Admire more

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Hace algún tiempo, cuando hubo el eclipse (creo que fue este año), mi papá y yo salimos a verlo.

Recuerdo estar bastante emocionada ya que era la primera vez que veía uno en vivo y en directo.

Salimos al garaje y nos quedamos como completos idiotas con la cabeza alta, mirando el cielo hasta que nos doliera la nuca.

En nuestro silencio, yo le comento a mi papá, lo extraordinario que es el cielo. Lo hermoso e infinito que es. Lo increíble que es que podemos ver algo hermoso con tan sólo levantar la vista.

Y el me respondió: «Ahora, nadie mira el cielo. Nadie se da cuenta de su belleza».

Ese comentario me llevó a pensar que no nos percatamos de la belleza que tenemos en nuestras narices. Que estamos tan hundidos es nuestra rutina que no tomamos un segundo de nuestro tiempo para ver más allá de las cosas. Para ver su belleza. Para admirarlas.

Hay tantas cosas bellas, como la lluvia, la neblina, el olor a tierra mojada, la risa de un niño, la comida de tu mamá, escuchar una canción vieja, que pasen tu canción favorita en la radio. Y muchas más a las cuales no les prestamos la suficiente atención.

Debemos admirar más la belleza que hay en la simpleza de las cosas. Ya casi nadie admira en absoluto.

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