do what you love

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Cuando tenía 9 años, asistía a un grupo de danza contemporánea.

Recuerdo que tenía muchas amigas, que era una de las principales bailarinas, que las coreografías me encantaban. Que amaba bailar.

Lo hacía con gusto y creo que fue la primera cosa que realmente amaba hacer.

Pero luego, con el tiempo, las ganas se fueron perdiendo, la rutina opacó el amor que le tenía y las habilidades de disolvieron con el pasar de los días.

Empecé a faltar mucho, ya no le ponía el mismo empeño, ya no recordaba porque me gustaba y un día, simplemente, dejé de ir. Y me olvidé de ello.

Incluso recuerdo que la profesora (la mejor que he tenido), me envió un texto pidiendo que volviera al grupo. Y me negué, luego de 4 años.

Ahora, me arrepiento mucho de haberlo dejado. Tal vez estaba muy chica o simplemente me aburrió, pero no recuerdo haber amado tanto algo, como amé bailar. (Luego vinieron los libros y la escritura, demostrándome que si se puede volver a amar).

Quizá esto me sirva como lección de que siempre, por más dura que sea la situación, por más que la rutina se empeñe en manchar el entusiasmo, tengo que recordar lo que amo hacer y porqué.

Así me ahorro el arrepentimiento, que es un bastardo sin piedad.

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