Pecado

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El verano de a poco estaba siendo opacado por tardes más frescas y que de vez en cuando ocurriera una lluvia capaz de arrebatarle el protagonismo que mostraba cada año en estas fechas.

Y como el verano , Camila había dejado de ser el centro de las conversaciones de todos los días , aunque aún habían días en que volvía a surgir uno que otro rumor , la verdad es que todos ya estaban acostumbrados a ver a la castaña ,de la habitación que aún seguía arrendando en aquel hostal de mala muerte , caminar todas las mañanas a mi local y salir de ahí cuando la noche ya se había eregido sobre nuestras cabezas .

Rara vez se la veía en algún otro rincón del pueblo y cuándo lo hacía eran para ir al mercado ó compras necesarias , sin embargo , aún en esos momentos , ella no dejaba aquel celibato profundo que invadían a sus labios y a todo su ser.

A decir verdad, es que para tener diecinueves veranos , era tan callada como si de un alma vieja ó atormentada se tratase . Apenas salía y el silencio parecia ser uno de sus votos más característicos , porque  de aquellos labios tan finos y rojizos no salían más que respuestas que apenas duraban segundos antes de que volvieran a tomar tu estado favorito de secretismo profundo.

Sin embargo , aún así su belleza no se debilitaba sino que llegaba a convertirse en su propia marca personal .

No me hubiera sorprendido que aquellos ojos castaños hubieran sido capaces de enloquecer a la mitad del pueblo en los casi dos meses que Camila llevaba entre nosotros y que entre ellos hubiera hecho pecar a más de alguno con su presencia.

Sus labios que parecían un santuario sin profanación se mostraban salvajes a la vista de todos aunque ella no lo quisiese aceptar . Aquella mirada que a gritos pedía mostar inocencia y el celibato que la rodeaba , solo hacían delatarla más frente a la vista de cualquier escéptico.

Y aunque todos vieran el pecado en sus ojos solo por los misterios que encubrían a aquella castaña , yo estaba segura que su rechazo no era por eso , sino porque ella sabía mejor que nadie que podía hacer pecar a cualquiera solo con una cándida sonrisa de sus labios.


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