- No he pedido nada.

- Invita aquel joven-dice el camarero.

Ella mira a donde señala el camarero. Álex le hace un gesto con los dedos de la mano."Qué vuelo más largo me espera" piensa Elizabeth. Le dirige un corte de manga a Álex. Él se ríe, recoge su melena en una elegante cola, y se apoya en el respaldo de su asiento, para dormir las horas de vuelo que quedaban.

Sonríe con malicia al ver como se duerme, deja pasar unos largos minutos luego de un trago se bebe la bebida. Se acerca al joven y con un rotulador le pinta la cara, luego le echa migas dentro de la ropa, ya que tenía que aguantarlo durante todo el viaje se divertiría a su costa. Se aleja y se recuesta en su sitio, cierra los ojos y cuenta durante dos minutos, luego oye como el joven se divierta y suelta una exclamación al descubrir las migas sobre su cuerpo, el personal del avión corre en su ayuda.

Ella en su interior no puede evitar reírse, lo mira y le guiña un ojo antes de ponerse a leer un libro. El avión aterrizó finalmente. Los pasajeros bajaban del transporte, y se disponían a ir a sus lugares de destino. Elizabeth se puso unas gafas de sol al salir a la calle y llamó un taxi. El taxi paró y ella montó en la parte trasera.

-Lléveme a la calle Palmera.

El taxi arrancó. Ya se creía que se había librado del pesado cuando, una vez el taxi estaba en plena marcha por una concurrida calle, una voz familiar dijo:

- Que casualidad, majestad. Vamos a la misma calle- Álex asomó desde el asiento delantero, sonriendo.

-¿¡Qué demonios haces tú aquí?!

-Quería hacer un poco de turismo antes de la hora de cenar-sonríe pícaramente.

-Taxi, pare aquí, por favor-paga y se baja.

En ese momento aparece un joven alto y rubio, de unos ojos verdes esmeralda que se acerca a la joven, tras abrazarla, le ayuda con las maletas y se alejan juntos por la calle. Alex se queda mirando incrédulo como su compañera de clase y su "Majestad" se aleja con un completo desconocido para él.

Pasaron dos días en que Elizabeth no vio a Álex. Óscar era un primo lejano suyo, él fue quien invitó a Elizabeth a pasar unos días al Caribe. Ella habló largo y tendido sobre Álex.

-Ese Álex es un poco capullo, ¿no?- dijo Oscar, con un poco de acento.

-¿Un poco? Si hubiera un jefe de capullos, él mandaría sobre él. Y lo peor es que voy a tener que verle a menudo por la maldita tesis doctoral.

- Venga, -dice Oscar, cogiéndole la mano, y besando su mejilla. -Olvídate de él por hoy. Estás en el paraíso. Disfruta de la playa.

****

Elizabeth tomaba el sol relajada, con un precioso bikini azul oscuro, que embellecía su hermoso cuerpazo. Entonces oye "su voz":

- Tenga cuidado, alteza, hay paparazzi por todos lados.

Ella se incorpora y ve, cómo no, a Álex.

-¿Eres un acosador o algo así?- pregunta.

-Tranquila-le dice -He venido a darme un baño, y te vi, y sería de mala educación no saludarte.

Dicho esto, se quitó su camiseta, lanzándola a la arena, y dejando ver un musculoso torso. Alex se tiro de cabeza al mar, con la mirada de Elizabeth fija en el.

La joven se volvió a colocar sus gafas y a tomar el sol, no quería hablar ni ver a Álex, pasaron los minutos y todo estaba demasiado tranquilo, por lo que se quito las gafas y descubrió que ya no estaba por allí cerca ese niño mimado.

Se levanta y deja sus cosas en la toalla, coge la tabla de surf y corre hacia el agua. Se lanza al mar y empieza a nadar hasta la próxima ola que se aproximaba, le pone de pie y empieza a tomar la ola. La gente de la playa se queda embobada viendo como surfea, aprecia una diosa de las olas, y para no ser menos Alex también estaba pendiente de ella. Corre hacia el mar también con una tabla y toma la misma ola que ella, no estaba dispuesto a dejar que ella le ganara, ni en broma.

-Majestad, usted está llamando la atención como siempre, ¿no se cansa?

-¿Pero cómo...?

En ese momento se produce un cambio en la ola y ella pierde el equilibro de la tabla cayendo al agua, sale la tabla a la superficie. ¿Pero dónde está Elizabeth? Álex llegó a la orilla, seguro de haber ganado.

-Su majestad debe darse más prisa la próxima vez si quieres que te gan...-vio que no estaba.

-¿Lizzy?-la llamó.

Toda la playa estaba pendiente del agua. No había rastro de la joven por ninguna parte. Óscar se quedó mirando el agua, pero no se atrevía a lanzarse al mar.

Pero Álex era distinto. Sin pensarlo se tiró al agua, y nadó mar adentro, llegó al punto en que empezaron a surfear y se sumergió. Toda la gente estaba pendiente de aquel joven. Álex salió a la superficie con el cuerpo inconsciente de Elizabeth.

La llevó en brazos hasta la orilla, la depositó delicadamente en la arena, apoyó sus labios contra los suyos, y le insufló aire, para a continuación, expulsarlo apretando el pecho. Lo repitió varias veces hasta que la joven despertó.

La joven abre los ojos confundida, luego se da cuenta de que Alex la esta besando y lo aparte lejos de ella.

-¿Se puede saber que haces?

-Salvarte de morir ahogada, no hace falta ser tan borde.

-Aléjate de ella Alex-le dice Oscar-y no te vuelvas a acercar.

-Tranquilo la próxima vez dejare que muera. Como ibas a hacer tú-le echa en cara Álex-gallina.

-Basta, vámonos Óscar, no tengo ganas de más peleas por hoy.

Oscar la levanta y se la lleva en brazos al hotel mientras que Alex se queda mirándolos, como se marchan. "Que chica tan estúpida" piensa recogiendo su tabla. De pronto ve caer de ella una pequeña pulsera, era la que llevaba Lizzy al surfear. ¿Qué hacia enganchada en su tabla?

Bueno chic@s, aqui os traigo una nueva historia, muy emocionante con amor, aventuras y acción. Una buena mezcla ;)

Espero vuestros votos y comentarios. Disfrutad de la lectura. besitos

El ClanWhere stories live. Discover now