saliste? Él conocía de su existencia

-La suya mama le dijo que se casaría conmigo cuando cumpliera los veintidós...-Todos se quedaron perplejos cuando ella mostró un anillo casualmente igual al que portaba Bartolomé- Él ya lo sabía todo, desde hace un año nos escribimos constantemente...

-Ahora entiendo para quien eran esas cartas...-María Antonella susurro dándose la vuelta para no mostrar su rostro. Se quedó completamente callada mientras las palabras de aquella muchacha salían como dagas directamente hacia su pecho.

-El prometió casarse conmigo a penas terminara la carrera, así que solo vine a cumplir parte del trato, la pre-convivencia entre dos personas a punto de casarse...

Todos quedaron mirando a Bartolomé mientras María permanecía callada y mirando al muro que tenía al frente. Se estiró un poco y caminó al pasillo y sin decir nada cerró la puerta de su cuarto con cuidado. Adrien se quedó con la cabeza gacha mientras apretaba fuertemente sus manos entre sus ropas, como podía Bartolomé ser tan sínico. Hablando de ella como si la amara y escribiéndole a otros poemas interminables de amor. Tiró el cucharón al suelo mientras caminaba a su habitación y la cerraba de un golpe. Orlando suspiró e hizo lo mismo que los anteriores.

-Buenas noches...espero que sean buenas. No nos gustan los ruidos extraños durante la noche. Les recomiendo cuidar su intimidad...

-Pero si es de día...-dijo Bartolomé logrando separarse de la chica- No me dejes...

-Lo siento Bartolomé. Pero ando muy cansado y en serio, preferimos dejarte solo con tu visita...-Se rascó la nuca y dio pasos lentos hacia su habitación- Quedan en su casa...-cerró la puerta de su cuarto.

Adrien intentó desde su cuarto vanamente comunicarse con Antonella pero supuso que ya no estaría en casa así que salió de su cuarto e ingresó en el de ella. Para sorpresa suya ella estaba recostada en su cama esperando que algo o alguien dijera algo para ella no hacerlo. Sus cabellos negros cubrían su rostro y su cuerpo delgado y marcado por el ejercicio la hacían ver algo ruda. Sin embargo, sus pequeñas convulsiones sobre la cama la hicieron ver débil.

-Lo siento...-Adrien se sentó a lado de la cama- Supongo que es por eso que no querías abrirle tu corazón a nadie...

-Soy patética...debes estar pensándolo....-dijo ella mientras le sonreía a medias sin descubrir sus ojos- ... ¿Soy acaso tan horrible? ¿Tengo algo de malo? Me lo merezco todo...-comenzó a reír mientras giraba y se sentaba en la cama limpiándose los ojos- ...Marinette vendrá en unas semanas acá, la novia de Orlando vendrá a pasarla aquí y yo... que hay de mí... ¿me hecho un polvo con el de la casa Soto?

-No sería mala idea...-dijo Adrien riendo mientras golpeaba la frente con delicadeza- Venga, dame una sonrisa y un fuerte abrazo...

-¡¡Adrian!! -María lo abrazó para desperezarse, lo abrazó tan fuerte hasta dejarlo sin aire. Cuando lo soltó lo dejó medio desmayado sobre la cama- Necesitaba eso, lo necesitaba mucho...

-Y-Yo también...-Adrien le acarició la mejilla y lo atrajo hacia él. Le dejó sobre él mientras le acariciaba la cabeza- Puedes soltarlo, no diré nada si quieres llorar...

-No lloraré...-La mujer de hierro. Aquella que bajo su voluntad sometió a millones de franceses. Se separó de él, comenzó a trenzar su cabello negro y miró a Adrien- Iré a comprar algo de comida...

-¿Qué tal, un nuevo closet? –María Antonella abrió la ventana y sonrió- Espera, no irás a saltar otra vez...

-Bye bye, Petit Papillon...¡Joder! –se resbaló, su pie fue a dar por el cielo y Adrien no pudo cogerla a pesar de correr a salvarla. Cuando estuvo en la ventana vio a María Antonella ser cogida por un chico alto y de ojos aguamarina. Parecía ser a simple vista un chico normal. Atractivo y con todas las cualidades físicas que cualquier mujer pediría en un hombre, pero ¿Tendría lo necesario mental y emocionalmente? – Hey, tu... maldito grandulón... bájame ahora...

The Best Friends ||Adrianette||Where stories live. Discover now