El demonio del fin del mundo. (Percy Jackson y tú). [PAUSADA]

Capitulo 1. Desde cero.

Abrí mis ojos lentamente y pude observar que estaba dentro de una habitación desconocida. Me levanté con cuidado que por alguna razón mi cuerpo dolía desde mis pies hasta la cabeza. Toqué mi cabeza por el dolor y sentí algo extraño en mi. Mi cabello estaba cortado por arriba de los hombros. Solté un chillido pero al instante me tapé la boca, no sabía si era la única ahí.

Salí de la habitación encontrándome con un largo y vacío pasillo lleno de papeles y basura. Sí, al parecer era la única. Caminé en busca de la salida y cuando la encontré, corrí hacia ella. Pasé hasta el otro lado, donde no había ningún alma presente.

Miré a mis costados y, haciendo pasos grandes, caminé por una larga y grande calle sin saber a dónde me llevaría. En ese momento comencé a pensar en Percy, ¿dónde está? Lo único que recuerdo es haber ido a lo de mi tía junto a él, pero luego todo es sólo una imagen borrosa. ¡Mi espada!  Pensé y toqué todo mi cuerpo para ver si estaba, sin embargo no conseguí encontrarla. Cuando menos me di cuenta, me encontraba entrando a la ciudad de Nueva York, ¿cómo diablos terminé fuera de él?

Continué caminando por unos treinta, cuarenta minutos hasta toparme con una cafetería, tenía mucha hambre. Busqué si tenía plata y por suerte encontré algo. Entré a pedir una bebida.

- ¿Eres nueva en la ciudad? -Me preguntó el chico que me entregaba mi café.

- Eh...no -sonreí-. Sólo no amanecí muy bien -tomé un sorbo de mi café y me senté en una mesa.

Por sorpresa el mismo chico de la barra se acercó a mi. Me preguntó si se podía sentar y luego de unos segundos se lo permití.

- Mi nombre es Hans -se presentó con una bonita sonrisa sin mostrar los dientes.

- _____, es un placer -sonreí luego de tomar otro sorbo-. Eres de Rusia, ¿no?

- Sí, ¿mi acento te lo dijo? -Esta vez sí mostró sus blancos dientes.

- Ajá, no es muy difícil notarlo.

- ¿Me podrías enseñar la ciudad? -Hizo círculos en la mesa con su dedo índice.

- Ah -carraspee mi garganta-, recién nos conocemos -enarqué una ceja- ¿confías en una mujer que acabas de conocer?

- Confío en una mujer que es hermosa como tú...

- Okay, okay -levanté mis manos en forma de que pare-, ¿acabas de llamarme "hermosa"? -Mis ojos eran dos platos enormes.

- ¿Acaso está mal? -Preguntó riéndose. 

- Me. Acabas. De. Conocer -dije separando cada palabra-. No entiendo la gracia.

- Sólo te pregunté si podrías mostrarme la ciudad, no tengo muchos amigos. Y al parecer tú tampoco.

Okay, eso último si me dolió.

- Primero, si tengo amigos y segundo, me preguntaste si podía no si quería. Esas son dos cosas muy diferentes.

- Entonces -dijo luego de reírse- ¿quieres acompañar a un pobre chico ruso a mostrarle la gran ciudad de Nueva York? -Enarco una ceja e hizo una sonrisa pícara.

- Ahora sí -suspiré-, aprendes rápido y sí, te voy a mostrar la ciudad de Nueva York.

El chico ruso hizo un mini festejo y luego escuchamos al que parecía ser el jefe de él, llamarlo desde la barra. Me saludó y se fue hasta donde se encontraba el hombre. Al fin y al cabo, el ruso me había caído bien.

Cuando me estaba yendo del lugar, Hans se acercó a mi para decirme: Mañana te espero luego de las tres y media acá mismo. Asentí con una sonrisa dulce como él y me fui.

¿A dónde iría a dormir? No sabía si volver al campamento o ir hasta lo de mi tía. Pero lo más lógico era ir con Valeria ella estaba mucho más cerca, además, aún no sabía dónde vivía mi mamá así que comencé mi camino hasta la casa.

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Corto pero bonito, o eso creo. ¡Hola de nuevo mis niñas! Éste Hans sí que es todo un coqueto (? Al final a rayis le cayó bien el ruso -niega divertida-. Ahora, ¿quieren saber qué es lo que le pasó a nuestro más querido Percy? Pues para eso deben votar y comentar para así publicar el siguiente capítulo donde será narrado por él. ¡Las amo! Adeu~